El portero de la discoteca Heaven recibió un disparo en el cuello a quemarropa
Los dos tiros que impactaron en su cuerpo eran "mortales de necesidad", según el forense A la segunda víctima, Alejandro Muñoz Rojas-Marcos, le propinaron un balazo por la espalda Todas las vainas recogidas el 12 de enero de 2009 fue percutidas por la pistola Glock incautada
Catalin Stefan Cracium, el portero de la discoteca Heaven muerto el 12 de enero de 2009, recibió un disparo en el cuello a bocajarro. Así lo ha descrito esta mañana el médico forense que le practicó la autopsia, Julio Amigo Hernández, que ha declarado como perito en la cuarta sesión del juicio que se sigue en la Sección 17ª de la Audiencia Provincial de Madrid contra Carlos Monje Hidalgo. El único acusado se enfrenta a una petición de condena de 52 años por dos delitos de homicidio consumado, tres en grado de tentativa y otro de tenencía ilícita de armas.
Según la autopsia que le practicó el forense al cuerpo de Stefan, la víctima recibió dos disparos "mortales de necesidad". Además del que le entró por el cuello, recibió otro en la parte izquierda del abdomen. Este balazo, que le produjo la rotura de vasos sanguíneos muy importantes, fue el primero que recibió. Siguió una trayectoria de arriba a abajo, de izquierda a derecha y de delante a atrás.
Nariz rota y labios partidos
Carlos Monje Hidalgo, el acusado de haber matado a dos personas el 12 de enero de 2009 en Centro, recibió al menos cuatro golpes fuertes en la cara. Así lo ha revelado el médico forense Julio Amigo Hernández, que reconoció al detenido cuando pasó a disposición judicial dos días después de los hechos.
El acusado sufría un hematoma en el ojo izquierdo, una contusión nasal con posible rotura del tabique y de los huesos propios de la nariz y sendas heridas contusas en los labios superior e inferior que necesitaron puntos de sutura, además de movilidad en el incisivo central inferior izquierdo.
A ello se sumó una pequeña herida contusa en la parte derecha de la nariz y una pequeña lesión en el pómulo derecho. En el informe redactado por el médico, consta que su estado psicopatológico era "normal" y que el detenido no consumía ningún tipo de estupefaciente.
El segundo disparo, el que afectó al cuello, le entró por la cavidad torácica izquierda, le perforó la pleura y se alojó en la parte superior del pulmón, lo que le causó una hemorragia masiva y la muerte en uno o dos minutos. "Cualquiera de las dos heridas habrían matado a la víctima, ya que el proyectil afectó a zonas muy vitales en las que se causó una hemorragia masiva", ha destacado el forense, en una exposición muy didáctica ante el jurado.
El informe de autopsia recoge que en la herida del cuello "el disparo se ha producido a quemarropa, con el cañón tocando la parte inferior de la mandíbula y produciendo una quemadura acanalada". La trayectoria de los disparos permite deducir, según el escrito, que el homicida se situó en un plano bastante superior a la víctima, que medía 1,93 metros y era muy corpulenta.
Julio Amigo también hizo la autopsia a la otra víctima del doble crimen registrado el 12 de enero de 2009. Alejandro Muñoz Rojas-Marcos fue trasladado al hospital Gregorio Marañón, donde falleció pese a haber sido intervenido quirúrgicamente. El médico apreció un orificio de entrada en la parte trasera del hemitórax izquierdo con salida en el sexto espacio intercostal de la parte delantera del hemitórax derecho. El disparo, por tanto, se produjo de atrás hacia adelante (por la espalda) en un plano ligeramente ascendente y perpendicular al suelo. El cuerpo también presentaba varias aperturas suturadas "producidas en un intento desesperado de salvarle la vida, ya que las lesiones que sufría hacían prácticamente imposible la recuperación del herido", según el informe de autopsia.
El forense ha señalado que la muerte se produjo, al igual que en el caso de Cata, por una hemorragia masiva. El balazo afectó al bazo, al riñón izquierdo y a ambos pulmones. También seccionó la aorta abdominal, que es uno de los vasos más importantes del cuerpo humano. "La insuficiencia respiratoria provocada por las lesiones pleuropulmonares han agravado el shock hipovolémico [el desangramiento]", añade el informe de autopsia.
En la cuarta sesión del juicio también han declarado los peritos de Balística de Policía Científica, que han destacado que las siete vainas recogidas en los lugares de los hechos fueron disparadas por la pistola Glock 19 incautada al acusado Carlos Monje. A este arma, que exteriormente tenía una apariencia normal, se le había modificado el cañón, ya que había sido inutilizada de forma que no podría ser disparada. Los cartuchos hallados los fabricó la factoría de Santa Bárbara en Toledo. Esta compañía solo surte a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y al ejército.
Las balas no pudieron ser analizadas porque quedaron fragmentadas al entrar en los cuerpos de las víctimas o impactar contra otros objetos, como las cristaleras de un gran almacén próximo al tiroteo. "Tenemos certeza de que fue disparada por una Glock pero no tenemos suficientes elementos para determinar que sea la pistola en la causa", han concluido los peritos policiales.
El juicio ha quedado suspendido hasta el lunes, cuando el fiscal, las acusaciones y la defensa leerán sus informes definitivos y las peticiones de condena. Al día siguiente, el martes, el jurado formado por cinco hombres y cuatro mujeres, recibirá el objeto del veredicto, las preguntas que tienen que contestar para determinar si Carlos Monje fue el autor de las dos muerte o, por el contrario, es inocente.
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