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Seis mansos con estampa de toros bravos

Urdiales, Mora y Fortes se estrellan con los de Alcurrucén

Jiménez Fortes, en un muletazo al tercer toro de la tarde.
Jiménez Fortes, en un muletazo al tercer toro de la tarde.JUAN CARLOS CÁRDENAS (EFE)

La bien pintada corrida de Alcurrucén salió rana. De principio a fin, sin excepción. No se salvó ni un toro; ni medio. Desde el primero al último, toda una exposición de mansedumbre para desesperación de lidiadores y público. Seria, en tipo, de finas puntas, pero nada más. Un dato: tres de los toros, primero, cuarto y sexto, tomaron la primera vara del picador que hacía puerta. Clara evidencia de su condición.

Lo de mayor interés se vio en el tercero. Un toro al que costó meter en vereda. Huyó de los capotes como asustado, hasta que Fortes, erre que erre, logró que metiera la cara aunque tampoco tardaría en tomar de nuevo un camino sin retorno. No engañó al entrar al caballo. Tres veces fue y las tres se marchó del trance sin permiso, huyendo a toda máquina. Y cada vez que salía se aculaba en tablas a contemplar el panorama. Esperó en banderillas y en una de esas brincó al callejón por la zona cercana a toriles. El futuro no se presentaba feliz para Jiménez Fortes, pero el malagueño plantó cara. Muy quieto de zapatillas, le consintió. Ni hubo ligazón ni limpieza absoluta, pero sí mucho mérito en todo. La faena se convirtió en un cuerpo a cuerpo; con uno con ganas de luchar, el torero, y otro con ganas de buscar la puerta de la calle, el toro. Un improvisado pase por la espalda, que sorprendió al propio toro, puso nota a la faena. La espada le hizo guardia en primera instancia y restó para el resultado final.

Alcurrucén / Urdiales, Mora, Fortes

Toros de Alcurrucén. Bien presentados y de astifinas defensas. De notable mansedumbre, llegaron a la muleta sin entrega ni viaje.

Diego Urdiales: casi entera atravesada que asoma –aviso- y dos descabellos (silencio); pinchazo y dos descabellos (silencio).

David Mora: dos pinchazos –aviso- y descabello (saludos); pinchazo y estocada (saludos).

Jiménez Fortes: casi entera quasoma –aviso-, más de media perdiendo muleta y descabello (saludos); entera y dos descabellos (palmas).

Plaza de Valencia, 14 de marzo. 6ª de Fallas. Menos de media.

El toro que abrió plaza, al pasito y con la cara alta, fue un soseras. Urdiales dibujó aislados derechazos y naturales pero todo carente de emoción. Alargó demasiado la faena ante un toro cada vez más parado. El cuarto, que ya manseó en los lances de recibo, reculó en el caballo y fue remiso en banderillas. Desganado en la muleta, embistió a golpes. Urdiales le provocó sin resultado. Le puso interés de entrada pero acabó por aceptar la verdad. El de Alcurrucén, lejos de mejorar, dijo que no iba más, puso mala cara e incluso mostró su lado agresivo.

El segundo de la tarde flojeó en el primer tercio y David Mora aplicó muleta a media altura. Cómodo el torero, al aire del toro, la faena no terminó de arrancar de verdad. Tiró del toro, pero el toro no tiraba. Bocetos de muletazos que siempre se quedaron a mitad. Con el de Alcurrucén muy a menos, las manoletinas finales pusieron algo de color. Pero no el suficiente.

El quinto pareció tener más actitud en la muleta. Mora se metió con él, los doblones resultaron vibrantes y aquello tuvo eco. Pero una vez el toro fuera del tercio, no quiso ser la excepción de sus hermanos. Sin entrega y a medio viaje, Mora aprovechó como bien pudo y lo llevó a su aire. Mucha voluntad pero escaso rendimiento. El toro, tras recibir el primer pinchazo, cantó que lo suyo no era pelear. Y como buen manso, se marchó a terrenos de toriles.

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De sexto y último saltó otro bien pintado toro de Alcurrucén. Todo estampa, pero nada más que eso. Tres veces fue picado y las tres giró grupas en busca de una salida. No quiso caballo ni capote. Fortes, consentidor otra vez, fijó las zapatillas en la arena. Pero ni por esas. El toro tomaba dos veces la muleta a la fuerza, pero a la tercera marchaba suelto a terreno de nadie. El asunto acabó con Fortes enseñando la muleta y el toro mirando al tendido o al infinito. Un borrico de toro. Fortes, que hizo bien en no perder más tiempo, desistió y se lo quitó de encima.

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