La Cubana da la campanada
Sus actores convierten las calles de Madrid en escaparate de una boda
El espectáculo asombró, entusiasmó e hizo partícipe a los ciudadanos que se encontraban en el centro de Madrid de la presentación de la obra Campanadas de boda que La Cubana representa desde el jueves en el Nuevo Teatro Alcalá.
Los preparativos comenzaron a las 12.00 cuando las actrices Annabel Totusaus (Hortensia) y Alexandra González (Margarita), vestidas con los mismos tonos —rosa, amarillo e índigo—, salieron a las puertas de la tienda de novias Rosa Clará en la calle de Velázquez y comenzó el espectáculo. Los viandantes no daban crédito a lo que veían sus ojos: una chica en corsé, coulotte, liguero y medias blancas se probaba ante ellos hasta cinco vestidos de novia. Los iPad y teléfonos móviles hicieron competencia a los fotógrafos y profesionales de televisión porque no querían dejar de inmortalizar el momento. Se quedaron con la miel en los labios cuando los periodistas subimos al autobús que con exuberante adorno floral se dirigió por Velázquez para girar por Núñez de Balboa, donde se subió al vehículo otra de las actrices con dos cestas de ramos de flores y un atuendo que dejaba al descubierto su lencería negra. Las conversaciones que mantenían entre ellas resultaban hilarantes, al mismo tiempo que se asemejaban bastante a las de una familia cualquier durante los preparativos de una boda.
En este aventurado recorrido subieron al autobús otros dos actores de la compañía repartiendo puros entre los periodistas. Si ya la situación era rocambolesca, esta se acentuó aún más cuando en Príncipe de Vergara, en la puerta de una iglesia, aparecieron otros tres actores, una de ellas la empleada de hogar, que subió al autobús con un jamón entre sus manos. Entre risas y bromas, el jamón fue sorteado entre los periodistas que habíamos sido numerados al inicio de esta aventura teatral. ¿Se pregunta si me bajé con la pata de cerdo entre mis manos? No, no me tocó.
Las risas continuaron en esta locura cuando en el recorrido fuimos encontrando una veintena de jóvenes vestidas de novias realizando tareas cotidianas: pasear a un perro, llevar un carrito de la compra, salir de una farmacia, sacar dinero de un cajero... ¿Se imaginan la cara de quienes pasaban a su lado? El trayecto finalizó a las puertas del Nuevo Teatro Alcalá, no el espectáculo. Una tuna interpretó un par de canciones junto a una gran tarta de boda mientras un par de camareros repartía bandejas de hojaldres y pastelitos de Lhardy. Los viandantes se sumaron al aperitivo mientras los actores cambiaban su atuendo e improvisaban sobre una alfombra roja uno de los números musicales integrado en Campanadas de boda.
En esta nueva producción de La Cubana, compañía creada en 1980, los actores reflejan, sin exageración, lo que ocurre en una familia cuando se va a celebrar la boda de alguno de sus miembros. Un acontecimiento que revoluciona a todos y en la que los invitados se convierten en actores de la comedia. Civil o por la Iglesia, cualquier boda que se precie tiene momentos cómicos que son los que van pasando de boca en boca. Y regalos que no sabes que hacer con ellos de lo horrendos que son.
De todas estas cosas, de la realidad misma, es lo que ponen sobre el escenario este grupo de actores que aterriza en Madrid con afán de quedarse una temporada. Hasta el momento han realizado 493 funciones que han sido vistas por 350.000 personas.
Campanadas de boda trata de teatro. “Todos nuestros espectáculos pretenden demostrar que detrás de cualquier evento cotidiano siempre hay teatro. Y esta obra es una parodia de la gran parodia”, señala el director, Jordi Milán. Si quieren reírse, no lo duden.
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