Christian Alfonso, un viajero de Primera
Sin carnet de conducir, el medio del Espanyol va a entrenarse a diario en transporte público
“En este momento, en la cartera solo llevo un billete de metro”. Es la aseveración de un chaval de 23 años de L’Hospitalet; palabras que guardan total normalidad. Pero la frase, sin embargo, adquiere tintes curiosos si la dice un jugador de Primera. Christian Alfonso (Barcelona, 1989), centrocampista del Espanyol, al finalizar los entrenamientos en la ciudad deportiva encamina cada día sus pasos hasta la estación de metro más cercana para regresar a casa.
“En mi familia nunca hemos tenido coche y siempre usamos el transporte público. Es lo normal”, cuenta con naturalidad el medio, que llegó al Espanyol en 2002. Dos años más tarde, por un problema en las hormonas de crecimiento, se marchó a L’Hospitalet. Pero el curso pasado regresó al filial blanquiazul. Sus buenas actuaciones —12 goles en 21 encuentros— llamaron la atención de Pochettino, el entonces entrenador. Y el 2 de octubre de 2011 se estrenó en la Liga, en el Santiago Bernabéu. Debió gustarle al técnico, que le hizo ficha del primer equipo para esta temporada. Pero si algo no cambió, tanto en sus viajes a L’Hospitalet como a Sant Adrià, fue el metro. “Es un chico que viene de una familia muy humilde. Acaba de aterrizar en el mundo profesional y piensa que todavía no ha hecho nada en el fútbol. Eso le hace mantener la calma”, reflexiona Quique Cárcel, secretario técnico del Hospi.
En mi familia nunca hemos tenido coche y siempre usamos el transporte público" Christian Alfonso
Alfonso aún no se ha consolidado en Primera. En la era Pochettino (13 partidos), entró en 10 convocatorias —ocho de Liga; dos de Copa—, pero solo disfrutó de dos titularidades, ante el Getafe y, ya en Copa, frente al Sevilla, cuando autografió un golazo. El relevo de Aguirre en el banquillo sembró más dudas sobre su lugar en el equipo; en los dos primeros partidos ni siquiera fue convocado. Pero desde entonces, siempre formó parte de la lista de 18 y ya ha participado en cinco encuentros, siempre de suplente.
Para Christian Alfonso, en cualquier caso, el fútbol no es solamente un trabajo, es también su máxima pasión. Cuando jugaba en el Hospi, combinaba su tarea de profesional con la de entrenador del equipo benjamín de la Escuela de Fútbol Performance. “Más allá de que era una experiencia muy gratificante, aprendía cosas de los niños. Cuando les corregía, se me quedaba el defecto en la cabeza. No puedes reprender a alguien y luego tú hacer lo mismo”, explica. “Transmitía a los niños la sensibilidad que hay que tener por el balón. Es un poco introvertido, pero cuando se abre es muy interesante. Por ejemplo, cuando veía un niño en el campo, intuía como era su entorno por su forma de jugar o viceversa”, desvela Ildefonso Fernández Toto, director deportivo de la escuela.
Ahora ya no ejerce de entrenador, pero sí que va en metro. “Antes le llevaba en coche, pero ahora me he mudado...”, afirma Cristian Gómez, su mejor amigo en la plantilla y vecinos de toda la vida en el barrio. Abunda Capdevila: “Es un chico muy humilde y muy trabajador. Una excepción en el mundo del fútbol, no conozco a ningún otro jugador que vaya en metro a trabajar”. El lateral, bromista del vestuario, agrega: “Vamos a animarle para que se saque el carnet. Pero, pensándolo bien, mejor que no aprenda a conducir porque para mí que ese chico es un peligro”.
“Algunas veces me han reconocido, siempre seguidores del Espanyol que se sorprenden y me dicen: ‘Leches, ¿qué haces aquí?, ¡un futbolista en metro!”, cuenta Alfonso. Y añade: “Lo veo normal, me traslado como cualquier persona”. Aunque sea un futbolista profesional, de Primera.
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