Alberto Fabra, una legitimidad dudosa
"La legitimidad de Fabra es tanto más cuestionable en la medida en que apenas ha variado la política de su antecesor que ha provocado la ruina de la Comunidad Valenciana"
Con el respaldo conseguido el pasado fin de semana en el congreso regional del PP, Alberto Fabra ve reafirmada su legitimidad como líder de los populares valencianos, algo que sin embargo es irrelevante a los efectos de refrendar su legitimidad como presidente de la Generalitat Valenciana. Una legitimidad que cabe poner en duda y que cuestiona los consensos básicos del sistema democrático.
Es evidente que de no haber conseguido un respaldo mayoritario de los suyos, el Gobierno de la Generalitat hubiera entrado en crisis, pero no lo es menos que por sí solo ese apoyo partidario no garantiza la rectitud democrática de su presencia al frente de la máxima institución valenciana. Hasta ahora no se ha puesto en duda la legalidad de su elección, pero eso, con ser básico, no es determinante en un momento de parálisis económica, de quiebra de las finanzas de la Generalitat, de hundimiento del sector financiero valenciano, de recortes en la sanidad y la educación pública y sobre todo de un intenso drama social que viven miles y miles de familias.
Las pasadas elecciones autonómicas las ganó Francisco Camps, sin que más allá de Castellón, apenas un puñado de electores supiera quién era ese Alberto Fabra que unos meses después heredaría la Generalitat para que la bochornosa situación del Petronio valenciano no se interpusiera en el camino de Rajoy a la Moncloa. En una democracia sana la dimisión de Camps se hubiera saldado con una nueva convocatoria electoral, que añadiera un plus de legitimidad a la legalidad. La mayoría de las Cortes Valencianas que hoy sostiene al Gobierno de Fabra es el PP de Camps. Por eso Fabra se permite destituir a los cargos de la Administración imputados, pero no se atreve a hacer lo mismo con los miembros de su grupo parlamentario que están en idéntica situación judicial. Así el PP le toma el pelo a una parte de la ciudadanía con el juego del policía malo y el policía bueno. Algo que recuerda el viejo desiderátum de algunos sectores progresistas que durante la transición buscaban desesperadamente una burguesía democrática que aquí, en Valencia, se podía contar con los dedos de una oreja.
La legitimidad de Fabra es tanto más cuestionable en la medida en que apenas ha variado la política de su antecesor que ha provocado la ruina de la Comunidad Valenciana. Como dice el proverbio italiano, si cambia el maestro di cappella, ma la música é sempre quella (se cambia al director del coro, pero la música es siempre la misma). Si además se confirma lo que apuntan los informes de UDEF (Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal de la policía) de que las victorias electorales del PP se apoyaron en la financiación ilegal de sus campañas a través de la trama Gürtel, habrá motivos para cuestionar no solo la legitimidad del Consell, sino incluso su legalidad. Por higiene democrática se hace necesario un adelanto electoral en el que la ciudadanía diga abiertamente si quiere que los que han arrasado la Comunidad Valenciana sigan gobernándola.
http://twitter.com/manuelperis
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