Balada de la esposa abandonada

Justo antes de que su esposo la abandonara sin darle explicaciones, consiguió arrancarle el nombre de la otra: “Marilyn”. Luego, luchando por la custodia del niño, empezó a invadirla un desasosiego que derivó en paranoia. A solas con Marilyn, de Alfonso Zurro, es la radiografía de un desplome psicológico similar al que sufre Carol Ledoux, la protagonista de Repulsión, film de Roman Polanski. Como ella, esta joven cajera de un supermercado, que llevaba una vida rutinaria, se ensimisma tras un revés emocional y comienza a perder el sentido de realidad.

Zurro nos cuenta una historia perturbadora a través del sugerente monólogo interior de su protagonista, en el que los acontecimientos cotidianos se van entremezclando con especulaciones enfermizas, percepciones delirantes y fantasías sexuales sadomasoquistas, excitadas por una compañera del súper que mantiene una fructífera relación sentimental con el carnicero. Sario Téllez, actriz de Atalaya, compañía faro del teatro laboratorio español, imprime vigor a cada pasaje, tensa el thriller psicológico con la serenidad de la arquera acostumbrada a hacer diana, tiñe con su color justo cada nota emocional de su personaje y acompaña su transfiguración trágica con una acusada mutación física y vocal.

Ricardo Iniesta y la actriz dirigen el espectáculo con una limpieza y exactitud infrecuentes en nuestra escena, sobre una tarima en forma de cuña que se abre en gajos largos como costillas de ballena: un espacio antinaturalista, reciclado de la Medea de Atalaya, que, bañado por Rafael Calderón con una luz incisiva como un estilete, en un chasquido deja de ser la habitación del bebé para simbolizar la mesa de despiece convertida en tálamo o la cámara frigorífica del súper.