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Las ‘cañas y barro’ del legado

Los herederos de Blasco Ibañez y el Ayuntamiento reinician conversaciones para concretar dónde se quedan las donaciones

Una imagen de Blasco Ibañez y su familia en la casa de la Malva-Rosa, en Valencia.
Una imagen de Blasco Ibañez y su familia en la casa de la Malva-Rosa, en Valencia.

“La voluntad del Ayuntamiento es el entendimiento”, concede Rosa María Rodríguez Magda, directora de la Casa Museo Blasco Ibáñez. Ella cree que “todos los valencianos” tienen “el derecho de disfrutar” del escritor. Por eso, mientras señala algunos ornamentos que pertenecían al novelista, como sus cajas para guardar el rapé o el retrato que le hizo el pintor José Antonio Benlliure antes de que partiera a Roma, lamenta una posible huida de su legado a Madrid.

Una decisión que está sobre la mesa ante la próxima tanda de negociaciones que llevarán a cabo los responsables de cultura del consistorio y la Fundación Centro de estudios Blasco Ibáñez. Pospuesta para después de verano, en estos días retomarán conversaciones y fijarán una nueva reunión de ambos servicios jurídicos para decidir cómo resolver el asunto. Mientras tanto, Ángel López, secretario de la Fundación del autor, incide desde su lugar de veraneo que confían en “utilizar el diálogo y llegar a un acuerdo”.

Los fondos están repartidos entre la Casa Museo y el Muvim

Los fondos del escritor se encuentran divididos desde hace 15 años en dos depósitos. Por un lado están los expuestos en la Casa Museo, una remodelación de la vivienda original del autor frente a la playa de la Malvarrosa. Por otro, los del Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad (Muvim), que permanecen en depósito después de la exposición sobre el autor de Cañas y barro el año pasado. Los primeros fueron donados Gloria Llorca Blasco Ibáñez, nieta del novelista, en 1997. Los segundos son “una parte menos importante, pero con mayor valor sentimental para la familia” porque incluyen cartas o fotografías personales, según señalan desde la Fundación.

“Queríamos haberlos concretado antes de vacaciones”, cuenta López, “pero no nos importaba posponerlo y, además, no queríamos cerrarlo deprisa y corriendo”. En el último encuentro, el 12 de julio, el borrador que se le había entregado en mayo al vicealcalde Alfonso Grau fue la base de las discusiones. Ahora, la Fundación busca el resquicio legal que delimite hasta dónde el legado es propiedad del Ayuntamiento o de los herederos: “Valencia nunca ha querido reconocer que los fondos no son suyos”, señala López.

"La postura ha cambiado", aseguran desde la fundación del autor
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“El quid de la cuestión es que doña Gloria [por la nieta del novelista] cedió todo el material con la condición de que se revisara el acuerdo a los dos años”, explica López. “Y ahora se iría todo en bloque”, zanja. Una situación parecida a la de la herencia del poeta Miguel Hernández, que el pasado 13 de agosto se trasladó a Jaén, después de pasar 27 años en Elche.

El Ayuntamiento alega unas causas económicas que los herederos desdicen. Desde la Fundación se achacan más directamente las reservas que presenta la administración a la hora de desprenderse del material. El secretario de la institución reconoce que más de una vez ha habido amenazas y presiones por parte del Ayuntamiento y que este problema se extiende al resto de entidades. “Pensamos en la Biblioteca de Valencia, que podía ser la más interesante”, indica López, “pero no se atreven y, además, pertenece a la Generalitat, que es del mismo color que el Ayuntamiento”. Por eso apuntan hacia Madrid: “Hemos recibido tres ofertas de la capital y una de Barcelona. Y creemos que levantará menos polvareda llevarla a Madrid y posibilitará perfectamente seguir con las investigaciones”, añade Ángel López.

La decisión de embalar todo el material y llevárselo no solo supone una despedida de la ciudad hacia el autor que tanto la retrató, sino que también modificaría las actividades dedicadas al artífice de Arroz y tartana o a la digitalización -en curso- de todos sus documentos. Tras tratar estos puntos, los herederos del escritor y el Ayuntamiento, ya más aliviados, tendrían que ver las condiciones para conservar el legado teniendo en cuenta el espacio y la temperatura adecuada. “Está claro que, así como hace cuatro días eran totalmente herméticos a la negociación, ahora han cambiado su postura”, remata López. Hasta que esto se aclare, Blasco Ibañez seguirá fumando en pipa y “con cierto aire a Hemingway”, tal y como imagina Rodríguez Magda, oteando desde el salón de la Casa Museo su modelo preferido: la playa de la Malva-Rosa.

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