“Ahora en la arquitectura la sociedad debe ser más importante”
El proyectista defiende que la transformación urbana se ha de hacer contando con los vecinos
Su casa de Alicante, en el Paseito Ramiro, se ha convertido en un museo abierto al público. José María Torres Nadal (Cieza, 1947), doctor en Arquitectura y, desde 1999, catedrático de la Universidad de Alicante, considera que las cosas están cambiando y hay que situar a la sociedad “por delante de la arquitectura”. Torres Nadal, profesor invitado en las principales universidades europeas y americanas, acoge con esperanza las nuevas plataformas participativas que levantan su voz.
Pregunta. Usted acaba de abrir su casa al público como si fuera un museo. ¿Por qué?
Respuesta. Siempre me resistía a que la transformación urbana se hiciera sin contar con los vecinos. Entonces pensé aquello de que la casa es un museo, me fui a Copenhague a impartir un curso y desarrollamos con los vecinos esa idea, transformé una casa danesa con otros ambientes. Y cuando llegué a Alicante pensé que nada mejor que mi propia casa. Por eso desarrollé cinco instalaciones para abrir a la gente el lugar donde trabajo.
P. Usted dijo que ante la actual crisis “debemos reconstruir los procesos como la política, la educación, la información”. ¿Pero cómo?
R. Atendiendo a los afectos, o las relaciones vecinales para ver qué ocurre en las ciudades. Hasta ahora el PGOU se hacía en un despacho de arquitectura, se aprobaba y se aplicaba años más tarde, con una realidad distinta. El ciudadano notaba que aquello era ajeno. Ahora en la arquitectura, la sociedad debe ser más importante, porque el aspecto principal no es tanto la arquitectura como la sociedad, primero la sociedad y luego arquitectura, el arquitecto no deja de ser un mediador social.
P. ¿Qué pasó para que esto no ocurriera hasta ahora?
R. Se primaron decisiones políticas erróneas, prevalecían los intereses particulares por encima de los generales, se dejó de lado los afectos y el resultado es esta especie a avasallamiento sobre las ciudades, los paisajes y el litoral. La imagen de los barrios periféricos es impresentable, no se han tenido en cuenta los problemas de la gente que vive allí.
P. ¿Pero cómo se llegó a esta situación? Quién es el responsable: promotoras que buscaron su interés, los políticos que se dejaron engañar por los constructores o los arquitectos que hicieron dejación de sus funciones…
R. La respuesta fácil es que un poco de todos, pero no hay que mirar tanto eso sino buscar los mecanismos a nuestro alcance para evitar que esto ocurra.
P. ¿Y quién le da la vuelta a esta situación?
R. Eso es una pregunta heroica y que busca una respuesta inmediata. Yo creo en las acciones pequeñas, empezar a trabajar desde la educación hace que al final se generen situaciones de transformación y cambio, el modelo de trabajo del arquitecto ha cambiado radicalmente. El valor único de la arquitectura no tiene sentido, hace años nadie hablaba de bienes comunes, ni de ciudadanía o las nuevas tecnologías, hay un cambio ideológico imparable.
P. ¿En momento creativo vital se encuentra?
R. Es ridículo decir que estoy en mi mejor momento. Pero es cierto que soy un afortunado. Tengo contacto en la Universidad con gente que tiene 20 y 25 años con un gran conocimiento que son un capital único, luego tengo un concepto de experiencia a base de errores y tenemos un contexto social novedoso, plataformas reivindicativas que plantean formas nuevas de ejercer la arquitectura. La oportunidad de moverte en este triángulo es fabulosa.
P. Sin embargo, hay decenas de arquitectos en paro, otros cambian de profesión y muchos se van al extranjero por la crisis.
R. Es dramático que las personas no se vayan por obligación y no porque quieran, puedan o deseen, eso no es productivo. Yo siempre he sido partidario que nadie estudie donde hizo el bachillerato, aunque no todos se los pueden permitir por cuestión económica, pero considero que es bueno salir, los colegios mayores o residencias eran los primeros lugares de convivencia democrática donde tú te administras el tiempo, el espacio y el dinero.
P. El arquitecto García Solera hace unas semanas en la prensa local criticaba la falta de rumbo de Alicante y se lamentaba que esta ciudad se está volviendo “cutre, anárquica y chabacana”. ¿Qué opina?
R. No sé a qué se refiería con eso. No pienso que esas categorías funcionen así. Aunque no me gusta para nada la colocación anecdótica de unas setas en la calle San Francisco, que revelan que había un problema.Pero no se plantea una transformación real de la ciudad, sino se aplican soluciones vulgares y alejadas de la realidad.
P ¿Y quién debe cambiar eso?
R. El liderazgo debe ser de las plataformas que elaboran procesos inteligentes de cambio y transformación en la ciudad. No de unos u de otros, sino de una nueva relación para hacer un urbanismo distinto en la que los vecinos tengan un papel importante, y no es un canto bobo a la participación. Hay que invertir los términos de lo que la arquitectura ofrece a la sociedad.
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