"Sabemos que asumimos un gran riesgo"
“No se valoró nuestra paciencia. Nos resistimos mucho a dar el portazo”
Hace cinco días, Xosé Manuel Beiras (Santiago de Compostela, 1936) decidió abandonar, junto a los 300 militantes de la corriente que encabeza, la organización que contribuyó a fundar hace 30 años y que lideró durante 20. “Si llegas a la conclusión de que tu organización está obsoleta y no aborda el núcleo de los problemas, ¿qué haces? ¿Te quedas dentro y eres cómplice?”, se pregunta.
Pregunta. ¿Cómo se siente?
Respuesta. Siempre resulta doloroso. Al mismo tiempo me siento muy liberado y, además, muy ilusionado por como reaccionó mucha gente del BNG y de fuera del BNG. Y porque veo gente joven que actúa con responsabilidad, energía y capacidad de decisión. Pero tenemos consciencia de que asumimos un gran riesgo. Ahora comienza el trabajo y es indispensable que pongamos en marcha el diálogo con grupos, colectivos, de la izquierda, del nacionalismo, o que, aunque no sean nacionalistas, asuman la identidad nacional de Galicia.
P. ¿Cuándo se torció el BNG?
R. Cuando estábamos en la cima electoral, de la política institucional, entre el 97 y el 2000. Había síntomas: en Galiza Nova comenzaron antes los conflictos. Cuando, en 1999, entramos en los ayuntamientos, la ciudadanía va a ver si el BNG mantiene el tipo. El ascenso paró. Emergieron dinámicas internas que, si existían antes, estaban aletargadas, y el debate con voluntad de convergencia en un proyecto común mudó en competición.
P. ¿La entrada en el bipartito mitigó una crisis larvada?
R. En 2004 elaboré un diagnóstico muy autocrítico para el Consello Nacional que no llegó a él y que señalaba problemas en la convivencia interna. La dirección tomó una aportación de buena fe como agresión y eso ya fue síntoma de que el ambiente interno estaba viciado. Lo que acaba de ocurrir es el desenlace de un proceso que se alargó también porque el Encontro Irmandiño cedía en las tensiones. Y fuimos sistemáticamente acusados de perjudicar al BNG. No se valoró la paciencia. Nos resistimos mucho a dar el portazo y retuvimos a mucha gente. Si no fuese así, esto habría roto a más tardar en 2009.
P. Los acusan de “malos perdedores”, pierden en la asamblea y se escinden.
“La asamblea identificó al BNG con la UPG, no incorporó a los demás”
R. Analizamos esto, como es lógico. Pero no presentamos nuestra alternativa en base a cuotas de poder, ni como debate sobre política táctica, sino como una cuestión previa a resolver. Llevábamos mucho tiempo diciendo que era necesario regenerar el frente para reconectar con quien se alejaron. El desenlace puso de manifiesto que no era posible. La tesis política aprobada en Amio no incorpora nada de los otros sectores. La asamblea identificó el BNG con la UPG. Pero no nos marchamos por perder la votación, al contrario. Supongamos que se trataba de medir fuerzas. Bien, fue un empate técnico. No era esa la cuestión.
P. ¿La división no perjudica a la izquierda?
R. La cultura de la izquierda, que además es muy lógica, dice que dividir es malo. En este periodo final, a personas de nivel intelectual serio, amigos, comprometidos en el espacio de Izquierda Unida, les preguntaba. Y efectivamente: dividir la izquierda siempre perjudica. Claramente en el plano electoral. Pero para la puesta en marcha de una alternativa regeneradora, si nos atenemos a eso nunca se podrá dar el paso.
P. Es una contradicción difícilmente resoluble.
R. Nuestra opción fue dar el paso. Cuando planteaba en el BNG la necesidad de dar debates a fondo, se llegó a decir: “Pero tú qué quieres, ¿que paremos todo para reflexionar?”. En el plano electoral, si admitimos que el Bloque perdió muchos votos en el último decenio, si no te vas, el caudal electoral es el de las últimas elecciones. Si optas por irte y recuperas contingentes que el BNG ha perdido, puede que la suma, en vez de ser la que tenía el BNG, sea la que tenía el BNG más la que nosotros recaudemos. Aun en dos opciones. Pero lo más importante es generar una alternativa que recupere la credibilidad y relacionarse con la ciudadanía más activa. Y que no se haga por arriba, sino en el seno de la sociedad, gramscianamente.
P. ¿No les resulta difícil explicitar diferencias políticas con el BNG?
R. Depende de, como diría Groucho Marx, si la otra parte contratante decide utilizar eso como arma. Si la separación es sin malos tratos o no. Pero para segmentos conscientes, activos, eso no va a perjudicar. Esa gente quiere que cambie el talante, la forma de entender la política de izquierda. Ahora, en el plano estrictamente electoral sí puede influir. Va a ser un riesgo y deberemos realizar un esfuerzo de pedagogía. Su resultado dependerá del acierto y de las posibilidades de comunicación. Está Internet, pero la información que recibe la gente del común, en un porcentaje muy elevado, es por los medios convencionales.
“Dividir perjudica a la izquierda, pero si no, no habrá nunca una regeneración”
P. Es complicado que no se interprete como pelea por el poder.
R. Como muchos opinadores, que dicen que el problema es que Beiras no se resigna a dar por finalizado su ciclo. Antón Losada, manda truco, después de que cuando él cuando cayó le tendí la mano, a él que me había pegado navajadas. Yo no me juego más que malgastar un tiempo de mi vida cuando ya no me queda mucho por delante.
