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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un aguijón implacable

No es una rareza, pero en un pueblo donde se vive codo con codo hay que tener cuajo para aguantar el tipo frente a corruptos y corruptores

En gracia a las fechas navideñas parece aconsejable suspender las hostilidades y abrir una tregua en la crítica al gobierno, tanto más cuando nos avezamos a un año preelectoral en el que el PP valenciano se las va a ver canutas para remontar el declive que constatan las encuestas de opinión y percibe cualquier observador del acontecer público. Todo eso al tiempo que la izquierda alternativa y rampante, que no está blindada contra la crítica, tendrá que justificar las esperanzas que ha suscitado en el universo progresista. Tengamos, pues, la fiesta en paz y ocupémonos de asuntos amables, que por estos pagos y tiempos son harto escasos. A este género pertenece, a nuestro entender, la aparición de un libro que merece la resonancia posible debido al raro caudal de civismo y tesón profesional que rezuman sus páginas.

Nos referimos a la obra Compromís social i polític (L'Eixam Edicions) de Cristòfor Martí Adell (Alboraia, 1940) doctor en Filología Moderna. En su haber cuenta el autor con una docena larga de publicaciones en las que en excelente y diáfano valenciano aborda temas antropológicos, políticos, de costumbres y narrativa, por lo general centrados en su marco comarcal. Aquí, glosaremos únicamente el título referido, en el que se condensa su labor periodística desarrollada en el periodo 1980-2013, caracterizada por su atención principal, aunque no exclusiva, a los problemas municipales con cuya gestión y entretelas administrativas se familiarizó en tanto que concejal de la Candidatura Democràtica Independent (CDI) en la legislatura 1982-86.

Su dedicación edilicia no mermó su pulsión literaria y un punto profética, como revela la cantidad de artículos en los que abordó asuntos de toda índole fiel al lema del político francés Jean Jaurès que figura como frontispicio del libro: "la valentía es buscar la verdad y decirla", proclamaba el estadista y éste ha sido el santo y seña del colega. Una norma ética que explica el carácter contestatario y un punto profético de su producción periodística, en la que, como reflejo de los tiempos vividos, ocupa un lugar destacado la crítica urbanística, ceñida sobre todo a la planificación, explotación o saqueo de la playa de Alboraia, un filón sobre el que fue especialmente beligerante contra el partido socialista tanto como contra el popular —y sus alcaldes— que han gobernado el consistorio plegándose a las conveniencias del inversor antes que a las prioritarias del vecindario. No es una rareza, pero en un pueblo donde se vive codo con codo hay que tener cuajo para aguantar el tipo frente a corruptos y corruptores cuando se ejerce de Némesis, digamos de justiciero.

Y como es lógico —lógico en una sociedad democráticamente primaria todavía, como esta— nuestro autor ha tenido que luchar para encontrar acogida en los medios informativos que, con pocas excepciones, eran modestos o dependían del Ayuntamiento cuestionado. De ahí que las acaso mejores páginas del libro sean las inéditas por no haber encontrado acogida o haber tropezado con un censor estúpido. Al filo de lo que decimos resulta deprimente constatar que el panorama mediático valenciano no solo no ha mejorado con el paso del tiempo y las nuevas tecnologías, sino que no ha parado de encogerse y depredarse. Pero dejémonos hoy de reproches y celebremos el libro de este alborayense que merece ser reconocido como un aguijón implacable del poder. ¿Qué mejor crédito para un periodista?

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