_
_
_
_

Okupas en su propia casa

Una pareja desahuciada encuentra su vivienda abierta y vuelve a instalarese

José Manuel Mengíbar y Lourdes Castro en la vivienda de la que les desahuciaron y que han vuelto a ocupar.
José Manuel Mengíbar y Lourdes Castro en la vivienda de la que les desahuciaron y que han vuelto a ocupar.F. J. VARGAS

Lourdes Castro y su pareja, José Manuel Mengíbar, viven como okupas en su propia casa del popular barrio cordobés del Campo de la Verdad. La misma vivienda de la que fueron desahuciados, por sorpresa y sin aviso previo, el 19 de octubre. Dos días después, Lourdes recibió la llamada de una vecina diciéndole que “había movimiento” en la puerta de aquella casa que había reformado con una hipoteca de 72.000 euros, “como si hubiese gente que intentase entrar”, contaba ella esa noche.

“Cuando llegamos la puerta estaba abierta pero no nos habían robado nada. Así que nos vamos a quedar. Porque para que se quede vacía, nos quedamos nosotros dentro. Todas nuestras cosas están aquí”, afirmaba por teléfono. “Y si quieren volver los del juzgado, que vuelvan”, sentenció entonces Lourdes.

La pareja lleva desde entonces en su casa, “tenemos luz y agua”, explica José Manuel. La causa del desalojo se encuentra en el impago del préstamo de 72.000 euros que la familia pidió en 2005 al banco de Santander para reformar su casa. Solo pudieron hacer frente a los primeros 12.000 euros. Después, llegó la crisis y la depresión económica.

Lourdes, de 35 años, perdió su trabajo como cajera en una gran cadena de supermercados. Tiene dos hijos de una relación anterior de 11 y ocho años. Y su pareja, de 39, que había trabajado toda su vida alternando empleos de peón albañil, camarero, reponedor o repartidor, lleva años en el paro. La familia de cuatro miembros vive de los 426 euros de ayuda que el Estado paga a Lourdes.

El desahucio fue peculiar. Se produjo sin ningún tipo de advertencia, sin dar tiempo a la familia a prepararse. Esta estrategia buscaba evitar movilizaciones como las del verano pasado, que impidieron el primer intento de desalojo. Así que esta vez los funcionarios del juzgado de Primera Instancia 2 de Córdoba, acompañados de varios policías funcionarios judiciales esperaron a que Lourdes regresara de llevar a sus hijos al colegio. Entonces, la abordaron

Le dijeron que recogiera sus cosas, solo lo imprescindible, que no llamase a nadie y que desalojase su casa. Apenas si le dejaron sacar siete bolsas de plástico con algo de comida y ropa. Lo demás, sus muebles, sus electrodomésticos y el resto de pertenencias, se quedó dentro. El juzgado llegó a cambiar la cerradura de la casa para impedir el retorno. La cerradura terminó siendo reventada por alguien y ello fue aprovechado por la familia para regresar.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Pero el 3 de noviembre, volvió a ocurrir una desgracia. Dos semanas después de la traumática experiencia, Lourdes sufrió un aborto. Hacia las ocho de la noche, mientras veía la televisión con su pareja, la mujer, que estaba embarazada de tres semanas, empezó a sangrar abundantemente. “La llevamos corriendo al hospital Reina Sofía. Allí nos confirmaron que era un aborto. Se quedó ingresada hasta las cuatro de la tarde del domingo”, explica Mengíbar.

La pareja de Lourdes sospecha que la pérdida del hijo que esperaban está directamente relacionada con el enorme estrés que sufrió la familia. Ya se lo advertí a los funcionarios el día del desahucio. Como mi mujer abortase por lo que estaba pasando, iría a por ellos. Y lo voy a cumplir”, advierte José Manuel. La familia, junto a la plataforma Stop Desahucios, que les ha apoyado en todo momento, estudia la presentación de una denuncia contra el juzgado por causar el aborto de Lourdes. Mientras tanto, la familia continúa viviendo en su casa. Por el momento, siguen teniendo agua y luz, pues las facturas están pagadas. Y nadie se ha puesto en contacto con ellos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_