Cataluña pierde 150.000 habitantes en cuatro años por la emigración
Más de 120.000 extranjeros se fueron el año pasado, casi el doble de los que llegaron
Cataluña perdió población el año pasado por primera vez desde la Guerra Civil. Los datos provisionales del Instituto Nacional de Estadística indican que el año se cerró con 24.000 habitantes menos. A ese descenso contribuyeron las salidas de ciudadanos hacia otros países y al resto de España, que desde 2009 son superiores a las llegadas de inmigrantes. En total, el saldo migratorio en los últimos cuatro años arroja una pérdida de 150.968 ciudadanos, según un informe del Departamento de Economía. El documento advierte, además, de que la crisis “acelera” el envejecimiento demográfico por la marcha de personas de entre 25 a 54 años y la reducción del número de nacimientos por las malas expectativas económicas de los hogares.
Rafael Morató: "En Alemania sin el idioma no vas a ninguna parte"
Rafel Morató es licenciado en ingeniería, ronda la treintena, habla idiomas y emigró a Alemania. El junio de 2011 llegó a Múnich, aconsejado por un amigo ingeniero que ya trabajaba allí. "Tuve suerte, cogí el boom de contratación de ingenieros", comenta. Pero no emigró con una mano delante y otra detrás: "Tenía claro que sin el alemán no iba a ningún sitio", explica. Por eso se pasó los meses anteriores al viaje realizando cursos intensivos de alemán y recomienda conocer el idioma si se piensa en emigrar a Alemania. Le cogieron poco después de aterrizar a Múnich en una compañía que diseña piezas automovilísticas. Con el día a día en la empresa ha ido perfeccionando su alemán.
Lleva dos años en Baviera y se ha integrado: tiene casa, pareja y ha hecho amigos con los que juega al hockey cada semana. “Es verdad que en general los alemanes son más fríos, pero en cuanto los empiezas a conocer se van soltando”, comenta, y añade que en cualquier bar alemán “hay el mismo ruido que en uno de Barcelona”. Su intención, regresar si la situación mejora.
El informe Efectos del cambio de ciclo económico sobre las tendencias demográficas, elaborado por Cristina Amarelo, resalta que la explicación del declive demográfico en Cataluña se debe al “comportamiento de la inmigración”, puesto que “la fuerte recesión” que ha registrado la economía ha provocado que “el saldo positivo se haya convertido en negativo”, es decir, que se esté dando una “salida neta de población extranjera y autóctona hacia el extranjero” para hallar “mejores oportunidades laborales”. A su vez, el número de nacimientos “empieza a verse afectado” por las malas expectativas de la economía y por una disminución en el número de mujeres en edad fértil.
El saldo migratorio en Cataluña empieza a ser negativo en 2009, cuando la diferencia entre salidas y llegadas se cerró con unos números rojos de 25.023 personas. Ese volumen ha ido creciendo progresivamente, de modo que el año pasado hubo una pérdida de 63.262 personas, de acuerdo con los datos del INE. Esa balanza fue negativa tanto con el resto de España como con el extranjero. Por un lado, 45.579 ciudadanos se fueron a otras comunidades, mientras que llegaron de otros territorios de España 42.049 personas.
María Olivella: “Sin las becas no hubiera podido irme”
Desde que realizó un Erasmus, a la politóloga Maria Olivella le atraía la idea de conocer mundo. Antes de tomar la decisión de irse, primero a Nueva York en 2009 y después a Brighton (Reino Unido) en 2011, tenía claro que necesitaba una beca. “Para marcharse fuera a investigar o te becan o tienes que tener mucho dinero”, comenta.
En Nueva York estuvo seis meses en el organismo para las mujeres de las ONU. Cuando regresó a Barcelona, en un año y medio tuvo tres trabajos hasta que el patronato Catalunya-Món, que depende de la Generalitat, le concedió una beca para un máster en la Universidad de Sussex de Brighton. Maria hace hincapié en distinguir cuándo una persona decide emigrar por obligación o por voluntad. “Muchos políticos meten en el mismo discurso los jóvenes que se van a Londres a limpiar retretes porque aquí no tienen futuro y los que emigran porque quieren”. Hace poco Maria encontró trabajo en Cataluña en un proyecto de investigación en prevención juvenil de la violencia de género en la Universidad Rovira y Virgili.
