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Amigas del viento

Dos equipos pugnan por llevar a la primera regatista gallega a unos Juegos Olímpicos

De izquierda a derecha: Ángela Pumariega, Sofía Toro y Tamara Echegoyen.
De izquierda a derecha: Ángela Pumariega, Sofía Toro y Tamara Echegoyen.JUAN CABALLERO

Algo ya es seguro: por primera vez una regatista gallega participará en unos Juegos Olímpicos, acontecimiento relevante en una comunidad que mira hacia el mar y en el que la vela disfruta de un vivero inacabable. Pero faltaba ese colofón femenino en el que dos embarcaciones se disputan una plaza olímpica en Match Race, categoría en la que equipos de tres tripulantes compiten en rápidos barcos de seis metros de eslora. A un lado Tamara Echegoyen, pontevedresa, lidera el que enrola a la coruñesa Sofía Toro y a la asturiana Ángela Pumariega; al otro, en el de la catalana Silvia Roca, compiten la canaria Eva González y Lara Cacabelos, natural de Sanxenxo.

Todo quedará resuelto el día 27. Entonces habrá terminado la denominada Semana Olímpica en Hyeres, localidad francesa y mediterránea, última estación en la ruta hacia Londres y su campo de regatas en Weymouth, al sur de Inglaterra, un camino intrincado en el que los técnicos tratan de definir que único barco puede representar a España en los Juegos. Eso dice la normativa, sólo uno. Primero hubo que ganar el derecho a participar como país y lo consiguió el grupo de Echegoyen en Miami hace poco más de dos meses. Pero hay dos equipos con potencial y se ideó una suerte de preolímpico que pasaba por la regata Princesa Sofía en Mallorca y la cita en Hyeres. “Quien lograra podio en alguna de esas competiciones estaría en Londres”, ilustra Cacabelos. Sus rivales quedaron cuartas en Mallorca, pero todo sigue abierto de cara a la semana que viene. “Hay que seguir luchando”, asume Sofía Toro, que reconoce que hay factores que pueden decantar la clasificación y no siempre son controlables. “El mar, el barco, el viento… No nos ocurre como a un nadador o un atleta, no sabes qué condiciones te vas a encontrar”.

Se ideó una suerte de preolímpico: la regata de Mallorca y la cita en Hyeres

Pero el efecto del azar se minimiza con el trabajo. Ambas tripulaciones entrenan en el centro de alto rendimiento de Santander, donde conviven. “Nos llevamos bien, tenemos buena relación, compartimos muchas cosas”, apunta Lara Cacabelos. “La vela a este nivel te exige a tiempo completo”, asegura Tamara Echegoyen, que con 28 años lleva 22 dentro de un barco. “Incluso mi ocio es la vela. Salgo a navegar. No sé bien cómo describir la sensación que siento al hacerla, simplemente digo que hay que probarlo”. Echegoyen patronea su embarcación, manda en ella, la conduce y toma decisiones tácticas. Toro y Pumariega, también Cacabelos en su equipo, se encargan de buscar la velocidad, de trabajar con el velamen. Hay mucho trabajo detrás, pero también intuición, experiencia y estudio. “Vemos videos, estudiamos reglamentos, pulimos todos los detalles”, describe Cacabelos, que este año al navegar hacia el sueño olímpico ha naufragado con sus estudios de ingeniería naval. “Tengo que retomarlos”, se impone. También a Sofía Toro los Juegos Olímpicos le han obligado a hacer un paréntesis en su carrera de Ciencias del Deporte y Educación Física. Pero le gusta competir. “Al principio lo haces porque el mar te da lo que no te ofrece ningún otro deporte, esa calma, esa tranquilidad. Cuando empiezas te gusta eso, pero luego quieres ir más rápido…”. Por eso se ocupa de las velas mayores, de aliarse con el viento, rol que comparte con el apoyo táctico a Echegoyen sobre todo en los momentos previos a la salida de cada regata. “Ahí tengo que estar atenta para ofrecerle información sobre dónde está el barco con respecto a la línea de partida y cómo está el campo de regatas y entender por dónde conviene ir. La intensidad es máxima, las pulsaciones suben. Por eso necesitamos estar bien preparadas y hacemos unas dos horas de gimnasio al día además de estar el doble de tiempo o más en el agua”.

Ambas conviven en el centro de alto rendimiento de Santander

Porque en la vela, explican las regatistas, hay picos de forma como los puede tener un atleta, un ciclista o un futbolista. “Precisamos fuerza y agilidad porque los barcos cada vez más así lo requieren. En Match Race no hay uno diferente a otro y prevalece el elemento humano. Influye la meteorología, pero es igual para todos, solo hay que saber interpretarla”, ilustra Tamara Echegoyen, que con todo indica que estamos ante un deporte en el que se puede edificar una larga trayectoria. Es todo una cuestión de sacrificio y de apoyo económico. “De la vela olímpica es complicado vivir”, explica Cacabelos, que recuerda cómo para competir en el Europeo o en el Mundial tuvo que pagarse el desplazamiento de su bolsillo. Para ella Hyeres y la opción olímpica tiene mucho de punto final. “Claro que compensa intentarlo, pero el ritmo de vida es muy ajetreado, con muchos desplazamientos, y a veces te paras y te preguntas dónde estás y qué estás haciendo. La verdad es que la idea de intentar ir a Río de Janeiro dentro de cuatro años se me plantea como muy lejana”.

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