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El paso al frente de Modelo de Respuesta Polar

El cuarteto valenciano edita 'El cariño' (Limbo Starr), que su maduración, de la mano del histórico productor Suso Sáiz

Componentes de Modelo de Respuesta Polar en una imagen promocional.
Componentes de Modelo de Respuesta Polar en una imagen promocional.

La banda nacida en Valencia está creciendo, y lo está haciendo a saltos. Ya habían conseguido llamar la atención hace un par de temporadas con Así pasen cinco años, un álbum editado por el sello madrileño Limbo Starr-referencia ineludible en la independencia hispana-que, no obstante, no terminó de obtener la resonancia esperada. Seguramente este álbum les ponga las cosas algo más fáciles, porque su ramillete de canciones es mejor, y destila un refinado acabado formal en el que ha tenido mucho que ver la producción de todo un histórico como Suso Sáiz (Esclarecidos, Madredeus, Los Piratas, Los Planetas). Su líder, Borja Mompó, es el primero en reconocer el enorme paso adelante que ha supuesto contar con un productor experimentado, minucioso y hasta cierto punto intervencionista: “no me interesaba el sitio donde grabar, sino trabajar la idea, el concepto de la canción desde su propio ADN, y el contacto con Sáiz vino a través de David (López, responsable del sello), quien ya había trabajado con él en la época de Los Planetas cuando estaba en RCA, y me propuso esa opción”.

Resuelto a embarcarse en un proceso de inmersión total, en el que la convivencia y el conocimiento mutuo entre músico e ingeniero de sonido se antojan premisas clave para dar con el resultado esperado, Mompó reconoce que al principio estaba un tanto desconcertado, con tanto compadreo y tan poco ensayo en los primeros días de entente: “yo estaba de puta madre, pero un poco desesperado, porque su forma de entrar en el proyecto era conocerme personalmente solo, y nos dedicamos a pasear, nadar, cocinar, y la verdad es que eso me desesperaba porque no cogíamos la guitarra”. La espera valió la pena, porque cuando le conoció más, “ya tenía licencia para meterles mano a las canciones, cosa que no era en absoluto una molestia, sino al contrario”. De hecho, reconoce que “todos en el grupo cedimos ante algunas de las dudas que surgieron, y al final hay que darle a Suso la razón, visto el resultado”.

Porque si algo refrenda El cariño es que son ahora las canciones las que priman por encima de las texturas. Y que Mompó ha asumido el foco central de un proyecto en el que, mientras él reside en Madrid desde hace un par de años, el resto de la banda (menos su batería, de reciente incorporación) se las apaña para viajar desde Valencia cuando la ocasión les permite ensayar: “el disco lo he compuesto yo solo con la guitarra: antes ensayaba más, y ahora cuesta más vernos para ensayar los temas”. Suso Sáiz fue también determinante a la hora de que diera un paso al frente y asumiera una mayor cuota de responsabilidad: “me animó a ocupar una centralidad que antes no tenía, sobre todo al ver grabaciones de conciertos anteriores en las que yo estaba como escondido en la banda, en un extremo del escenario. Él me animó a creerme el papel y a ocupar la plaza de frontman, que la banda no me comiera. Él me ha puesto en el sitio y me ha dado confianza, y es por eso también que la voz en las mezclas tenía que estar arriba”.

El giro operado, que no resulta traumático ya que preserva algunas de las señas de identidad del grupo pero refuerza virtudes y reduce afectaciones, obedece a razones de peso: “necesitábamos algo que fuera más que una continuación del disco anterior, había que quitarle gravedad a los ritmos, que alguien los ha llamado post rock en algún momento, aunque tampoco lo viera yo así (aunque pueda entenderlo), y a mí me apetecía hacer algo más orgánico, más llevadero y menos intenso”. Determinante ha sido también el protagonismo creciente de los teclados y la mayor diversidad rítmica, factores achacables a la incorporación del más que solvente Pau Paredes (teclista, batería y productor también para otros proyectos): “Pau no solo es batería, sino productor y teclista, así que es un lujazo tenerlo”.

El próximo paso es desvelar su contenido sobre los escenarios con tiento y paso a paso, en una gira que recala el 11 de abril en la sala Russafa de Valencia, y que se completa con cuatro conciertos más (el 9 en Madrid, el 24 en Zaragoza, el 25 en Huesca y el 26 de abril en Barcelona). De momento, ese circuito concéntrico (que suelen protagonizar los mismos, vaya) de los festivales de verano estatales les apetece pero no les quita el sueño: “primero queremos ver cómo respira el disco, y luego ya veremos”.

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