La juez exculpa al acusado del incendio mortal de Cerdedo de 2006
La magistrada disuelve el juicio antes del veredicto del jurado por ausencia de pruebas de cargo contra Serafín Pardiñas
El juicio contra Serafín Pardiñas ha quedado disuelto por orden de la magistrada al considerar que no existen pruebas de cargo contra el acusado. La juez ha hecho uso de una facultad que le otorga la ley orgánica del poder judicial como salvaguardia del derecho constitucional a la presunción de inocencia y ha dado por cerrado el proceso sin esperar a que se pronuncie el jurado.
Durante la tercera y última sesión celebrada este jueves, tampoco los peritos fueron capaces de probar que el hombre estuvo en el lugar y a la hora en el que se produjo el fuego
La fiscalía mantenía que Serafín Pardiñas prendió fuego a unos matorrales en el margen de una carretera comarcal en el lugar de Serrapio, en Cerdedo, y dio vida a unas llamas que acabaron quemando más de 8.000 hectáreas, saltaron a la carretera general y sorprendieron al coche que conducía una mujer acompañada de su madre. Ambas sucumbieron. El fiscal pedía cinco años de prisión para Pardiñas, de 57 años, alcohólico e indigente, por incendio voluntario y homicidio imprudente. Los cuatro primeros testigos que declararon en la vista.
El abogado de Pardiñas pidió su absolución. “No hay ninguna prueba que lo sitúe en el lugar a esa hora”. En la segunda sesión del juicio tres guardias civiles que participaron en la investigación fueron los más enérgicos al recordar las contradicciones de Pardiñas durante la investigación, en la que llegó a confesarse responsable del fuego. “Dijo que se había pasado el día en cama, pero los vecinos decían que lo habían visto". Sin embargo otros testigos dudaron. “Serafín anda a su aire, bebe, se emborracha…”, comentó América Amboage, la mujer que cedió una casa ruinosa que el Ayuntamiento arregló para dar cobijo al hombre. Tanto ella como los otros tres que declararon aseguraron que Serafín, que cumplió penas de cárcel por robo y violación en los ochenta y noventa, apenas salía de casa, salvo para ir al bar a beber. Y que al bar se llegaba por la misma carretera en la que se cree que comenzó el fuego, pero en sentido opuesto. Dos de los testigos sí admitieron que habían visto al hombre prender pequeños fuegos en invierno, siempre para quemar rastrojos. “Le vi quemar tojos, pero no hacía daño a nadie”, comentaba la regente del bar.
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