Lectura en los Jardines de Sabatini
El actor, cantante y director escénico, que presenta su último trabajo, ‘La Corte del Faraón’, bucea en sus recuerdos en la plaza de toros de Vistalegre, el zoo o el templo de Debod
1. Los Jardines de Sabatini. Trabajé en un almacén de curtidos cuando era muy joven y siempre me las ingeniaba para pasar por aquí, sin importar dónde fuera a entregar el pedido. Me escaqueaba y me sentaba a leer. En estos jardines fue donde descubrí los primeros textos teatrales, aparte de la zarzuela (Bailén, 2).
2. Templo de Debod. Aquí me hicieron el primer reportaje fotográfico en 1976, del que solo conservo una imagen. Era primavera y la luz estaba preciosa. A partir de ese momento se convirtió en un lugar especial, mágico. Es donde quedo con los amigos que vienen de fuera, donde juegan mis hijos.
3. Cualquier calle en la que hubiera una vaquería. Ya solo existe en mis recuerdos. Cuando llegué a Madrid con 11 años me llamó poderosamente la atención que dentro de la ciudad hubiera vaquerías, con sus vacas en el interior y todo. Me acuerdo que pasaba por una cuando iba al colegio y del olor a excremento y a leche, que por alguna razón no me molestaba en absoluto.
4. Restaurante Casa Hylogui. Cuando estaba trabajando en el teatro de la Zarzuela siempre iba a este restaurante de menú, que era muy asequible. Y también celebraba allí los grandes eventos familiares, sobre todo los cumpleaños de mis padres. La comida es castellana, contundente y rica. Yo siempre me decanto por un buen asado o un codillo. (Ventura de la Vega, 3).
5. El Zoo de Madrid. Ya andaba solo por el mundo con mi pandilla cuando lo inauguraron y justo entré el mismo día que lo abrieron. Para mí, es el zoo mágico. Me extasiaba ver a los animales y todavía me emociona. Es uno de los sitios más impresionantes de la ciudad (Casa de Campo, s/n).
Alicante, Madrid, Bilbao
Jesús Castejón nació en Barcelona en 1956, se mudó a Alicante con 14 meses y a Madrid con 11 años. Vive en Bilbao, aunque su trabajo sigue en la capital. Su última obra, La Corte del Faraón, se representa en los Jardines de Sabatini hasta el 25 de agosto.
6. Restaurante La Recoba. Esta pizzería es de mi amigo ítalo-argentino Franco Machione, un hombre que por la mañana hace masas y por la noche canta tangos. Era el sitio para ir a cenar después de la función. Tuve mi propia pizza en la carta, la Castejón, pero era muy picante y la terminaron quitando. Todavía hoy sigue funcionando, aunque no con la misma movida que antes (Magdalena, 27).
7. Museo del Prado. Vivía en Alicante con mi abuela e iba a visitar a mis padres a Madrid de vez en cuando. Una vez me llevaron al Prado. Fue uno de los días más felices de mi vida. No sé si porque estaba con mis padres o porque el museo me fascinó, sobre todo Goya (Paseo del Prado, s/n).
8. Plaza de toros de Vistalegre. Más conocida como La Chata y la segunda más importante de Madrid durante un tiempo. Desde la terraza de la casa de mis abuelos se veían los chiqueros, los toros y la movida que se formaba el domingo. En sus paredes jugué al frontón y en sus bancos me enamoré por primera vez. Ahora ya no está, pero estará siempre en mi memoria.
9. Teatro de la Zarzuela. Además de mi escuela ha sido mi casa. Cuando mis padres trabajan en este teatro, me encantaba ir a verlos y descubrir la inmensidad del lugar. Mi vínculo con él nunca se romperá, pase lo que pase (Jovellanos, 4).
10. Plaza de Santa Ana. Ha tenido montones de formas y se ha urbanizado mil veces. En los ochenta viví en la zona y me encantaba sacar a pasear a mi perro y luego sentarme en la plaza a tomarme una cervecita. En los setenta también lo hacía, pero me sentía mucho más bohemio.
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