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MÚSICA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

De soledades y tecnologías

La contralto Noa Frenkel pretende transmitir una reflexión sobre la soledad en estos tiempos de internet, facebook, smartphones y todo tipo de máquinas

Sola en escena, rodeada de aparatos electrónicos, con un teléfono móvil siempre a mano y esperando sentada a los espectadores un buen rato antes de que comience su actuación, la contralto Noa Frenkel pretende transmitir una reflexión sobre la soledad en estos tiempos de internet, facebook, smartphones y todo tipo de máquinas. Utiliza la voz en una gama amplia de posibilidades y variaciones, dando lugar a lo que ella misma llama “recital electrónico”.

NOA FRENKEL

“Solitude in the Age of Mass Media”, para contralto y electrónica. Obras de Morton Feldman, Purcell, Mahler, Rosenbaum, Murray y Edwards. Fundación BBVA. Palacio del Marqués de Salamanca, 21 de diciembre.

Cuatro de las nueve partes del concierto son de Morton Feldman- en concreto de su obra Three voices, de 1982- lo que garantiza, a modo de motivo conductor, un considerable apoyo para el espectador. La intensidad aumenta cuando Frenkel acomete a su manera dos piezas históricas tan emotivas como O Solitude, de Henry Purcell, o Ich bin der Welt abhanden gekommen, perteneciente a los Rückertlieder de Mahler. La dulce elección de la soledad de Purcell, o la retirada del mundo de Mahler, sitúan el proceso de reflexión en otro contexto, con la memoria musical en primer plano.

La cantante se acompaña al piano para complementar los arreglos electrónicos o se sitúa con melancolía al lado de un aparato de radio. En la concepción global los textos y las melodías reconocibles generan complicidad. El público aplaude esos momentos. No es casual. La sensación de soledad, o de incomunicación, se hace desoladora con las piezas de los más jóvenes, el canadiense Max Murray y el estadounidense Peter Edwards, aligerándose con la israelí Keren Rosembaum, tal vez por su carácter más coreográfico, más lúdico, más de performance, lo que obliga a Noa Frenkel a intensificar su faceta de actriz. Incluso aparecen unos breves toques de sentido del humor que se agradecen.

Claro, entre unos y otros capítulos se recurre a la música de Feldman, todo un lujo en este experimento sonoro-teatral-sociológico. Noa Frenkel está espléndida de principio a fin. El espectáculo es del máximo interés en varios frentes. Ahora, eso sí, se toma o se deja. Pero si se engancha es fascinante.

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