Melody Gardot ama en clave latina
La cantante y pianista estadounidense actúa hoy en Madrid para presentar su nuevo trabajo, ‘The Abscense’, construido en sus viajes por América
“¿Hola, soy Melody, cómo te va?”. Suelta la frase sobre un fondo de música a un volumen bastante alto. Concretamente lo que se cuela por el auricular del teléfono es un solo de saxo. Melody Gardot (Nueva Jersey, 1985) está en Montreux (Suiza), en uno de los festivales de jazz más famosos del mundo, y en breve visitará España, (hoy, mañana y el sábado, en Madrid, San Sebastián y Girona, respectivamente) para defender en directo su nuevo disco —el tercero de su carrera— The Abscense. Se trata de una delicada colección de 11 canciones construida con la intención de teletransportar al oyente a Brasil, África, al fado portugués, al tango porteño y hasta a las medinas de Marruecos. “Aquí estoy, cerca de la playa y es lindo, muy lindo”, insiste en castellano la cantante y compositora alejándose del bullicio del café. Divertida y entre risas negocia, también en español, el tiempo que durará la entrevista. Sólo por hacerse la fierecilla, “el tiempo que necesites”, confirma, y es entonces cuando pasa al inglés, su idioma materno.
“Mi relación con Latinoamérica en este momento es muy, muy, muy estrecha. Me enamoré de Brasil y del resto del cono sur. Me quedé fascinada por su constante celebración de la música, por cómo se relaciona esa gente con la música. La escuchan, la bailan, ¡viven la música!”, lo cuenta con el entusiasmo de una mujer de 27 años y, también, con la fuerza de quien sabe que, empapada de sonidos latinos, ha realizado un trabajo acariciador y fascinante. “Y es una música completamente nueva para mi. Ya conocía cosas de Astrud Gilberto y Gilberto Gil, pero fue la suerte quien tuvo la culpa de todo. Un buen día me desperté y pensé ‘me voy a Portugal y luego a Latinoamérica’, no sé muy bien porqué, pero fue así. No tuve opción. Y entonces lo viví sobre el terreno”. Mucha culpa de todo esto la tuvo el músico brasileño Heitor Pereira, conocido por sus trabajos para bandas sonoras desde el estudio del genial Hans Zimmer. Pereira produce The Abscense y firma junto a Gardot algunos de los temas del disco. “En estos viajes descubrí lo diferente que pueden ser las culturas: el Portugal cantan llorándole al mar, mientras que del otro lado del Atlántico, en Brasil, cantan celebrando el mar. Están los dos extremos y ahí se esconde el secreto de esta música”, afirma la cantante y pianista.
¿Cómo serán los conciertos que nos esperan de Melody Gardot? “Sólo sé que giro con una gran banda, pero siempre decido el mismo día del concierto lo que voy a tocar. Nunca sé muy bien cómo van a ser los conciertos, siempre me dejo llevar por el feeling, pero espero que los de España sean estupendos”, comenta una vez más divertida y entre risas. “Pero me gusta, me gusta mucho estar de gira. Nunca dormir en la misma cama, estar un día aquí y otro allí, es una bonita sensación esta de viajar y de hacer maletas”.
Lo dice una mujer que sufrió un gravísimo accidente cuando tenía 19 años. Iba paseando en bicicleta por Filadelfia (Estados Unidos) cuando la arrolló un todoterreno que se saltó un semáforo en rojo a toda velocidad. Se rompió la cadera por dos sitios, sufrió un traumatismo craneal y su espina dorsal también se vio gravemente afectada. Aquello le cambió la vida para siempre: tuvo que estar confinada más de un año en un hospital, postrada en una cama boca arriba, pero también fue por culpa de aquel desastre que empezó a componer. Nueve años después aún le quedan secuelas. Tiene que llevar continuamente unas gafas de sol y su espalda y movilidad no han vuelto a ser las que eran. “Me encuentro bien, necesito un osteópata casi a diario, pero estoy bien. Y para nada creas que viajo con uno, ni de cerca. No tengo tanto dinero como para eso, así que conozco a muchos osteópatas locales en cada puerto”, dice Gardot quitándole importancia a uno de los sucesos más importantes de su vida. Los problemas de memoria que le produjo el accidente también los afronta como una luchadora: “Están ahí, pero me permiten que cada día sea diferente al anterior”. Siempre adelante. Siempre nueva. Siempre con la música.
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