_
_
_
_

Asunta, envenenada gota a gota

Las imágenes de la niña caminando poco antes de su muerte hacen pensar a los investigadores que fue drogada en pequeñas y continuas dosis

Los padres de la pequeña tras un registro
Los padres de la pequeña tras un registroÓSCAR CORRAL

A las 17.21 horas de la tarde en que murió, el pasado 21 de septiembre, Asunta Basterra fue grabada por la cámara de una sucursal bancaria caminando por la acera, en dirección al piso de su madre, Rosario Porto, en la calle Doutor Teixeiro de Santiago. La niña de 12 años iba completamente erguida, imprimiendo el mismo ritmo al andar que en la grabación de las 14 horas, la que recoge el camino de ida hacia el domicilio de su padre, Alfonso Basterra, en República Argentina, para comer. La fortísima intoxicación por Orfidal que revelaron los análisis de sangre de la víctima no se había hecho notar, por tanto, pasada la sobremesa; ni siquiera casi una hora después de la grabación del banco, a las 18.18, la hora que marca el recibo de compra de dos testigos que estaban en una tienda próxima a la vivienda de Porto.

Más información
La autopsia definitiva de Asunta cierra la vía de la agresión sexual
El ordenador y el móvil del padre aparecen donde no estaban
Nadie se responsabiliza del error de contaminar con semen la camiseta
El juez interrogará al violador cuyo semen fue hallado en la ropa de Asunta
Rosario Porto se estrena como abogada para defenderse a sí misma
Varios testigos cuestionan la coartada del padre de la pequeña
Alfonso Basterra seguirá en la cárcel por “indicios de criminalidad”
“Mi madre me quiere matar”, dijo la niña en julio a sus profesoras de música
Consulte toda la información sobre el caso

 Estos adolescentes, un chico y una chica que conocía sobradamente a Basterra y a Asunta porque las dos habían estudiado tres años juntas en la Alianza Francesa de Santiago, testificaron haberla visto a esa hora en compañía de su padre, quien en su primera declaración dijo que no había salido de casa en toda la tarde. Los jóvenes explicaron que no notaron nada raro en la pequeña.

Inmediatamente, Asunta se subía al Mercedes verde que la madre sacaba del garaje, y en un par de minutos ambas eran retratadas de nuevo, esta vez de forma borrosa, al pasar por la llamada rotonda de Galuresa, camino del municipio vecino de Teo. Los investigadores consideran imposible que a la niña se le suministrase en una sola dosis la brutal cantidad de psicofármaco que recibió y que anuló por completo su capacidad de reacción cuando la asesinaron, según la autopsia, por sofocación. Si hubiese tomado sobre las tres de la tarde, únicamente mezclado con la comida, el lorazepam marca Orfidal que fue detectado en su sangre, en su orina y también en el alimento todavía muy sólido (este fármaco ralentiza la digestión) que halló el forense en su estómago, la menor no hubiese podido salir de casa por su propio pie. Por ello, según fuentes de la investigación, que lleva casi seis meses recabando de especialistas información sobre casos de intoxicación por lorazepam, el ansiolítico tuvo que ser ingerido en cantidades menores, de forma paulatina desde la comida y a través de los líquidos que bebió después.

Los análisis de sangre que realizó la Universidade de Santiago revelaron una cantidad de Orfidal de 0,68 microgramos por mililitro. Los que entregó más tarde al juez José Antonio Vázquez Taín el laboratorio de la Guardia Civil daban una cifra algo más baja, 0,60, también tóxica, no letal. Los investigadores creen que la niña, que ya había sido drogada repetidas veces en los meses anteriores, podía haber desarrollado “cierta tolerancia” a las benzodiacepinas, a pesar de su constitución biológica, ya que los orientales alcanzan la intoxicación, tanto con el alcohol como con los fármacos, con menor cantidad que los occidentales y su hígado elimina las sustancias más despacio. El medicamento le pudo empezar a hacer efecto de camino a la casa familiar de Teo, y ya dormida por completo, su muerte se produjo entre las siete y las ocho.

Los responsables de las pesquisas también sospechan que los padres, ambos imputados y encarcelados en la prisión coruñesa de Teixeiro como presuntos autores del asesinato, sabían que Asunta no iba a morirse solo con el Orfidal. La dosis más alta documentada clínicamente en el mundo es la que tomó un hombre que ingirió 150 comprimidos. Se sumió en un coma ligero y a las 24 horas despertó. “Nunca murió nadie por sobredosis de Orfidal”, explican fuentes de la investigación, “estas benzodiacepinas están pensadas, precisamente, para que las personas con tendencias suicidas que toman pastillas por prescripción médica no se quiten la vida con las recetas que les dan”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_