La celebración de la vida
El singular Desfile de Resurrección culmina la Semana Santa Marinera de Valencia
El singular Desfile de Resurrección, un acto único en toda España, ofreció ayer a vecinos, turistas y curiosos la oportunidad de ver a legionarios romanos, granaderos franceses, samaritanas, nazarenos, incluso vírgenes dolorosas marchando a ritmo de pasodoble por las callejas y avenidas de El Cabanyal, el barrio marítimo de Valencia.
En el colofón de la Semana Santa Marinera, que estrena este año el título de Fiesta de Interés Turístico Nacional, cuatro mil miembros de 31 cofradías, corporaciones y hermandades participaron en el tercer acto colectivo que supone, de hecho, una auténtica celebración de la vida.
Una mañana radiante contribuyó a vincular la vertiente de ritual religioso con una fiesta netamente primaveral. Los penitentes cargaban sus capirotes en la mano, con la cara al aire, y todos los trajes oscuros cubiertos de túnicas blancas. Todos los báculos se adornaron con flores.
Romanos con larga peluca abrían el paso a ritmo festivo a damas vestidas con túnica y peinados imposibles que repartían claveles entre los conocidos que encontraban entre el público.
Ningún paso, ninguna figura. Grandes y muchos niños vestidos de uniforme de granadero de gala —una tradición incorporada tras la ocupación francesa hace 200 años—. Y cada cofradía, corporación o hermandad, acompañada por una banda. Alguna marcha de ritmo militar. Pero, sobre todo, pasodobles. Incluso una versión de Déjate querer, del sevillano José Manuel Soto.
El público, de fiesta. “!Guapa¡ !Guapa¡”, gritaban los parientes a las samaritanas. Y luego preguntaban: “¿Cómo va el Levante?”. “Sigue dos a cero y falta poco para el final”.
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