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Miembros de la Sinfónica crean una nueva agrupación

Brillante presentación en el Rosalía de Castro de A Coruña

El ciclo que organizan conjuntamente la Sociedad Filarmónica de A Coruña con la Orquesta Sinfónica de Galicia  (OSG) ha presentado  en el Teatro Rosalía Castro una nueva agrupación,  OSG Sinfonietta, nacida del seno de la orquesta gallega. La agrupación -formada por primeros y segundos atriles de la OSG y dirigida en su debut por José Antonio Trigueros Segarra, solista de percusión de la Sinfónica- nace con vocación de permanencia y voluntad de presencia en la escena musical gallega, según consta en el programa de mano de su presentación.

Las obras elegidas para este primer concierto han servido al siempre versado público filarmónico coruñés para valorar su calidad. El Divertimento para nueve instrumentos, del estadounidense Walter Piston, propicia el lucimiento de cada uno de los solistas, lo que aprovecharon con gran musicalidad Ludwig Dürichen y Julián Gil, violines; David Ethève, chelo; Todd Williamson, siempre sólido y eficaz en la menos lucida parte del contrabajo; María José Ortuño a la flauta; David Villa al oboe; Iván Martín con el clarinete y Álex Salgueiro tocando el fagot.

Trigueros es director de gesto claro y preciso. Tras la notable riqueza rítmica del Allegro inicial, extrajo lo mejor del color instrumental del conjunto, del que esta versión fue excelente tarjeta de presentación. En la Sinfonietta nº 1 de Britten director y conjunto hicieron una versión serena y llena de tensión expresiva y emotividad, como en un precioso canto a cargo del fagot con la trompa de Miguel Ángel Garza, ya incorporado a la formación.

El concierto remató con un plato fuerte, también para los gustos más clásicos: la Serenata nº 1, op. 11 de Brahms. El logradísimo aire entre bucólico y festivo del Allegro molto se continuó con la expresión de la inusitada fuerza interior que recorre esta obra de juventud a través de su Scherzo tan danzante, su sereno Adagio, sus Minuetti y segundo Scherzo tan clásicos o la viveza del ritmo punteado en el estribillo del Rondó final.

El único punto negativo a destacar fue la fría temperatura del Rosalía. Algo habitual en estos conciertos de la Filarmónica en cuanto arrecia el frío exterior y que casa tan mal con el ardor interpretativo de los músicos y la cálida receptividad de su público.

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