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circo

Madrileños en la corte del sol

La familia madrileña Quirós son los funambulistas del Circo del Sol Pertenecen a la quinta generación de una estirpe de acróbatas

Vídeo: P. PEIRÓ / C. POP
Patricia Peiró

Sus recuerdos llegan hasta un bisabuelo que iba para cura, pero se enamoró de una trapecista. Más allá de eso, ninguno de los tres hermanos Quirós sabe decir exactamente quién fue el primer artista circense de la familia. Lo que está claro es el presente. Vicente, Roberto y Ángel, funambulistas y madrileños, se estrenan con el Circo del Sol este fin de semana ante su público con Kooza. Son la quinta generación de una estirpe de artistas circenses. Su padre era trapecista y su madre cantaba flamenco.

Andan por el alambre como quien pisa sobre suelo firme. Al ver a uno de ellos pasear por esa fina cuerda, mientras los que está esperando en al atril charlan, da la sensación de que la de funambulista sea la profesión más fácil del mundo. Tal vez por eso son unos de los mejores en lo suyo. Fueron los primeros que se dedicaron a correr, saltar, bailar e incluso luchar con sables sobre la cuerda floja, en lugar de arrastrar los pies por ella.

Los hermanos en la zona de ensayo del Circo del Sol.
Los hermanos en la zona de ensayo del Circo del Sol.Samuel Sánchez

Y quizá por ese motivo el Circo del Sol los tuviera en su lista de posibles incorporaciones desde mucho antes de que ellos entraran a formar parte de la compañía canadiense, que contrata a sus artistas mediante observadores. Ellos ficharon por la compañía canadiense en 2007, cuando se ideó Kooza. El espectáculo desembarca en Europa después de la gira por Japón y Estados Unidos.

Kooza representa la vuelta al circo más tradicional, sin olvidar la grandiosidad y el impacto habitual en el Circo del Sol. Los payasos y las acrobacias son los protagonistas. Los Quirós encajaban perfectamente en este concepto. Ellos y la rueda de la muerte, una inmensa estructura con dos circunferencias en los extremos en los que los colombianos Ibarra y Solís realizan piruetas mientras gira a una velocidad de vértigo. Es la sexta vez que el Circo del Sol desembarca en Madrid. Alguno de sus componentes le ha cambiado el nombre por el circo de la lluvia, por el temporal que les ha recibido a su llegada a la capital.

Después de recorrer varios países los Quirós llegan a su casa. Esta vez son ellos los que menos extranjeros se sienten dentro de la veintena de nacionalidades que componen el circo. Cuando acaba su sesión matutina de ensayos comentan el partido de fútbol del día anterior, en el que el Real Madrid endosó tres goles al Barcelona, y Roberto exclama que tiene ganas de comerse un buen cocido madrileño. “Estamos muy nerviosos. Va a ser lo máximo actuar delante de nuestro público”, reconoce. Él, con sus 43 años, es el pequeño y más charlatán. Entre los asistentes al estreno habrá muchos familiares, como el abuelo de 96 años.

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Vicente, el mayor con 51 años que nadie diría que tiene, es el más mandón. No lo dicen sus hermanos, lo admite él mismo: “pero bueno, es solo al ensayar, luego en seguida se nos pasa”. Son perfeccionistas incluso cuando posan para las fotos sobre el alambre. Después del click Roberto señala a Vicente que se ha subido demasiado deprisa sobre los hombros de Ángel.

Vuelta a las raíces

  • Es la sexta vez que el Circo del Sol actúa en Madrid. La última fue en 2012 con la gira homenaje a Michael Jackson
  • Este espectáculo supone la vuelta a las raíces circenses. Los payasos y los acróbatas son los protagonistas
  • Kooza proviene de una palabra sánscrita que significa baúl. Para el creador, el montaje se concibe como una caja de la que van saliendo los artistas.
  • Llega a Madrid después de la gira por Estados Unidos y Japón. En enero comenzó su tour europeo en el Royal Albert Hall de Londres
  • Una de las actuaciones estrella es la rueda de la muerte

Los tres crecieron entre la calle del Oso y Rodas, en Embajadores, y fueron al colegio de Nuestra Señora de la Paloma. En un cierto punto, su padre dijo “Basta ya de jugar, ahora a ensayar. Vosotros tres, al alambre y vuestra hermana, al contorsionismo”.

Nunca se olvidarán es de la sensación cuando abandonaron el cable que solo se alza medio metro del suelo en el que ensayan y se subieron al de verdad. La reacción fue distinta en cada hermano. A Roberto, la responsabilidad se le bajó a las piernas: “sentía que me pesaban 1.000 kilos”. A Vicente se le subió a la cabeza: “se me salieron los ojos de las órbitas”. Ángel prefirió autointerrogarse: “’¿Qué estoy haciendo yo aquí?’, pensé para mis adentros”. El resultado en los tres casos fue el mismo. Valor y al alambre.

Tantas ganas tienen de lucirse frente a la audiencia más exigente, la suya, que han aprovechado todos sus días para seguir ensayando. Resulta extraño que los ganadores del Payaso de Oro del festival de Montecarlo, la máxima distinción para un artista circense, sigan sintiendo tanta presión antes de salir a la arena. “Después del debut, todo estará bien, ya estaremos tranquilos”, asegura Vicente. “Ya podremos ir a comer cochinillo y tapas”, le secunda Roberto.

Dos de sus hijos han nacido cuando ellos formaban ya parte del Circo del Sol. A algunos les atrae la idea de formar parte de la sexta generación de los Quirós en el mundo circense. Vicente aventura que la mayor ha sacado el don de la canción de su abuela y que la pequeña puede que sí siga sus pasos. Ángel, el que es, o al menos aparenta, ser el más calmado de los tres, sentencia: “Yo quiero que sean lo que quieran”. Tal vez no quiere que pase con su descendencia lo que sucedió con él.

Una posible carrera como futbolista en el Real Madrid se vio cercenada desde el principio por el empeño de su padre en que se dedicara al funambulismo, que le ocultó la carta de admisión en el equipo blanco durante seis años. “Me lo confesó cuando era demasiado tarde”, explica Ángel con algo de resentimiento.

Una escena del último ensayo antes del debut.
Una escena del último ensayo antes del debut.Samuel Sánchez

El Circo del Sol llamó varias veces a su puerta antes de que ellos dijeran sí. Creían que aún no era el momento. Los hermanos piensan que aportan “temperamento español” al espectáculo. “Nosotros gritamos en el escenario, nos reímos durante el show y nos exigimos mucho. Cuando salgo de escena y pienso que no me han aplaudido mucho, me siento mal”, apunta Roberto. Vicente cree que han llegado a lo más alto: “Aquí tienes las mejores condiciones. Te sientes un artista”.

Nervios y respeto. Concentración y fuerza. Emoción y riesgo. Estos son los elementos que los Quirós ofrecerán esta noche y las sucesivas en la arena madrileña. Ellos están deseando mostrar en su ciudad lo que comenzó como una ilusión cuando acudían de pequeños con su madre a los espectáculos circenses.

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.

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