“La parada soñada la hice en Murcia”
El Athletic le ha pedido al público que hoy acuda a San Mamés un cuarto de hora antes de que comience el partido (19.50). El motivo, el homenaje a José Ángel Iribar que le va a rendir la catedral por los 50 años de su debut, precisamente contra el Málaga (el rival de hoy) en La Rosaleda. El Chopo estará arropado por muchos de los porteros que han militado en el Athletic desde entonces. Seguramente el aviso no fuera necesario porque Iribar es el santo y seña de un club, la leyenda viva de casi la mitad de su historia. Iribar, tras cincuenta años desde que, barbilampiño, saltó al césped de La Rosaleda, tiene grabada en su memoria una parada, la que le hizo a Marsal frente al Murcia en La Condomina. “Me sentí satisfecho conmigo mismo. Es la parada que siempre has soñado y de pronto te das cuenta de que la has convertido en realidad”.
Pregunta. Todo comenzó de una forma sorprendente, inesperada, aquel 23 de setiembre de 1962 en Málaga
Respuesta. No fue, la verdad, el debut deseado, porque se trataba de suplir a un compañero lesionado. Carmelo hizo una gran parada pero tuvo la mala suerte de golpearse contra un poste y quedó aturdido. Era inesperado porque Carmelo, además, era una roca y jugaba hasta lesionado. Era un portero muy aferrado a su puesto y costaba trabajo imaginarlo viendo abandonar el campo. Pero así fue y tuve que salir, cuando ya perdíamos 2-0 y por lo menos no nos hicieron ningún gol más. Para mí fue cumplir el sueño de toda mi vida. Recuerdo que fue un día que hacía muchísimo calor y como tuve que salir en frío aprovechaba cuando atacábamos nosotros para hacer estiramientos y entrar en calor, todo un sarcasmo en un día como aquel.
P. Y luego vuelta al banquillo, en cuanto se restableció Carmelo
“No fue el debut deseado porque se lesionó Carmelo, que era una auténtica roca”
R. Eso lo tenía muy asumido. Yo sabía que no iba a jugar de continuo durante un tiempo. Lo importante era el aprendizaje junto a un portero como Carmelo. Yo solo tenía 19 años y hasta ese día, en Málaga, entrenaba divirtiéndome y sin pensar en el día a día. Con Carmelo aprendía muchísimo y estaba haciéndome como portero. Al año siguiente, ya empecé a jugar de continuo.
P. Esa temporada se gestó un equipo nuevo con las apariciones de futbolistas emblemáticos como Aranguren, Fidel Uriarte, Iñaki Sáez.
R. Sí, fue el embrión, porque el mismo día que debuté yo lo hizo Fidel Uriarte, con solo 17 años. Y luego vinieron muchos más
P. Usted ya había sobresalido en el Baskonia, especialmente en una eliminatoria de Copa contra el Atlético de Madrid. Las crónicas de la época hablan de una actuación suya portentosa. Quizás fue la primera vez que su nombre sonó por la radio.
R. Sí, fue una eliminatoria que tuvo que dilucidarse en tres partidos, porque entonces existía el partido de desempate, en caso de que cada equipo ganase uno. Tuvimos que jugar en Valladolid y ganamos 2-1 con dos tantos de Mentxaka. Pero el partido en el que tuve más trabajo fue el del Metropolitano. Perdimos 3-0 y es lo que pasa en ese tipo de partidos: que tienes que parar mucho y te luces más, aunque pierdas. En cierto modo esa eliminatoria hizo que muchos de nosotros saliéramos al escaparate del fútbol.
P. Koldo Aguirre, que fue compañero suyo en los sesenta y luego también su entrenador en el Athletic, dice que usted dejó mudo a Hampden Park, en Glasgow, tras una estirada a la escuadra, atenazando un balón y cayendo con él entre las manos.
R. Sí, me acuerdo de aquel partido que acabamos 0-0. En Escocia jugaba Denis Law que era un futbolista magnífico. Pero, sin embargo, la parada de mi vida, lo que podríamos llamar la parada soñada, esa con la que todo portero sueña con realizar alguna vez, creo que la hice en Murcia. Fue un disparo muy bueno de Marsal, que era un futbolista que había jugado en el Madrid y había tenido una lesión importante y volvió al Murcia, en el que había estado cedido. Lanzó un voleón desde lejos, a la escuadra y aún recuerdo perfectamente que volé, no sé como pude llegar, conseguí sujetar el balón y caer el suelo sin que se me fuera de las manos. Fue un momento de máxima felicidad conmigo mismo. La parada soñada era por fin realidad. Aun así, perdimos 2-0 y Marsal consiguió el primer gol.
P. ¿Tuvo más nervios aquel día en Málaga, hace medio siglo, que los que tendrá hoy en San Mamés?
R. Un homenaje es siempre un acto bonito y que, además, te rejuvenece porque vuelves a recordar aquellas épocas que fueron tan felices. Un debut siempre genera nervios, pero es tu trabajo y tienes que tener serenidad. Más aún, de portero.
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