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CRÍTICA | CLÁSICA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

No siempre salen las cosas como se desea

David Daniels y Martin Katz se dejan la piel, pero las circunstancias no les acompañan

Hacía ya ocho temporadas que el contratenor estadounidense David Daniels y el veterano y carismático pianista también norteamericano Martin Katz no actuaban juntos en los ciclos de Lied del teatro de La Zarzuela. Ayer vinieron a por todas, planteando un recital que contemplaba desde el barroco italiano con obras de Jacopo Peri, Francesco Durante, Giulio Caccini y Girolamo Frescobaldi hasta canciones populares norteamericanas, con incursiones en el lied alemán de la mano de Brahms, o en el repertorio francés con Reynaldo Hahn y Hector Berlioz como soportes.

XX CICLO DE LIED

Con David Daniels, contratenor, y Martin Katz, piano. Obras de Brahms, Hahn, Berlioz, barroco italiano y folk americano.

Teatro de la Zarzuela, 16 de diciembre.

Se dejaron la piel, pero las circunstancias no les acompañaron. Daniels no tuvo su noche, tal vez por la presión adicional de un inoportuno resfriado. En el barroco y en el folk se sintió más a gusto. Cuestión seguramente de familiaridad con el estilo desde el color de contratenor, o de comodidad con las músicas populares que se llevan dentro. Su incursión en Brahms fue distante, incluso fría. Mejoró en Hahn con una musicalidad intachable y una entrega a prueba de superación de dificultades, y volvió el tono mecanicista en Berlioz. La actitud de Daniels fue voluntariosa en todo momento pero transmitió nerviosismo y hasta una pizca de sufrimiento en la permanente exploración de sus condiciones respiratorias.

Una señora en la sala se acercó en el descanso a mi localidad y me dijo: “Hoy no está fino, pero acaba de cantar de forma fabulosa el personaje de Ottone en Agrippina, de Haendel, en el Liceo de Barcelona”. Evidentemente, David Daniels es mucho mejor cantante de lo que demostró ayer en Madrid. Pero el canto es lo que tiene. El contratenor puso en el empeño todo el coraje imaginable, pero las cosas no le salieron como deseaba. El pianista tiró del carro lo que pudo e incluso soltó una graciosa frase en perfecto español en una de las canciones. Provocó una sonrisa colectiva. De propina regalaron una canción española y un aria de Purcell. El público salió en líneas generales satisfecho, pero no entusiasmado.

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