Esos movimientos responden, según el estudio, al patrón tradicional de migraciones, puesto que muchos ciudadanos que se desplazaron a Cataluña en los años sesenta y setenta regresan a su tierra natal al jubilarse. Es más, el informe resalta que la elevada tasa de paro de algunas comunidades “no parece haber incentivado el aumento de la movilidad geográfica laboral”.
El mayor vuelco, pues, se da en el saldo migratorio con el extranjero, que durante la época de expansión económica había sido “de signo positivo y de gran magnitud”, de forma que a comienzos de 2010 el peso de los inmigrantes en el conjunto de la población era del 16%. La llegada de ciudadanos de otros países no solo se ha frenado, sino que retrocede y el saldo con el exterior indica una pérdida de 59.732 habitantes. En concreto, en 2012 se marcharon 121.617 habitantes extranjeros, mientras que llegaron 67.969. El informe señala que la principal causa de esa marcha es “el deterioro del mercado de trabajo”, puesto que “este es uno de los colectivos más afectados por el incremento del paro” y que “suele tener menor cobertura de prestaciones de desempleo porque tiene trayectorias de cotización más cortas”.
El informe constata, no obstante, que las emigraciones de extranjeros no han sido masivas porque la diferencia del nivel de vida entre Cataluña y muchos de esos países de origen todavía son elevadas. Aun así, sí se ha producido una salida neta “más pronunciada” de extranjeros procedentes de países latinoamericanos, cuyas economías hoy están creciendo. “Es el primer colectivo que a partir de la crisis ha mostrado más tendencia al retorno”, agrega el documento, que también señala que “se detecta un incremento de la llamada irregularidad sobrevenida”, es decir, población con permiso de residencia o trabajo que no puede renovarlo porque está desempleada.
Esos movimientos responden al patrón tradicional de migraciones, puesto que muchos ciudadanos que se desplazaron a Cataluña en los años sesenta y setenta regresan a su tierra natal al jubilarse
También se incrementa el número de catalanes que se va al extranjero. En total, en 2012 marcharon 11.523 personas y volvieron 5.439. Sin embargo, esa cifra merece todas las cautelas. Primero, porque un tercio de esas salidas corresponden a ciudadanos nacionalizados de origen extranjero, y segundo, porque la movilidad a otros países de la Unión Europea es sencilla y es posible que quienes se han ido ni se hayan dado de baja en el padrón municipal ni se hayan dado de alta en los consulados de su destino. El informe recuerda que en los próximos años esa emigración podría estabilizarse y aflorar en las estadísticas, y advierte: “Puesto que la salida de catalanes al exterior va en aumento, aunque ahora no es muy significativa, sí afecta especialmente a la gente con más formación y puede conllevar una importante pérdida de capital humano”.
Doris Giralt: “El banco me hizo sentir como una delincuente”
Doris Giralt llegó a Barcelona hace 13 años procedente de Colombia. Y regresó a su país el pasado junio. Responsabiliza a su banco, cuyo nombre prefiere no desvelar para evitar represalias, de su retorno forzoso. Esteticista y peluquera de profesión, Doris fue encadenando contratos en peluquerías y centros de estética hasta que se quedó sin trabajo en 2008. “Yo quería seguir haciendo cosas, incluso trabajé cuidando ancianos, cobrando en negro y sin cotizar”, explica. Pero llegó el día en que no pudo continuar pagando la hipoteca y el banco la desahució. “El banco me hizo sentir como una delincuente, cuando yo he trabajado de forma honrada toda mi vida”, recuerda.
No se pudo acoger a la dación en pago, y optó por regresar a su país debido a las quiméricas condiciones de refinanciación de la deuda hipotecaria que le ofrecía el banco. “Si aceptaba su oferta no podía cobrar más de 700 euros, porque si ganaba más me embargaban toda la nómina”, explica con acritud. “Mi hipoteca estaba sobrevalorada, pero no lo tuvieron en cuenta cuando decidieron desahuciarme, quedarse con mi piso y mantener la deuda”, lamenta.
Pese a contar con el apoyo de sus amigos, su situación económica y el estigma al cual la sometió el banco le hicieron dar el paso definitivo y coger un avión de regreso rumbo a Colombia. “Los amigos ayudan, pero en condiciones como esta echas de menos a la familia, que está al otro lado del charco”, comenta.
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