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Tres guionistas para una misma película

En la película de la decadencia del Deportivo los responsables del guión hace tiempo que han señalado a los malos: son dos, llevan corbata y tienen la llave de la caja

En la película de la decadencia del Deportivo los responsables del guión hace tiempo que han señalado a los malos: son dos, llevan corbata y tienen la llave de la caja. Ahí están los administradores concursales, metidos de lleno en la escena del crimen, prisioneros de alguna torpeza menor que juega en contra de su presunción de inocencia, siempre señalados en la desgracia, jamás en el triunfo. Responsables, dicen, de los avatares futbolíticos en un club en el que los fracasos se explican, según su presidente, debido a imposiciones que conllevan una plantilla escueta en la que, con todo, emergen realidades como la del central Pablo Insua, convocado ayer para jugar con la selección sub-21, un futbolista que hace dos años era titular en la sub-19 y que se ha pasado ese lapso temporal jugando en Tercera para dejar espacio, entre otros, a Roderick o Aythami. Entonces los malos eran otros.

Es posible que con el Geijo de turno el Deportivo fuera distinto. También es probable que no, que sin un buen cheque lo normal es acceder a Mista y Desmarets en lugar de a Tristán y Djalminha y que alguien, encorbatado por el rigor, tenga que poner una frontera a la ambición, que no todo se reduce a una apuesta de bucle eterno en la que la probabilidad de sacar premio convierta el coste de los boletos en una cuestión accesoria. “Quienes nos llevaron al ascenso hace dos años son ahora acreedores del club”, resumió el candidato Paco Zas, en la que quizás sea su sentencia con mayor enjundia en sus primeros días de exposición mediática. El Deportivo despachó el partido contra el Mirandés con un empate a cero y un nuevo ejercicio de impotencia en Riazor, donde ha marcado un gol en cuatro partidos. Fluyeron otra vez las excusas de Lendoiro hacia el flanco de los administradores. Poco importa la dimensión del oponente, que represente a una población del tamaño de Monte Alto o que su presupuesto global sea de 4,1 millones de euros, un millón menos de lo que se gasta el Deportivo tan sólo en futbolistas y técnicos. Seguramente el guión pueda trabajarse un poco más.

Renglones bien rectos son los que intenta trazar Paco Zas, la única alternativa a Augusto César Lendoiro en los últimos 25 años. O al menos la primera en mostrarse. Lo hizo con el palo y la zanahoria. Tras señalar a Lendoiro por anteponer sus intereses a los del club, y recordar que ha multiplicado la deuda de la entidad por cien, confesó su lendoirismo “cuando las cosas se hicieron bien”. Es justo esa contradicción la que encierra el sentimiento que tiene buena parte del deportivismo, el que, como su presidente, no reparó en gastos porque quería ganar y además apreciaba que el dispendio engordaba lo emocional y no encogía su bolsillo, que para algunas cosas Hacienda no somos todos. La tibieza de Zas se ha prorrogado en las últimas horas, tanto que tres días después de ponerse de largo en un hotel de A Coruña no consideró oportuno tener en la previa de la cita del pasado sábado en Riazor más presencia ante aficionados y accionistas que la de asistir al partido como un deportivista más. Quizás estemos ante un proceso similar a eso que Lendoiro denomina “juego callado”, quizás no: el 90% de los accionistas del Deportivo tienen menos de cinco títulos. Estar próximo a ellos puede ser tan decisivo como en las elecciones de un club que no es sociedad anónima. Zas, que fue futbolista con clase y porte, un líbero de frente levantada y melena al viento, quiere mostrar pátina de gestor y ha elegido un eslogan (“deportivista como tú”) que entronca con el que empleó en su día Manuel Fraga para dejar claro que aunque acabar de llegar nunca se había ido. Y argumenta que es precisamente esa necesidad de gestión la que implica que en su candidatura no haya guiños en forma de nombres que inviten al debate futbolístico, detalle que no deja de ser lógico cuando se afronta un proceso electoral mientras rueda la pelota.

Al tiempo Fernando Vázquez escribe su propio libreto, asume realidades y advierte que conseguir un equipo que domine los partidos es una cuestión más de tiempo que de mimbres, un tema de entrenador por más que asuma “un problema ofensivo importante” y reconozca, sin dar aún nombres, que hay futbolistas que deberían de ofrecer soluciones en ese sentido y que están fallando. El Deportivo lleva a estas alturas un punto más que en su última experiencia en Segunda y un único gol ante el Mirandés le hubiera dejado en puesto de ascenso. Tan barato comienza a parecer el objetivo que Vázquez ya se anima a situarlo en los 75 puntos, dos menos que los que precisó el Villarreal el año pasado, diez menos que el Celta cuando la escuadra coruñesa llegó a 91. Para el Lugo la meta es mas modesta, se cifra en 50 y tiene que ver con otro tipo de gestión, la de administrar los elogios y no despistarse ante ellos. Ayer cayó ante el Castilla (2-0, con goles de Jaime y Omar), damnificado por un mal inicio y un penalti inexistente. Y ni el Lugo ni nadie va tan sobrado en Segunda como para hacer concesiones.

 

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