Un año más de Obradoiro
Blusens se salva en la penúltima jornada con una actuación estelar de Corbacho y Lasme
Obradoiro se queda. Jugará un año más en la Liga Endesa porque ayer ganó a Valencia en casa por 14 puntos, porque Santiago respira baloncesto y porque el equipo con su raquítico presupuesto se lo ha ganado a pulso en la cancha sin llegar a la última jornada, que ya será de fiesta el domingo.
Y eso que había entrado en el partido de mala manera. Con muchos errores en ataque y también atrás y Washington subido de revoluciones. Del otro lado, Valencia con todo su fondo de armario de internacionales, avisaba de que no había aterrizado en Santiago para ser comparsa. Martillearon desde 6,75 De Colo (dos veces) y Claver, y para cuando los locales se dieron cuenta de que había empezado el partido, ya perdían 0-10. Moncho Fernández ajustó la defensa (individual pero sin seguir los cortes), el quinteto apretó los dientes y el pabellón reaccionó como lo hace siempre, enfervorizado con los suyos.
Lasme, jornalero de las canchas que llegó como refuerzo defensivo y ya es uno de los grandes de la categoría en las dos pinturas, trató de poner las cosas en su sitio. Encadenó ocho puntos con canastas de todos los colores y al primer descanso los locales ya firmaban tablas (14-14).
A partir de ahí, Obradoiro tuteó a Valencia durante el resto del duelo. Aparecieron los triples de Corbacho (20 puntos) que había visto los comienzos desde la banqueta, la dirección de Andrés Rodríguez, los rebotes de Ere –nueve, desde el alero- gracias a una sacrificada defensa coral que solo De Colo y Medley lograron superar a ratos. Punto arriba, punto abajo, transcurrieron los dos siguientes cuartos porque cada vez que Obradoiro amenazaba con abrir brecha, cometía esos errores que aparecen con los nervios para equilibrar la balanza.
Pese a todo llegó al último tiempo con un punto de ventaja. Y cuando no había transcurrido un minuto por una de esas cosas que también tiene Lasme, el pivot hizo la cuarta falta desde el perímetro en jugada intrascendente, se fue al banquillo y la grada contuvo la respiración. Palacio, que había entrado para dar oxígeno a Rodríguez, se comió primero una puerta atrás e inmediatamente un triple de Caner-Medley. Cuatro puntos abajo, caras de funeral en el parqué y viejos fantasmas que la grada trató de sacudirse con ruido. Arreció la ovación y el quinteto supo que era el momento. Ayudaron dos torpezas de Ogilvy, que protestó una falta, le cayó una técnica y a la siguiente defensa, todavía descentrado cometió la quinta sobre Oriol Junyent.
Corbacho, un seguro en los tiros libres, tanto que ayer no falló ni uno de los seis, acortó distancias (52-54) y Palacio ensayó su uno contra uno para empatar. El Valencia más fallón regaló un balón tonto y Corbacho decidió incendiar el pabellón. Acabó el contraataque con un triple. Oriol Junyent se sumó la fiesta cuando faltan cinco minutos. Desquició a Faverani, que también marchó al banco, comió las papas a Pietrus e inauguró su recital. Puertas atrás, aro pasado, canasta con personal… Y una de las canastas de la temporada: cuando decidió salvar la presión a toda cancha, recibir en su zona y en lugar de devolvérsela al base como manda la estrategia cruzó toda la pista con su menisco roto para dejar una bandeja. ¡El delirio! La puntilla la dio Palacio, un clinic en dos minutos. Sonó el Miudiño, volaron las bufandas que despidieron a los suyos como héroes. El último partido, el domingo contra el Zaragoza, será de fiesta.
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