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André Ricard diseña el testigo que Londres dará a Río de Janeiro

El COI llama a última hora al diseñador catalán

David Trueba El País
André Ricard, en su estudio, con el objeto que el lunes viajará a LondresMASSIMILIANO MINOCRI

El movimiento olímpico vive de símbolos y rituales. La llama es uno de ellos y la antorcha que la transporta en manos de los relevistas, su correspondiente objeto litúrgico. Ahora, el Comité Olímpico Internacional (COI) ha decidido añadir otro de esos rituales y su liturgia. Cuando acaben los juegos de Londres, además de la bandera que el alcalde de la capital británica entregará al de la ciudad de Río de Janeiro que organizará los próximos juegos dentro de cuatro años, Sebastian Coe, el presidente de los juegos londinenses entregará un testigo al brasileño Carlos A. Nuzman.

Será un auténtico testigo, como el que se entregan los atletas en las pruebas de relevos, solo que de titanio y diseñado por el catalán André Ricard, un hombre que ocupa un importante lugar en la historia del diseño y también en el del movimiento olímpico: suya es la antorcha de Barcelona 92 y suyo el famoso armario que contenía el dossier de la candidatura de la capital catalana, así como la llave de la sede del COI en Lausana que el presidente saliente entrega al nuevo.

El cilindro tiene 30 centímetros de largo

El pasado 16 de mayo, cuando solo faltaban 72 días para la apertura de los juegos, Ricard recibió un correo electrónico en el que se le informaba de que Coe y Nuzman querían que en el acto de transmisión de las responsabilidades olímpicas se entregara un objeto que simbolizara el momento. ¿Podía encargarse de ello? Ricard no lo dudó y tampoco tuvo muchas preguntas sobre el concepto de objeto en cuestión: la barra del relevo que se entregan los atletas, un cilindro de 30 centímetros de largo y 4,5 de diámetro, que por una cuestión ceremonial —“de dignidad”, precisa— debía ser más pesada, razón por la que eligió el titanio como material, con lo que pesa unos 700 gramos. En el centro del cilindro figuran los aros olímpicos con sus respectivos colores, a un lado y otro, los nombres de las dos ciudades involucradas, y en la parte trasera los de todas las ciudades que han albergado unos Juegos Olímpicos. Además, por supuesto, había que diseñar un zócalo para sostener el objeto y un estuche para dignificar la ceremonia.

Pero el tiempo transcurría y pese a que el encargo fue rápidamente formalizado, cuando envió los planos y las imágenes virtuales de su proyecto ya era el 14 de junio. Tuvo que localizar a los técnicos y artesanos que lo llevaran a cabo: un modelista, un grabador, un esmaltador y un estuchista. Ayer, finalmente, recibió el objeto en su casa. Y mañana lo enviará a Londres con tiempo de sobra para que pueda ser utilizado en la ceremonia de clausura. En realidad, enviará tres ejemplares: el primero, obviamente para que Coe se lo entregue a Nuzman. Pero la ciudad de Londres quiere quedarse una copia y el COI otra.

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