Un discurso nuevo
"José Vicente González me parecía un hombre lleno de sentido común. Me ratifico en ello".
Asistí la otra tarde a la conferencia de José Vicente González, en la Sede de la Universidad de Alicante, y debo decir que no me defraudó. Salí convencido de que los valencianos podremos superar la crisis si actuamos con inteligencia, y nuestros gobernantes ponen algo de su parte. Desconozco los futuros actos que celebrará Seu Oberta, pero creo que este primero no pudo estar mejor elegido. No me refiero tanto a la oportunidad del tema, que doy por descontada, como a que el conferenciante fuera un valenciano de Valencia. Siempre me ha extrañado que, pretendiendo formar parte de una Comunidad, hayamos hecho tan poco por conocernos los unos a los otros. Podemos culpar de ello a los políticos, una vez más, pero responsabilizarlos de cada uno de nuestros problemas no nos deja en muy buen lugar.
Escribí hace algún tiempo que José Vicente González me parecía un hombre lleno de sentido común. Tras escucharle la otra tarde, me ratifico en ello. El presidente de la Cierval habló sobre el estado de la Comunidad Valenciana de una manera clara, franca, realista. Acompañó sus palabras con los números en cada momento. Quiero decir que no escuchamos uno de los habituales discursos que han regalado el oído de los valencianos durante la última década. El tiempo de esas fantasías ya ha pasado y parece que todo el mundo —con la excepción, tal vez, de la señora Johnson— se ha dado cuenta de ello. No podía ser de otra manera cuando todos los índices económicos muestran la pésima situación de la Comunidad. Los valencianos hemos seguido un modelo económico equivocado, y ahora pagamos las consecuencias. Lo malo es que el pago no se hace de forma equitativa.
Creo que el público asistente a este primer encuentro de Seu Oberta se llevó una grata impresión de las palabras de González. Esta impresión fue más perceptible, o así me lo pareció a mí, entre los profesores universitarios, muy numerosos en la sala. Lo cierto es que no estamos acostumbrados a que los empresarios se expresen en público con la claridad con que lo hizo el presidente de la Cierval. La docilidad de los patronos con el poder ha sido algo ordinario durante los años pasados, de modo que nos habíamos habituado a su silencio. Hay que partir de ese punto para entender por qué la conferencia de González resultó tan reconfortante para muchos de los asistentes. En el coloquio, muy animado, la expresión más repetida era que nos encontrábamos ante un discurso nuevo. Esto es verdad. Pero sorprendernos porque un empresario hable en público con normalidad puede darnos una idea del extremo al que habíamos llegado.
En su conferencia, José Vicente González hizo un llamamiento a la sociedad civil. En los últimos meses, no dejan de producirse estas llamadas que, conforme se agrava la crisis, toman un carácter más perentorio. Sin embargo, no será fácil despertar a una sociedad civil que ha permanecido confortablemente anestesiada durante años. Una sociedad no cambia de un día para otro, porque las inercias son muy fuertes y nos empujan a repetir los viejos comportamientos. El cambio no se improvisa; requiere paciencia, voluntad y un caldo de cultivo adecuado que no acabamos de percibir de una manera clara. Por otra parte, y aunque dispusiésemos de una sociedad civil potente, hay cosas que sólo la política puede resolver, porque es la única que dispone de los instrumentos adecuados. Y este es otro problema, y sin duda el más grave.
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