Erasmus aterriza en los institutos
La UE agrupa programas de intercambio y llega a estudiantes de varios niveles
La foto de una joven Marie Curie mira fijamente a los estudiantes que charlan en el pasillo del instituto público María Carbonell de Benetússer (Valencia). Algunos de ellos viajarán en unos meses a su país natal, Polonia, con el proyecto Comenius Eco Europe Citizen, uno de los proyectos de intercambio incluidos en el programa europeo Erasmus Plus.
Desde los años 90, la Unión Europea organiza programas de intercambio de estudiantes. Desde enero de 2014, los distintos programas de intercambio de cada nivel educativo se están agrupados en uno solo con el objetivo de adaptarlos a las nuevas estrategias europeas. El programa Erasmus, para universitarios, el Leonardo Davinci, para formación profesional y de adultos y el programa Comenius, para la formación de secundaria y bachillerato, pasan ahora a llamarse Erasmus Plus. Pero este no es solo un cambio de nombre.
Potenciar las tecnologías de la información y la comunicación, atender la exigencia de puestos de alta cualificación y establecer vínculos más estrechos con el mundo del trabajo son las prioridades de un programa en el que la Unión Europea va a invertir 14 millones de euros entre 2014 y 2020. La Comunidad Valenciana, con 74 proyectos en marcha y en pleno proceso de solicitudes para nuevos intercambios, es la comunidad que más ha crecido en número de propuestas, según la Consejería de Educación.
“Cuando nuestros profesores nos dijeron que iban a hacer una asociación Comenius con otros institutos europeos y que iba a haber movilidades nos apuntamos todos de cabeza”, cuenta Lucía Caballero (16 años) estudiante de primero de bachillerato en el instituto María Carbonell de Benetússer. El centro está desarrollando un proyecto de sensibilización medioambiental que comenzó en 2013 y terminará en 2015. Los alumnos trabajan y se comunican en inglés a través de Internet con tres centros de Turquía, Grecia y Polonia a los que han viajado ya 16 alumnos. El próximo mes de noviembre sus compañeros europeos vendrán aquí. Sin la beca, quizá muchos de ellos no podrían viajar.
“La beca está muy bien. Lo que hizo que me decidiera del todo fue el precio. Pagué 150 euros por un viaje de una semana con todos los gastos pagados: los viajes, el alojamiento con una familia griega, las comidas y las entradas a todos los sitios que visitamos”, explica Ferran Calle (15 años) estudiante de cuarto de ESO que estuvo en Grecia. Los estudiantes, que viajan con otros compañeros y tutores del instituto, hacen actividades formativas específicas creadas expresamente para el proyecto que tienen en común.
El proyecto, íntegramente en inglés, obliga a los alumnos a poner en práctica sus conocimientos. "Lo que más me preocupaba era el idioma. Quizá yo soy la que peor nivel tiene de inglés. No sabía ni decir hola, casi. Al final el idioma no fue un problema porque si no sabía algo, mi compañera turca, mis compañeros o mi tutor me ayudaban", dice Paola Noguera (17 años) que viajó a Turquía.
Además de los avances en el ámbito académico, los alumnos conocen el país y amplían su visión de un mundo en el que las antípodas están solo a un click de distancia. “He aprendido a no juzgar las apariencias. Al principio veíamos Turquía como un país muy cerrado, otra cultura, y al ir la experiencia fue muy buena y fue todo lo contrario a lo que nos esperábamos”, cuenta David Meseguer (16 años).
“Es algo que todo el mundo debería vivir una vez en la vida. Conoces otra gente, otra cultura y no vas allí de fiesta, vas a un proyecto, que es muy interesante”, recomienda Silvia Blanco (16 años) compañera de David. Todos aseguran que, si tienen la oportunidad, repetirán la experiencia cuando lleguen a la universidad.
Tras el buque insignia del Erasmus universitario, uno de los programas que más éxito está teniendo es el dedicado a alumnos de Ciclos Formativos. Los centros privados también pueden participar en los intercambios europeos y el colegio concertado García Broch ha hecho su solicitud para alumnos del ciclo de Farmacia. La directora, Jezabel Aviñó, explica que “los alumnos de primero podrán irse hasta 15 días y los de segundo hasta 4 meses”. Aunque es la primera vez que van a participar en el proyecto y todavía no sabe cuántos alumnos podrán viajar, Aviñó cree que es una gran oportunidad para practicar idioma mientras se trabaja en el extranjero.
Las ventajas de participar en estos programas animan a los centros a realizar las solicitudes pero este año no están resultando sencillas. Juan Carlos Serrano, profesor del IES Juan de Garay de Valencia, con gran experiencia en estos intercambios, explica que antes eran los centros los que se ponían en contacto entre sí a través de sus profesores pero ahora “es el instituto quien se pone de acuerdo con otra institución para tratar un aspecto del programa curricular”. Los que se embarcan en este nuevo intercambio podrán hacerlo “no solo entre centros docentes sino también”, matiza Serrano, entre éstos “ e instituciones de manera que, si se aprueba, podría enviarse a alumnos, por ejemplo, al Parlamento Europeo o al Ayuntamiento de Florencia, porque Erasmus se ha convertido en un proyecto institucional y no meramente educativo”.
Los centros explican que han tenido menos tiempo que nunca para presentar la documentación de los proyectos y se quejan de que los pliegos de condiciones no han sido enviados por Europa en castellano. Su inglés complejo y preciso ha dificultado comprender con exactitud el procedimiento a seguir y la documentación a aportar.
Algunos directores sugieren que si los proyectos participantes en Erasmus Plus tienen que estar encuadrados en los objetivos de la Unión Europea los temas que podrán tratarse serán menos amplios ya que en este momento sus objetivos son el empleo, la sostenibilidad y la integración europea. “Este programa tiene algunas ventajas pero muchos inconvenientes”, considera Raquel Royo, directora del IES Figueras Pacheco de Alicante, que lleva cuatro años haciendo intercambios. La movilidad, explica, está ahora incluida en un proyecto más amplio y si no se aprueba el programa global no se aprobarían los proyectos asociados. Royo teme que la nueva cuantía de las becas para ciclos formativos, que no cubría todo el coste de la movilidad, acabe siendo inferior y que, por ese motivo, ahora resulte más complicado costear el viaje.
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