Desde Mallorca a La Marina
La Vall d’Ebo celebra su ascendencia mallorquina festejando con vecinos de Santa Margalida su pasado común
Fueron cerca de 5.000 (un 10% de la población de Mallorca) los hombres y mujeres que en las primeras décadas del siglo XVII emigraron desde la isla de Mallorca para repoblar La Marina Alta, una tierra herida de muerte tras la dramática expulsión de los moriscos en 1609. Su huella aún puede rastrearse en la toponimia, la lengua, la gastronomía y sobretodo, sigue viva en los linajes. Sin embargo, no ha sido hasta hace poco que la herencia mallorquina ha empezado a rescatarse y rehabilitarse.
“Fueron recibidos con bastante hostilidad por los valencianos”, señala el historiador y técnico cultural del ayuntamiento de Santa Margalida, Antoni Mas. “Era gente muy pobre, venían dispuestos a trabajar más por menos y muchos tenían un perfil conflictivo”, explica. “Ser mallorquín fue durante siglos un insulto. Era sinónimo de ladrón o bandolero y las familias no han empezado a redescubrir su pasado y sentirse orgullosas de él hasta hace muy poco” añade.
En ese proceso de dignificación de los orígenes, han jugado un papel básico los hermanamientos entre esta población balear, de donde procedían el 70% de los colonos y localidades como Tàrbena, Xaló y Vall d’Ebo.
Los primeros repobladores eran pobres y conflictivos
La última de estas firmas se ha llenado de contenido este fin de semana en Vall d’Ebo, un pequeño pueblo tras las montañas de Pego y hasta donde se desplazaron 35 vecinos de Santa Margalida, dispuestos conocer a los descendientes de sus parientes y a compartir las fiestas de San Miguel, patrón del municipio.
“Conocernos y pasar juntos unos días es lo que de verdad nos acerca. Sin esto, el hermanamiento sería un mero protocolo”, apunta Miquel Cifre, alcalde de Santa Margalida.
Los preparativos para el encuentro comenzaron en mayo. “Creamos una comisión y buscamos algunas ideas para recaudar fondos”, explica Silvia Gomis, teniente de alcalde de Vall d’Ebo. Así nació la Ruta de los Sentidos, una propuesta de senderismo estrenada en primavera, reeditada este fin de semana y con vocación de establecerse como reclamo turístico.
Su huella está presente en la toponimia, lengua y linaje
Además de hospitalidad y comida casera (los visitantes se alojaron en casas particulares), la expedición fue obsequiada con un concierto del grupo Notes Soltes en la Cueva del Rull, una espectacular cavidad subterránea que una vez al año acoge actuaciones en directo y a capela.
Antes de embarcar en el puerto de Dénia, la delegación asistió a la inauguración de la plaza de Santa Margalida, acto al que se sumaron algunos vecinos de Xaló y Tàrbena. “Gracias a estas iniciativas, también se están tejiendo nuevos vínculos con estos municipios. Ahora somos hermanos de hermanos”, reconoce el alcalde de Vall d’Ebo, Rafael Llodrá.
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