El jurado declara al celador de Olot culpable de 11 asesinatos con alevosía
El fallo rechaza que Vila tuviese alteradas sus facultades psíquicas
“El jurado le considera culpable, por unanimidad”. Cuando María Dolors Casellas oye a la portavoz del tribunal popular pronunciar esa frase da un pequeño salto en el banquillo, y amaga con aplaudir, pero se corta. Luego se le humedecen los ojos, y saca un pañuelo del bolso para secarse las lágrimas de la emoción. El jurado popular acaba de considerar culpable a Joan Vila, el celador de Olot, de asesinar a su madre, Francisca Matilde, a la que cuidaba en la residencia La Caritat, dándole un cóctel de barbitúricos. La mujer fue de los pocos familiares que viajó ayer desde Olot hasta la Audiencia de Girona, donde durante dos semanas se ha celebrado el juicio, para escuchar el veredicto del jurado.
Después de un día y medio de deliberación, el tribunal popular no tuvo la más mínima duda. Los nueve miembros consideraron culpable, por unanimidad, al celador de asesinar con alevosía a 11 ancianos del geriátrico en el que trabajaba. En los casos de Paquita Gironès, Montserrat Guillamet y Sabina Masllorens le aplicaron además el agravante de ensañamiento porque les causó un sufrimiento enorme e innecesario, al abrasarlas por dentro con líquidos cáusticos.
La alegría de María Dolors contrastaba ayer con la actitud del celador, que clavó la mirada en un punto, sin moverla; y con el rictus serio de su abogado, Carles Monguilod. La estrategia de la defensa fue derribada por completo por el jurado. Joan Vila no tenía alteradas sus facultades psíquicas, ni siquiera agravadas, cuando cometió los asesinatos, según el jurado, que se basó en los informes psicológicos y psiquiátricos tanto de los especialistas que visitaron al celador antes de los asesinatos, como de los peritos que le examinaron en prisión. Su opinión tuvo más peso que los informes aportados por la defensa, puesto que estos se hicieron “dos años y medio después” y no tienen la misma credibilidad, dijeron. Vila mantuvo que quería “ayudar a morir” a las ancianas. El tribunal sí ha aceptado el atenuante de la confesión, porque Vila admitió las tres primeras muertes y posteriormente pidió ver de nuevo al juez, y admitió ocho asesinatos más. La decisión del jurado, por unanimidad en todas las cuestiones, se ajusta a lo que había solicitado el fiscal Enrique Barata, que pidió 194 años para el celador. “Les doy las gracias”, dijo Barata al jurado.
El tribunal popular aplica el agravante de ensañamiento en tres casos
En la última sesión del juicio, el viernes pasado, Monguilod intentó como último recurso poner en cuestión las muertes que el propio Vila había confesado. “Sería totalmente ilógico que mintiese porque no le causaría ningún beneficio”, alegó el tribunal. Ante esa situación, Monguilod pidió que se aplique la pena mínima a su cliente.
El único punto donde mostró una pequeña fisura el jurado fue en la aplicación de beneficios penitenciarios, con un único voto a favor, y ocho en contra. Pero todos se posicionaron en contra de que se le pueda indultar. Monguilod anunció que estudiaría la posibilidad de recurrir la decisión.
El 17 de octubre de 2010, el asesinato de Paquita Gironés desenmascaró la crueldad de un hombre, Joan Vila. El que había sido su cuidador admitió a la policía que la mató dándole de beber ácido desincrustante. La investigación y la propia confesión del acusado hicieron aflorar la actividad criminal de un asesino en serie que desde ayer es culpable, sin presunto, de 11 muertes.
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