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De la riqueza vegetal capitalina

Descripción razonada sobre la histórica pujanza jardinera de Madrid y la cultura que la hizo florecer durante siglos

El fragor urbano suele truncar la posibilidad de deleite que brindan a quien bienquiera disponer de ellas las llamadas pequeñas cosas —las mismas que a la postre son en verdad las grandes cosas—. Una de las más gozosas ha sido en Madrid la jardinería, estimulada por la pujante proliferación de huertos, fuentes y arbolado que ya jalonaban el mapa de la ciudad, cada palacio y cada casa, desde que Pedro Teixeira levantara su extraordinario plano mediado el siglo XVII.

El libro Jardinería tradicional de Madrid, un clásico escrito tiempo atrás por Luciano Labajos y José Ramón Laca, es un compendio de la cultura vegetal madrileña a lo largo de la historia, cultura que hunde sus raíces en las villas romanas de la mítica Miaccum; en los patios junto a la alcazaba árabe; y en los laberintos renacentistas y neoclásicos que hicieron más grata la vida en la ciudad durante siglos gracias a las flores, los setos y los árboles dispuestos con inteligencia y armonía también en las riberas y los sotos del río Manzanares.

Madrid goza de un ajuar jardinero donde los de Aranjuez, El Escorial y la segoviana La Granja componen un collar excelso, cuyo magno cuello dibujan los parques de El Capricho, la Fuente del Berro, el Retiro y la imponente Casa de Campo, donde Felipe II mantuvo un rincón de plantas aromáticas y medicinales con las que combatió los dolores de la gota y que permaneció activo hasta fines del siglo XX.

Labajos y Laca dan noticia no sólo de jardineros como Gregorio dos De los Ríos, los Boutelou, Celedonio Rodrigáñez, la saga de los Spalla y decenas de laborantes anónimos igualmente enamorados de su oficio, que han dejado su huella en la belleza floral de la ciudad. También informan sobre lo importante del pequeño universo que la ahorma y configura: desde la utillería de garabatos, azadillas, hachas, horquillas y tranchetes, hasta plantíos, viveros, estufas, emparrados, invernaderos y pérgolas donde germina la jardinería urbana, hoy languideciente.

El relato relaciona ese universo vegetal con la vida social de la ciudad mediante una descripción culta, amena y rigurosa que cabe leer con deleite y que se convierte en un alegato a favor del estímulo a la cultura floral y arbórea, inigualable prenda de ese bien intangible que configura el paisaje madrileño, hostigado hoy por concepciones tan técnicas como desalmadas en las que el césped, a secas, se yergue como único y olvidadizo protagonista del jugoso esplendor imaginativo del cual Madrid gozó siempre en sus jardines.

 Jardinería tradicional de Madrid. Por Luciano Labajos y José Ramón Laca. 277 páginas. Ediciones la Librería. 23 euros.

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