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Pop en la Vilalba fluorescente

El público agota las 4.000 entradas del primer FIV de pago. El festival, con 100.000 euros de presupuesto, crece cuando otros apenas resisten

El grupo catalán Sidonie, el sábado por la noche durante su concierto del festival FIV de Vilalba.
El grupo catalán Sidonie, el sábado por la noche durante su concierto del festival FIV de Vilalba.

Casi cualquier foráneo piensa en capones, Manuel Fraga y Rouco Varela cuando escucha hablar de Vilalba. Desde el pasado fin de semana, el topónimo tiene otros significados. Sobre todo, para las 4.000 almas que se dejaron llevar por la marea rosa flúor de la marca del Festival Independente de Vilalba (FIV), donde los asistentes recibieron las boas noites y las graciñas de gente como Sidonie, El Columpio Asesino, Corizonas y Delafé y las Flores Azules. Solo la cordobesa Nita, cantante de Fuel Fandango, insistió en pronunciar el nombre del municipio en castellano de forma sistemática.

El dúo, que acaba de publicar Remixed, un álbum de versiones, y la estimable compañía del batería Carlos Sosa fueron los encargados de cerrar la quinta edición del certamen, la noche del sábado. En los 50 minutos que les correspondieron a partir de las dos menos veinte de la madrugada, hicieron vibrar al público instantes después del paso de Sidonie. Los de Barcelona hicieron sonar El fluido Garcia (2011) a través de temas como Tormenta de verano, A mil años luz, La huida y El bosque, y rescataron canciones anteriores como El incendio, Nuestro baile del viernes, o una versión a capella de Giraluna. La multitud estaba tan apretujada en las primeras filas para ver de cerca al grupo favorito de la audiencia, según la encuesta realizada en las redes sociales para escoger el cartel, que el cantante cambió su habitual paseo entre los espectadores. Algunos miembros del grupo y de su equipo no tuvieron inconveniente en dejarse caer por los bares de copas hasta prácticamente el amanecer.

“Lo más importante es cuidar al público”, afirma el director del certamen

La noche había comenzado en manos de Miss Caffeina y El Columpio Asesino, que recogieron el entusiasmo de un público en el que se mezclaban edades y que cumplió las expectativas de la organización. Incluso desde la otra punta, Almería, llegó una numerosa pandilla. Un cartel situado al borde del escenario anunciaba el sábado que las 4.000 entradas a la venta estaban agotadas y las algo más de 300 plazas de acampada se ocuparon a media tarde del primer día de conciertos, el viernes. La dirección del festival dispuso enseguida otra zona para alojar a quienes quedaron fuera.

“Lo más importante para nosotros es cuidar al público y que los grupos que vienen a tocar se vayan con un buen recuerdo”, afirmó el director del festival, Jesús Bermúdez, concejal de Infraestructuras de Vilalba, quien no respiró tranquilo hasta el último suspiro del FIV, con Eme DJ enfervorizando a las muchas personas que continuaban llenando el recinto muy avanzada la madrugada. Era grande la apuesta de convertir el FIV en un festival de dos días y de poner entrada de pago a un certamen gratuito desde su nacimiento, en 2008, y todos cumplieron con su parte. Este festival crece cuando los demás resisten a duras penas o desaparecen. La aportación del Concello se mantuvo este año en los 40.000 euros, pero el principal patrocinador, Estrella Galicia, dobló su presupuesto con cifras no reveladas. Eso, sumado a la taquilla, hacen que el festival vilalbés haya podido pasar de 60.000 a 100.000 euros de presupuesto.

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