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lidia

Un futuro incierto

La última jornada del certamen de novilladas de promoción deja una sensación de desazón tras cinco festejos en los que no se cortó ni una oreja

Pasadas las diez y media, cuando el tiro de mulillas se recogía en el patio de caballos, sonaba la megafonía. Se hizo justicia. Muy a pesar de los aspirantes, se tomó la mejor decisión. El jurado declaró desierto el premio. Ninguno de los novilleros ha atesorado méritos suficientes en la final como para anunciarse en la feria de Otoño.

De los tres juanes, Leal, Ortega y Viriato, fue capaz de cortar un apéndice, de demostrar madurez, de tener un discurso y unas formas. Quizá el más interesante sea el segundo, Ortega. Preciosista, amorantado y variado con capote y muleta, pero sin oficio con el estoque. De haber matado bien, tenía todo para proclamarse ganador. A favor de Viriato, que volvía tras una cornada de 25 centímetros, hay que destacar que, a pesar de pasar por el hule, no dudó en pisar los mismos terrenos en su reaparición.

A lo de Leal es más complicado encontrarle explicación. Era el más veterano del cartel y es el que anduvo más trapacero, dando uno aquí y otro allí. Sin unos terrenos claros para plantear la faena y excesivamente encimista, ahogando las potenciales embestidas de un encierro flojo.

¿Cómo es posible que en cinco festejos de promoción no se corte una mísera oreja? No hablamos de bajar el listón, ni de regalarlas y convertir Las Ventas en un ruedo populachero, hablamos de falta de un discurso, de una formación, de tener algo que contar, de escoger el ganado adecuado para chavales que dan sus primeros pasos con la ilusión de ser profesionales.

La subida del IVA a los festejos menores, del 8 al 21% no ayuda precisamente a repetir concursos como este. Sin novilladas para formar toreros con oficio se cierra la puerta del futuro del toreo. Tras cinco noches de domingo buscando en la cantera queda un sabor francamente amargo en la afición.

Plaza de toros de Las Ventas. Final del certamen de novilladas de promoción. Declarado desierto por la organización. Casi media plaza. Novillos de Garcigrande y Domingo Hernández. Y un sobrero, primero, de Yerbabuena. Correctos de presentación pero descastados y justos de fuerzas. Juan Leal: Silencio y silencio tras aviso. Juan Ortega: Saludos y silencio tras aviso. Juan Viriato: Silencio tras aviso en ambos. Saludó el subalterno Francisco Javier Morera en el sexto.

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