P. ¿Qué hay fuera del Bloque?
R. Esa es otra incógnita. Porque hay mucho fuera del Bloque, pero estructurado hay poco. El reto es articularlo. Y no como Encontro, sino que nosotros queremos ser un motor de eso. No tenemos afán de protagonismo. Pero hay mucho fuera del BNG. El 15-M. Desencadenó un movimiento de protesta y toda esa gente sale diciendo lo que no quiere. Lo que no es capaz de decir es “queremos esto, esto y esto”. ¿Qué condicones objetivas existen de organizar el potencial del 15-M y qué capacidad vamos a tener para hacerlo?
P. ¿En qué escenario?
R. Tal y como van las cosas, a corto plazo o el poder aplasta todo y estamos en un totalitarismo de facto o un reventón desemboca en el caos, la situación perfecta para los fascismos. La gran responsabilidad de la izquierda es articularse. Es una irresponsabilidad tremenda que la izquierda o el nacionalismo emancipador estén mirando su ombligo. Si hablas para los de casa, tendrás enormes aplausos en una asamblea. Y fuera, ¿qué?
P. Organizarse resulta difícil. El Bloque tardó 20 años.
"Debemos evitar relaciones conflictivas con
R. No, el BNG se construyó rápidamente. Pasó del exilio interior absoluto de 1982 a en el 93 ya haber reagrupado el archipiélago del nacionalismo.
P. Faltaban los camilistas.
R. No, entran en el 93. Camilo Nogueira más tarde, pero sí el PSG-EG. Entra Inzar, entra el PNG. Pero en el 93 ya está triangularizada la política gallega, PP, PSOE y Bloque. Y en el 97, Bloque-PP.
P. Aún así, el momento es urgente.
R. En el Encontro y en parte de las bases de Máis Galiza y en el espacio exterior continuo al que nos dirigimos ya hay mucha gente trabajando en el tejido social, hay presencia, no tenemos que ir.
P. ¿Existe riesgo de reeditar la división del nacionalismo en los ochenta?
R. El BNG que se funda en el 82 conjuga dos culturas políticas, la comunista de la UPG y la del PSG. Esto subyace. Y hubo una diatriba constante entre el Bloque y Esquerda Galega en los ochenta. Pretendemos evitar eso. Debemos evitar relaciones conflictivas con el Bloque.
P. Tendrán que entenderse.
R. Propusimos eso en el documento final, unidad de acción en problemas cruciales como el laboral, el sanitario, en el idioma. O en lo municipal. En principio, en la reunión del lunes, el portavoz nacional [Guillerme Vázquez] mostró disposición. Apostamos por que se piense en los ciudadanos antes que en las organizaciones. Y eso se transmitirá en la medida en que no se impida que se transmita.
P. Si Máis Galiza o una parte de esa corriente secunda a los irmandiños, ¿cómo se conjugarán dos discursos tan distantes?
"Proponemos unidad de acción con el BNG en los temas cruciales"
R. ¿Cómo se conjugó en la Francia de los setenta el Programa Común de la izquierda? Defendemos un frente amplio y articular sectores comunistas, socialistas, socialdemócratas en sentido propio o incluso centro progresista. Tienes que reflejar la estructura de la sociedad, de la mayoría social. El leninismo no vale a las clases populares gallegas. Ni siquiera a todo el proletariado industrial. Si piensas que la doctrina es eso y el resto apéndices, satélites, mal asunto. Porque la gente no se siente representada. Aquí hay un proletariado obrero, trabajadores asalariados que no son clase obrera estricta, un mundo campesino en extinción pero que existe, una pequeña burguesía agredida, hay unas clases medias... Todo el espectro al que se dirigía el BNG. Esos dos pies —queremos que sea un ciempiés— Máis Galiza y el Encontro Irmandiño, ¿por qué no van a entenderse?
P. Pero la estructura de clases de la sociedad se está polarizando.
R. Sí, pero sigue siendo más heterogénea que los esquemas a los que se reduce. Cada vez tienen menos vigencia los clichés ideológicos y organizativos. Socialdemócratas, leninismo, trotskismos, estalinismos, maoísmos... Eso, hoy, ¿qué? La taxonomía, ya no me valen.
P. Los movimientos en la izquierda y en el nacionalismo, ¿no van excesivamente de arriba a abajo, en vez de al revés?
R. Concuerdo.
P. ¿Cómo lo corregirán?
R. Con un ejercicio de humildad y llevando a la práctica lo de que “o povo é quem mais ordena”. Activar a la gente para que se exprese. Nosotros, creo, lo estamos haciendo. Cuando decíamos “el Bloque tiene que abrirse a la sociedad” no significa algo que ya existe, que el Bloque esté en organizaciones hilvanadas para repetir consignas. Se trata de que sean las fuentes nutricias. Y cuando se exige dar cancha a los ciudadanos para que se expresen, no se puede esperar que lo que digan sea correctísimo, claro. Habrá cosas que choquen pero eso provocará un aprendizaje.
P. ¿Por qué la crisis que originó la política de derechas se lleva por delante a la izquierda?
R. La izquierda que hizo el diagnóstico no fue escuchada por la izquierda institucional. El desarme ideológico de la izquierda en el pensamiento no existía pero no se escuchaba, molestaba. Pasó en el Bloque. Una vez dije que la izquierda debe dejar de pensar con los esquemas del sistema. Es muy difícil... [silencio]. Todo está en el aire.
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