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El Guggenheim enseña las tripas

El museo organiza visitas guiadas a las instalaciones que no están abiertas al público La propuesta se enmarca en las actividades de promoción turística de Basquetour

Una restauradora revisa un libro de Anselm Kiefer en el Guggenheim.
Una restauradora revisa un libro de Anselm Kiefer en el Guggenheim. FERNANDO DOMINGO-ALDAMA

Antes de llegar a las salas de exposición las obras de arte siguen por las instalaciones de los museos un recorrido cerrado al público. Tampoco quedan a la vista los almacenes ni los talleres de restauración, y nadie puede imaginar mientras camina observando pinturas o esculturas que bajo sus pies largos túneles albergan las instalaciones de climatización. El Guggenheim quiere abrir los espacios restringidos al trabajo de los profesionales para “añadir valor” a la experiencia de conocer el museo. Desde el muelle de carga por donde entran las obras de arte, con sus plataformas elevadoras y los materiales de embalaje, al restaurante Nerua, una estrella Michelin, en dos horas y media los visitantes serán guiados por las instalaciones donde se trabaja para que el museo funcione. Guggenheim + se desarrollará a lo largo de 2012 dentro de las actividades conmemorativas del 15º aniversario del museo.

Las visitas Guggenheim + forman parte del programa de promoción turística del País Vasco que organiza Basquetour, la agencia vasca de turismo. Bajo la denominación Experiencias top de Euskadi se propone descubrir los secretos del Guggenheim, junto a otras iniciativas gastronómicas, culturales o de contacto con la naturaleza. Guggenheim + ofrece por 75 euros, la entrada al museo, el recorrido guiado por los espacios habitualmente cerrados al público y el aperitivo en el Nerua, con chacolí Itsasmendi acompañando los bocados preparados por el chef Josean Alija.

El recorrido dura dos horas y media e incluye un aperitivo en el restaurante

La visita podrá realizarse a partir del 30 de marzo, previa reserva, los viernes en inglés, los sábados en español y los domingos en francés, en grupos de cinco a 15 personas. “Nos hemos centrado en los orígenes del público”, explicó ayer el director general del Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte. En función de la demanda, se ampliaría la oferta al euskera.

El recorrido cuenta con varios golpes de efecto. De la zona de descarga, con su ambiente industrial, se pasa a una sala de exposición, en la que ahora se exhibe una instalación de piedras de pizarra de Richard Long; los pasillos subterráneos bajo la sala Fish, la más grande del museo, donde está colocada La materia del tiempo, de Richard Serra, desembocan en la cocina, esa sí siempre a la vista del público, del Nerua. En la tercera planta se abrirán las puertas de los talleres donde los conservadores y restauradores trabajan para mantener la salud de las obras de arte —los espacios con más luz natural de todo el museo— y los almacenes, donde duermen las obras de la colección no expuestas. En la biblioteca de la planta baja se mostrarán las maquetas a escala con las que se preparan las exposiciones. Y en una de las terrazas exteriores, los visitantes podrán asomarse y tener al alcance de la mano las placas de titanio que recubren el edificio.

Una restauradora revisa en los talleres del Guggenhiem un libro de Anselm Kiefer. / fernando domingo-aldama

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