Alternativas a la música
La segunda jornada del Día de la música queda lastrada por el fútbol pese a actuaciones notables de grupos como los tejanos Spoon o Love of lesbian, que salieron a evitar la goleada
España contra Love of lesbian no es un encuentro igualado. Por mucho que cuenten con una de las hinchadas musicales más fieles del país, los indies salieron a evitar la goleada. Mientras el presentador los anunciaba sobre el escenario en la segunda jornada del Día de la música, el público ya estaba gritando penalti mirando la televisión gigante colocada al otro lado del patio de Matadero.
“Gracias por habernos elegido al partido”, saludó la banda, pero para entonces la selección ya estaba a punto de marcar y al grupo solo le quedó centrarse en los suyos, los incondicionales. La encerrona se había venido cocinando durante el día. Al terminar su actuación unas horas antes, el cantante de Spoon se despidió con una caritativa petición: “Don't forget Love of lesbian” [“No olvidéis a Love of lesbian”].
El concierto de los tejanos fue lo más destacable de la jornada, a la espera de lo que ofrezca Metronomy, una de las actuaciones estrella del festival, pero demasiado noctámbula como para caber en esta crónica. Los cuatro miembros de Spoon ni siquiera se inmutaron por el calor sofocante. La idea de un concierto a pleno sol en un patio de cemento merece un debate de cara a otras ediciones. “Las piernas me arden”, se quejaba una chica a la que le salía humo por las orejas. Pese a todo, el grupo se mostró tan suelto que dio la impresión de que hasta si los hubieran metido en un congelador industrial la cosa hubiera sonado. Su propuesta rockera hace tiempo que está inventada, pero tienen el mérito de presentar temas que nunca se resuelven de una forma predecible. El sonido de la banda es consistente y está lleno de matices. A Britt Daniel le gusta jugar con su voz, que tira del conjunto sin intentar dejarlo atrás. Mérito, entre otras cosas, de Jim Eno, un batería sobrio pero creativo como no hay demasiados.
En definitiva, Spoon tocó, que es lo que sabe hacer. Hay que echarle buena voluntad para decir lo mismo de sus compañeros de generación, Mercury Rev, quienes ofrecieron una revisión de Deserter's songs, el disco que los lanzó a la fama en 1998. Lo cierto es que ellos tampoco intentan engañar a nadie: la fórmula de su espectáculo está muy clara y la han paseado ya por medio mundo. Consiste en unas gotas de nostalgia, teclados salidos de Pesadilla antes de Navidad, un repaso por todos los tics de las estrellas de rock y, como principal activo, el infinito repertorio de posturas que puede desplegar su cantante, Jonathan Donahue, un hombre que se caracteriza por ser capaz de pasar media hora en la posición de la grulla de Karate Kid.
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