El arquitecto de puentes
Xosé Manuel Otero optó por la apuesta más difícil, la de ser ingeniero en la especialidad de más clara tradición napoleónica
El protagonista que está en la escalera es un ingeniero, especializado en la construcción de puentes del más variado tamaño y complejidad. Quienes sigan esta serie habrán cruzado muchas veces los puentes cuyo autor, diseñador o constructor es Xosé Manuel Otero. Sus obras hablan por él y este es el mejor elogio que puede hacérsele. Además de ingeniero de caminos, es un empresario de éxito, un gallego que nunca ha renunciado a sus raíces y un viajero impenitente, por vocación y felizmente también por necesidades profesionales. En suma, una persona con pericia técnica en “un país de palabras”.
Nacido en Terra de Montes, en el seno de una familia de maestros, fue uno de tantos que un día abandonaron las tierras del alto Lérez; muchos, tan bien retratados por Virxilio Vieitez, como emigrantes a Portugal o Brasil y, los menos, para ser abogados o curas en Compostela. Xosé Manuel Otero optó por la apuesta más difícil, la de ser ingeniero en la especialidad de más clara tradición napoleónica. Salir de una aldea gallega con este propósito dice mucho de quien toma la decisión y bastante del entorno familiar que lo amparó. Los resultados están a la vista.
Si algo queda del legado del “gran corso” es su apuesta por la meritocracia como indicador supremo de la capacidad de un individuo para legitimar su ascenso social y brillo profesional. En el caso de Xosé Manuel Otero concurren ambas cualidades, pero hay que decir que han sido logradas gracias a un notable estimulo intelectual y a una enorme capacidad de trabajo. Y fue de este modo como se forjó profesionalmente, siendo un ingeniero titulado a los 23 años y un directivo responsable de una de las más ambiciosas obras civiles de la Galicia del siglo XX, el puente de Rande, a los 25 años. Su escuela de trabajo fue la obra civil y la empresa y, como muchos de sus compañeros de titulación, acabó por dirigir también la suya, ahora cabecera del grupo Puentes. Su evolución se confunde con la trayectoria de su director, pues manteniendo su sede social lejos de los oropeles de una gran ciudad, se ha ido convirtiendo en un referente para obras de infraestructura viaria, dentro y fuera de España.
Peldaños
Como ingeniero, Xosé Manuel Otero es el “pontifice” de varios millares de puentes. Debo pensar que trazar un puente no tiene secretos para él y que, en este punto, le quedan pocos retos por alcanzar. Su presencia a la vera de una escalera quizás sea una premonición de que quiere dar un salto profesional, pasando de hacer puentes como escaleras gigantes y horizontales, a diseñar cual arquitecto puentes pequeños y domésticos, generalmente empinados, que son las escaleras. El futuro dirá.
Y quiero acabar este perfil con una reflexión más próxima. Porque detrás del empresario y del ingeniero, está la persona, alguien que sabe cultivar la amistad al margen de los resultados de explotación, que sigue siendo un visitante asiduo de su aldea natal y que mantiene una conducta profesional que, en tiempos de zozobra económica y moral como los que nos están tocando vivir, es muy de agradecer. Tener éxito en la vida no lo es todo. Es preciso mantener valores y principios, que hagan previsibles y coherentes las conductas personales. Y este es uno de los espejos en el que pueden mirarse las nuevas generaciones.
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