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Cerrada y sin futuro

La Comunidad desconoce el destino de la Academia de Policía a los tres meses de su clausura Con su desaparición solo se ahorran dos millones de euros

F. Javier Barroso
Entrada cerrada de la Academia de Policía, en la carretera de Colmenar Viejo, en la zona de Valdelatas.
Entrada cerrada de la Academia de Policía, en la carretera de Colmenar Viejo, en la zona de Valdelatas.SANTI BURGOS

El cierre de la Academia de la Policía fue una de las grandes medidas que anunció el presidente Ignacio González para adelgazar la Administración autonómica. Fue la baza que hizo valer durante el debate del Estado de la Región celebrado en septiembre. Sin embargo, este exiguo ahorro de dos millones de euros en un presupuesto para este año de 17.060 millones amenaza con convertirse en una patata caliente de la que pueda salir con graves dificultades y más de un lastre político, sobre todo en el sector de la seguridad, donde se mira con absoluto recelo la medida.

La Academia de Policía se había convertido en una de las mejores de las 17 que hay en el territorio español. De hecho, la fama le precedía, sobre todo en temas tan diferentes como el área psicológica y la formación a distancia. Este centro situado en varios pabellones de la zona de Valdelatas, en la carretera de Colmenar Viejo (M-601), había salido de tener unas instalaciones obsoletas y poco adecuadas a las necesidades reales del siglo XXI. Lejos quedaban ya el embrión del actual centro, la Academia Regional de Estudios de Seguridad (ARES) y su heredero el Instituto Superior de Estudios de Seguridad (ISES).

El actual centro dispone, o quizás disponía, de 35 aulas repartidas en diferentes edificios, una biblioteca con 80 puestos de lectura, un moderno polideportivo y una de las mejores pistas de atletismo de la región, un aula magna con más de 200 plazas, un aula judicial y cuatro galerías de tiro. La última, inaugurada en marzo de 2005, es de las más modernas de Europa. Consta de 24 puestos (20 puestos fijos y 4 abatibles), más un carrusel para tiro especializado y un equipo de tiro láser para formación básica y especializada, dos salas de control de tiro, cámara acorazada para 200 armas y más de 200.000 cartuchos de almacenamiento, entre otras instalaciones.

La última adquisición fue un edificio que reproducía un chalé y que se destinaba a hacer prácticas de entradas y registro y, sobre todo, contra la violencia de género, con cursos específicos.

El esplendor de la Academia llegó de la mano de las Brigadas Especiales de Seguridad de la Comunidad de Madrid (Bescam), los 2.500 agentes subvencionados —ahora parcialmente— por el Gobierno regional, recién llegada Esperanza Aguirre a la presidencia. Este plan suponía formar a centenares y centenares de agentes distribuidos en los 111 municipios que tienen policías locales (excepto la capital, que siempre se negó) para reforzar las plantillas en seguridad ciudadana.

Todo eso ya supone el pasado. Cuando acabó la formación de los bescam, las decenas de profesores tenían poco sentido. Un intento de renovarse fue la organización de los exámenes de porteros de discotecas y la formación de otros cuerpos, como los agentes forestales.

Pero todo acabó de un plumazo. La sentencia de muerte llegó en el debate del Estado de la Región. Este magno complejo estaba abocado a morir en el olvido, pese a no tener un destino claro. Solo la conservación y la vigilancia suponen más de 100.000 euros anuales, según reconocen fuentes municipales. Porque una cosa es que el edificio esté cerrado a cal y canto y otra que no sea necesario cuidarlo.

El que fue claro en que el Gobierno regional no tiene ni idea de su futuro fue el director general de Seguridad Interior, Manuel Oliver, en una comisión en la Asamblea de Madrid: “A día de hoy no sabemos cuál va a ser su uso”. Intentó justificar su existencia en la formación de los Bescam durante los años 2004 y 2005, pero se olvidó de un detalle importante. La Academia se creó mucho antes de estas macropromociones. Arrastra 30 años de historia.

En un principio se especuló con la cesión de los edificios a una universidad norteamericana para que instalase en ellos su campus europeo. No parece ese su destino final. “No estoy en disposición de decirles cuál es su destino, pero lo que sí puedo asegurarles es que tendrá un carácter público, ni particular ni privado, y en la medida de nuestras posibilidades, estará dedicado a la seguridad”, añadió Oliver.

La que no lo vio tan claro fue la diputada de UPyD, Elvira García Piñeiro, que calificó de “decisión precipitada” el cierre de la Academia de Policía. “Esto es una falta de respeto para los ciudadanos, después de que hayan pasado tres meses de su cierre. ¿No lo saben o es que quieren dar la primicia al consejero o al presidente de turno? ¿O es que lo dirán cuando lo consideren oportuno para sus intereses?”, le preguntó la parlamentaria sin encontrar respuesta.

Fuentes de la Unión Nacional de Jefes y Directivos de Policía Local (Unijepol) no descartan que la Guardia Civil traslade allí en breve parte de sus servicios caninos y de caballería.

La ‘patata caliente’ de la formación

Si el cierre de la Academia de Policía ha levantado una polvareda, no ha sido menor el problema de la formación de los 13.000 agentes municipales que hay en la región y de los nuevos que ingresen. Hasta ahora se hacía en el centro de Valdelatas, pero su cierre ha creado un problema que todavía no ha resuelto el Gobierno regional. Todo apunta a que los policías se formarán en la Academia que el Cuerpo Nacional de Policía tiene en Ávila.

“Es una salida muy digna porque los agentes recibirán una formación integral por profesionales de la Policía Nacional”, resumió el director general de Seguridad Interior, Manuel Oliver, en la comisión de Justicia. Similares declaraciones a las que hizo su jefe de departamento, el consejero Salvador Victoria.

El presidente de la Asociación Nacional de Jefes, Mandos y Directivos de Policía Local (Anjepol), José García Archidona, le preguntó si hasta ahora los agentes habían tenido una formación deficiente: “Estas afirmaciones suponen una agresión absolutamente innecesaria e intolerable a la cantidad de profesionales que han estado impartiendo clases en la academia. ¿Esto supone que sus antecesores en el cargo han estado permitiendo esta deficiente formación?”.

De hecho, otro colectivo profesional, la Unión Nacional de Jefes y Directivos de Policía Local (Unijepol) cree que el cierre de la academia madrileña ha estado motivado por la baja actividad del centro de Ávila y la necesidad del Ministerio del Interior de darle contenido a ese megacomplejo, ahora también infrautilizado por falta de promociones y oposiciones.

Muchos Ayuntamientos ya están en conversaciones con la Academia de la Policía Municipal de Madrid por si fuera posible formar a sus futuros agentes o a los que asciendan en sus instalaciones. “Es lógico. Tendrían que pagar el desplazamiento, dietas,... Y además, en el fondo, les formarían policías nacionales”, añaden fuentes municipales.

Para completar el panorama queda la patata caliente de la formación continua, aquellos cursos que permiten perfeccionar y reciclar a los agentes. El director general soltó una perla en su intervención: "No existe demanda de los municipios para dar este tipo de formación". Lógicamente, a falta de oferta, no hay solicitudes. La respuesta le llegó por parte del diputado socialista Pedro Santín: "Es la primera vez en los últimos 30 años en que no hay un plan de formación. Ni lo hay ni se espera que lo haya. ¿O quizás esperan a un tal Aneri para la Policía Local?".

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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