Las piscinas de Barcelona son escasas y caras
Bañarse en una piscina en Barcelona cuesta entre 5 y 13 euros
Las piscinas públicas en Barcelona son como el oro: escasean y son caras. De las poco más de 15 piscinas descubiertas catalogadas como municipales, solo se puede acceder a unas pocas pagando menos de siete euros. El precio del resto varía hasta un máximo de 13,80 euros, que deberá pagar como entrada quien quiera bañarse en la piscina del centro deportivo municipal Parc de la Ciutadella, una tarifa similar a la de la mayoría de gimnasios privados de la ciudad.
En Barcelona, los centros deportivos municipales son públicos, pero su gestión está cedida a empresas privadas. Los precios de acceso a este tipo de complejos los marca el propio Ayuntamiento en función de los servicios que ofrece cada centro. Ahora bien, el problema está en que estos centros solo permiten entrar a la piscina descubierta si se paga por usar todas las instalaciones: gimnasio, pistas de tenis, jacuzzi y demás servicios del lugar. Por ese motivo, el precio de la entrada diaria es tan alto.
Ni siquiera en verano los centros venden billetes solo para la piscina. Según un portavoz municipal, desde el Consistorio tienen capacidad para fijar los precios de entrada, pero no el tipo de entradas, que lo decide cada empresa. Las piscinas de la mayoría de centros municipales están semi-vacías y pocos que no sean socios van a bañarse por los precios. En muchos casos, las entradas son desorbitadas, como las de los centros deportivos municipales de Parc de la Ciutadella (13,80 euros), Can Caralleu (11,45), Sant Sebastià (11,45), Bac de Roda (9,25), Bon Pastor (8,25) y La Clota (7,30).
La piscina de Montjuïc
Una de las piscinas más baratas es la de Montjuïc, que se hizo célebre durante los Juegos y donde los saltadores de trampolín competían con el paisaje de Barcelona como telón de fondo. La entrada cuesta 5,6 euros. Por la tarde, se llena de unas 100 personas, muchas de ellas vecinas de Poble Sec y algún que otro turista. Uno de los bañistas habituales es Armando Castillo, de 39 años, que acude junto a su hijo y dos sobrinos. Son de L’Hospitalet, pero las piscinas que les quedan más cerca son más caras. “Casi no hay piscinas con entrada que se pueda permitir una familia”, dice Armando. Mónica González, de 43 años, de la Zona Franca, acude a esa piscina. Va con una amiga y ambas dicen que vienen hasta aquí “por las vistas” y porque creen que el precio de la entrada no es alto: “Desde que quitaron las piscinas de Seat, no tenemos ninguna cerca”.
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