El número más difícil

“Ni mujeres barbudas, ni hombres bala, ni tragasables, ni domadores de leones: tal vez el más difícil todavía en estos tiempos sea reír y hacer reír… y ya toca”, dicen desde el Teatro Circo Price (Ronda de Atocha, 35). Por eso, durante todo este mes de mayo se proponen desencajar nuestras mandíbulas a base de carcajada limpia con el festival Toca reírse. Un mes de humor y clown, un ciclo que traerá al rondo madrileño siete espectáculos diferentes. La risa, ya saben, es muy buena para el equilibrio espiritual y la salud, y, en una época en la que parece cada vez más difícil eso de llevarse algo a la boca, bien se puede usar para reírnos de los problemas.

Aunque teóricamente el ciclo comenzó en el fin de semana pasado con la compañía Tortell Poltrona, la presentación del festival tuvo lugar ayer, y la primera en hablar fue la payasa Pepa Plana, de gran reconocimiento internacional y seleccionada en 2011 para el espectáculo Amaluna del Cirque du Soleil. Su pieza Penélope se estrenó anoche y se puede ver hasta el domingo. “Está basado en el mito de Penélope, la mujer que esperó 20 años a Ulises en la Odisea de Homero, pero en este caso es Pepa la que espera a Ramón”, explicó. “Trato de ponerme en su cabeza: ¿qué pasa cuando esperas y te desesperas? ¿Quién no ha esperado estando enamorado? ¿Por qué espero? Y como payasa se contesta: pues ya no te espero más”.

Entre tanto payaso destacan los monólogos de Antonia San Juan, también presente ayer: “Los actores que nos dedicamos a la palabra”, dijo, “tenemos el deber moral de, en un momento en el que nadie quiere escuchar y todo el mundo quiere reír, poder trasladarles lo que hemos leído. Aquí, aparte de risa, hay pensamiento detrás”. San Juan tiene memorizados 50 monólogos de los que ha ido representando desde que comenzó su carrera hace 33 años por los bares de Madrid. Ahora ha seleccionado 13 para el espectáculo Lo mejor de Antonia, que se podrá ver el día 31 de mayo. Toca, sin miedo, todos los temas: el amor, la soledad, la enfermedad, la muerte o el egoísmo, y advierte: “Hay gente que saldrá diciendo que vaya risa, pero otros dirán: qué hija de puta la Antonia. Porque me meto con la religión, la familia como institución, con todo. Vivimos en la sociedad del vacío, y los pueblos que no leen son ignorantes y manejables”. Tuvo un momento de recuerdo por el que fue director del Price, Pere Pinyol, recientemente fallecido: “Él es el responsable de que, por primera vez, después de tres décadas en Madrid, actúe por primera vez en un teatro institucional”.

Ana Serzo trae el espectáculo Clownas, el 1 de junio, en el que interpreta tres payasas diferentes. Dice ser la hija secreta de Jim Carrey y Greta Garbo, “por aquello de que pongo más caras que Jim Carrey, y porque las payasas también somos actrices”. En sus piezas explora el contacto con el público y la improvisación “y cada una es un mundo distinto: muestro los secretos más íntimos, los miedos más inconfesables y los deseos más inconfesables todavía. La vulnerabilidad y sensibilidad del clown es sanadora y conecta con el espectador”, dice.

The clowns & freak show es un espectáculo surgido de la escuela de Joaco Martin, “un referente internacional del frikismo”, según explica el propio director, vestido de maestro de ceremonias y rodeado de sus bichos raros, “un particular pisto manchego de clowns, bufones o increíbles divas del burlesque absolutamente calorras…”. Se proponen demostrarnos que, lo sepamos o no, todos somos freaks, los días 15 y 16 de mayo. Los otros espectáculos, cuyos artífices no pudieron acudir a la presentación, son Une aventure, de la joven compañía francesa La Boca Abierta, un dúo de payasas músicas que actuarán el 17 de mayo, y Planeta España, de la cómica y cabaretera estadounidense afincada en España Rachel Arieff, el 30 de mayo. Nos mostrará de forma incisiva cómo ve nuestra sociedad una forastera.

Aprovechamos la ocasión para hablar con Pepa Plana, que recorre el mundo con sus espectáculos, sobre la situación de la escena clown. “Cuando todo era más bonito se construyeron festivales de humor y de payasos en todo el Estado”, cuenta, “pero ahora vivimos en una resistencia militante. Mucho ha desaparecido y lo que queda es muy precario”. Y aunque la escena de base sea en este momento “efervescente”, cuesta mucho salir adelante: “Ahora hay muchísimos maestros, no como antes que tenías que ir a París”, recuerda, “hay mucha gente haciendo cosas y, sin embargo, eso no se ve en las programaciones si no es en espacios clandestinos. Yo por eso busco mi lugar en festivales de teatro, donde los clowns tenemos que hacernos con nuestro espacio”.

¿Hace risa en el resto del mundo lo mismo que hace risa aquí? “El clown hace un humor muy ínfimo que conecta con todo el mundo en todas partes. Por ejemplo, un humorista que hace bromas sobre un político local o una guerra puede no entenderse fuera de su tierra. Pero un clown, que no dice nombres propios, mata una mosca y ya hace una crítica de todas las guerras”. Plana nos descubre que eso de valorar más lo que viene de fuera que lo autóctono no es un vicio únicamente español: “Es un complejo mundial, como artista extranjera en los festivales foráneos siempre te ponen en los mejores horarios y te dan todas las posibilidades”. Una cosa de risa.