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La zona rural de Jerez se defiende de nuevo de las aguas del Guadalete

Los pantanos desembalsan hasta 180 metros cúbicos por segundo Las lluvias obligan al corte de carreteras y al cierre de colegios

Ocurrió en 1969. Se repitió en 1996. Se revivió en 2009 y 2010. Los vecinos de la zona rural de Jerez volvían ayer a prepararse para abandonar sus casas por otra riada del Guadalete. Desde el mediodía del jueves, el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía mantienen activados los planes de emergencia por posible desbordamiento del cauce. La cota del río está a centímetros de los cinco metros, tope en el que el agua abandona el caudal para inundar la tierra. Dos pequeñas zonas de La Ina han sufrido desbordamientos parciales, se han desalojado las viviendas de forma preventiva y se han suspendido las clases.

En la zona rural de Jerez viven unas 2.000 personas en distintas barriadas. El 70% de los vecinos habita casas construidas en suelo anegable. Decenas de ellos aún no se han recuperado del desastre de febrero de 2010 —cuando hubo que desalojar a centenares de personas— y viven con temor la alerta de otra crecida.

En El Portal y El Portalillo, las familias empezaban a poner muebles y electrodomésticos en altura para salvarlos de las escorrentías. Hace tres años, lo perdieron casi todo y se afanan en proteger los enseres más valiosos por si se decreta la orden de desalojo y tienen que huir a un lugar seco. “Lo que tengo es lo que ves”, relataba en la mañana de ayer Mari, una vecina de El Portal. “Tras el último desbordamiento compré todos estos muebles con lo que me queda de pensión. No me puedo permitir perderlos”, explica nerviosa. Mari duerme a base de tilas desde hace varias noches y solo espera el aviso para irse a casa de su hija. Allí se trasladaron en 2010 otros tres matrimonios vecinos. “Vivíamos como piojos en costura”, recuerda esta jerezana.

Isabel García es delegada de la barriada y no para de mirar al cielo y al río. “Viene demasiado lleno. Cuando llegue todo lo que ha llovido en la sierra, se sale”, vaticinaba aún al mediodía. No en vano, solo en Grazalema se han registrado en 40 horas más de 300 litros por metro cuadrado.

Los pantanos de la provincia—casi al 95% de su capacidad de media— no podían ayer retener más agua y aumentaron el caudal de desembalse de varias presas a entre 150 y 180 metros cúbicos por segundo. A pesar de esta ingente evacuación, los diques seguían reteniendo más líquido del que recibían. Solo el embalse de Bornos registró en la mañana de ayer una entrada de 290 metros cúbicos por segundo, el equivalente a una piscina olímpica cada ocho segundos, mientras aliviaba 151.

Al tiempo que los vecinos protegían sus casas, sonaban las quejas. “El río no tiene caja. Han quitado 700 eucaliptos, pero no es suficiente. Nos vamos a mover lo que haya que moverse, pero esto hay que arreglarlo de una vez”, protestaba la delegada de El Portal. Otras actuaciones de las Administraciones han resultado inútiles, al menos en el corto plazo. Tras el desbordamiento de 2010, el Ayuntamiento construyó 62 unifamiliares en la zona alta de El Portal para propiciar el traslado de las familias que residen más próximas al cauce, pero, como subraya Isabel, “el paro o la ayuda no dan para pagar ese alquiler”.

Tres años después, los vecinos permanecen en las mismas casas, muchas de ellas levantadas de manera ilegal hace más de 100 años. Unos porque no pueden emigrar y otros porque no piensan moverse de la zona rural. Es el caso de Carmen: “No tengo miedo. Yo de aquí no me muevo. He conocido cinco riadas”, dice antes de asegurara mencionar que si llega el agua correrá a un colegio cercano, igual que en 2010.

La Guardia Civil cortó por inundaciones tres vías secundarias en la zona rural (Torrecera, La Ina y El Portal-Las Pachecas), además de otras seis carreteras provinciales en Grazalema, Algar, Villamartín, Torre Alháquime y Arcos. En esta última localidad, se decretó el cierre del colegio público El Santiscal, con 450 alumnos escolarizados.

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