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CRÍTICA / CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El director más completo

Daniele Gatti y la Orquesta Nacional de Francia regresan al Auditori convocados por Ibercàmera

El director de orquesta Daniele Gatti.
El director de orquesta Daniele Gatti.MARCO DOS SANTOS

Un año, casi exacto, después de su memorable actuación, que quedó para la melomanía local como uno de los grandes conciertos de la temporada, regresaron al Auditori, nuevamente convocados por Ibercàmera, Daniele Gatti y la Orquesta Nacional de Francia.

Novena sinfonía de Mahler

Orquesta Nacional de Francia. Daniele Gatti, director.
Ciclo de conciertos Ibercàmera. Auditori. Barcelona, 12 de marzo

Si entonces el reto fue grande la Pastoral, de Beethoven, y La consagración de la primavera, de Stravinski ahora era mayúsculo: la Novena sinfonía de Mahler, una de esas obras “imposibles” del repertorio, una meta inalcanzable, pues se requerirían para hacerle justicia sonidos, intérpretes y auditorios que no son de este mundo. Compuesta en 1909 por un Mahler abrumado y enfermo que siente cercano su fin (el compositor no llegaría a escuchar el estreno en 1912), la Novena es una especie de compendio de todo el sinfonismo mahleriano articulado en torno al presentimiento de la muerte. La Novena es una especie de memento mori musical sin amargura, una obra que no acaba, sino que literalmente se extingue sobre unos lentos acordes sobrecogedores.

Meterse en esa sinfonía es siempre un riesgo: no es una obra que tolere una interpretación mediocre. Daniele Gatti y la Orquesta Nacional de Francia, un conjunto que era bueno y que él ha conducido a la excelencia, ofrecieron una vez más una actuación magnífica que permanecerá en el recuerdo. Más allá del alarde de dirigir de memoria una obra kilométrica que dura más de 80 minutos, Gatti exhibió una claridad de ideas y una eficacia para transmitirlas verdaderamente ejemplares. La sensibilidad para captar en cada momento la expresión y la dinámica justa en una obra que transita por el estrépito y por el susurro, la habilidad para sostener siempre el tempo más adecuado, la capacidad para presentar una clara separación de planos sonoros y voces que permiten al oyente escucharlo todo —capacidad manifestada, especialmente, en la resolución del espeso y alocado contrapunto del tercer movimiento (rondo-burlesque) que casi siempre pone a las orquestas al borde del guirigay— certificaron que hoy Daniele Gatti es uno de los directores más completos y capaces que circulan por los escenarios del mundo.

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