“El espectador no viene a ver caras sino películas”
El abogado, escritor y crítico denuncia: "Somos demasiado políticamente correctos"
El abogado, escritor y crítico cinematográfico Ángel Sala (Barcelona, 1963) dirige desde 2001 el Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges, considerado el más importante de su género. Cada año visiona miles de películas para escoger las que se proyectarán durante el festival. Este año, son 155 que podrán verse desde hoy hasta el próximo 20 de octubre.
Pregunta. ¿Cuál es la fórmula del éxito de su festival?
Respuesta. Es un festival hecho para un público hambriento porque este tipo de cine no llega a las salas de cine, o llega muy poco y tarde y pasan inadvertidas. Y vienen porque quieren verlas en comunidad, en grupo o con amigos, no en la soledad de su casa.
P. ¿Son unos frikis?
R. Son seguidores fieles, que conocen y saben lo que están consumiendo, que manejan fuentes y conocen a los directores y lo que hay de nuevo en el panorama internacional y quieren verlo. Esta fidelidad no existe en otros géneros.
P. Este año se ha reducido el presupuesto y las películas que se proyectarán.
R. No había otra. Hemos reducido el presupuesto bastante. Nunca hemos tenido mucho, hemos pasado de 2,3 a 1,7 millones de euros. Eso implica que no podemos ofrecer lo que otros festivales. No podemos traer a un figurón. Pero el espectador de Sitges no viene a ver caras, viene a ver películas.
P. REC, Los ojos de Julia, El orfanato, El cuerpo, son algunos de los títulos, la mayoría óperas primas de sus directores, que han inaugurado Sitges en los últimos años.
R. Desde 2005 siempre ha habido un estreno catalán y español. Es un objetivo estratégico, que no una obligación. Aquí hacemos un estupendo cine de género, somos una potencia, llevamos muchos años siéndolo. Este año lo inaugura Grand Piano, de Eugenio Mira, una película catalana con actores como Elijah Wood y John Cusack, que en su participación en el festival de Austin se ha comparado con las películas de Hitchcock. Son trabajos que no han pasado inadvertidos, que han tenido un recorrido largo e importante. Les damos cierta suerte. El cuerpo, de Oriol Paulo, que inauguró el año pasado, hizo siete millones en taquilla. Les damos un empujón.
P. ¿Zombies, vampiros... No se repite mucho el fantástico?
R. Los temas sí, pero el género tiene la capacidad de reinventarse y mutar su propia mitología y hacerla nueva. El zombi ha variado y es uno de los mayores mitos del cine. El miedo, la oscuridad, la muerte o lo desconocido son siempre iguales; responden a la incerteza al futuro. El género es inagotable. No se acaba nunca. Los franceses acuñaron el término fantastic que englobaba el terror, la ciencia ficción, la fantasía y el cine raro y experimental. Desde entonces las películas de Buñuel, de David Lynch, el surrealismo o el expresionismo pasa por ser fantástico. El 60% de las películas que se hacen hoy es fantástico.
P. En su festival siempre hay lugar para películas arriesgadas.
R. En la sección Nuevas Visiones se apuesta por el radicalismo en el formato, con películas complicadas de ver, pero que tienen su público. Es el caso de Escape from Tomorrow, de Randy Moore, rodada con una cámara personal en un parque de atracciones; una película terrorífica que ha tenido una repercusión espectacular en Sundance. Siempre hay películas con contenido fuerte, pero procuramos no traspasar el límite. Nunca lo hemos hecho. Con el tema de A serbian film [que llevó a Sala ante el juez] se demostró que no habíamos pasado ningún límite. Este año hay películas fuertes pero muy divertidas, como The Green inferno de canibalismo en el Amazonas.
P. ¿Por qué sigue habiendo temas que escandalizan?
R. Hay temas, como el canibalismo, que generan rechazo, pero mucho morbo. La gente es curiosa por naturaleza. Hoy día se produce una histeria extraña fomentada por un tipo de televisión. No nos escandalizan programas basura tremendos que son un daño a la vista y a la mente y sí una película determinada. Esto no pasaba antes. Nos hemos vuelto muy conservadores sin darnos cuenta, incluso los que van de progresistas. Somos demasiado políticamente correctos. Tiene que haber límites, pero hay demasiados y algunos de índole muy muy peligrosa. Existe una doble moral muy extraña.
P. ¿Cómo ve la situación del cine español en la actualidad?
R. Complicada. Hay mucho talento, alguno consolidado, otro emergente. Pero la situación que se está creando es muy grave. Los recortes de las ayudas públicas resultan exagerados. No quisiera pensar que existe intencionalidad. Además, la coyuntura actual impide que se produzca la adaptación a un nuevo modelo. Tenemos que cambiar el chip. El tema del cine no es como hace 30 años. Las formas de consumo y las estructuras; la distribución y la exhibición, tienen que cambiar. En poco tiempo la mayoría de películas serán en 3D y aquí será imposible verlas. Gravity o Batman. El caballero oscuro están hechas para verlas en cines Imax, pero los pocos cines Imax que hay se dedican a proyectar documentales de cocodrilos que se pueden ver en casa en un canal de naturaleza. Si no hay reconversión, dentro de dos días, no podremos ver las películas.
P. ¿La gente no va al cine por la piratería?
R. Soy un gran consumidor de cine. Voy mucho, pero cada vez menos. Te encuentras con salas vacías, pese a que ir al cine es un acto social, por eso tienen éxito los festivales de cine. La programación es muy deficiente, hay muchas veces que no apetece ir al cine.
P. ¿Dónde está el futuro del fantástico?
R. En Oriente, sobre todo Japón, pero también en países emergentes que cada año aportan alguna sorpresa, como Filipinas y China. Pero también en Latinoamérica, donde la situación ha cambiado. Antes allí el cine denunciaba situaciones sociales y políticas, ahora mira más el imaginario.
P. ¿La televisión es el nuevo cine?
R. No. Son dos medios excelentes, pero diferentes. Pero la televisión ha tenido una fuerza en los últimos años espectacular. Se han producido series americanas que han funcionado como locomotoras en el campo del fantástico que han metido en las casas el género. La televisión ha conseguido que después de cenar la gente se siente en horario de prime time a ver una serie de zombis como Walking dead. Resulta extraño.
P. ¿Qué es Pughkeepsie?
R. Es mi primera película; una aventura que hice con 1.500 euros y 13 horas de rodaje. No sé si es el principio de algo nuevo, sí que me lo pasé muy bien haciéndola. Es una película muy experimental y muy críptica, pero en ella hay muchas cosas mías.
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