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Una revolución del flamenco

Un libro recuerda al artista y dramaturgo Pepe Heredia

Pepe Heredia (tercero por la izquierda) bailando con artistas flamencos.
Pepe Heredia (tercero por la izquierda) bailando con artistas flamencos.

“Seductor, fascinante, polifacético, irrepetible”. Son algunos de los atributos que del artista y académico granadino Pepe Heredia Maya (Albuñuelas, Granada, 1947-Granada, 2010) destacan sus seguidores, estudiosos y amigos. Es el caso de Antonio Zapata, Agustín Molina y Alfredo Sánchez, conocedores de la trayectoria profesional y personal de Heredia y autores de la obra Pepe Heredia y Almería, editada por el Instituto de Estudios Almerienses de la Diputación Provincial y en la que se profundiza en la relación del artista con esta provincia.

Esta fue continua e intensa, dado que Heredia contrajo matrimonio con una almeriense, Matilde Moreno. Al principio, realizaba visitas familiares hasta que adquirieron una casa en Cabo de Gata. Su refugio y donde “se recuperaba mucho de sus males físicos y mentales”, comparte Antonio Zapata.

Los autores recuerdan las principales obras de Pepe Heredia —dramaturgia y poesía—, así como su papel en la creación del Seminario de Estudios Flamencos de la Universidad de Granada. Fue el primer profesor gitano del país. “El movimiento gitano no sería lo mismo sin él. Le dio mucho empuje”, analiza Zapata. A través de sus poemarios Poemas indefensos (1976), Charol (1983) y Experiencia y juicio (1999) “se podría escribir su biografía”, según los autores, ya que en ellos expresaba todo su mundo.

En su legado destaca, especialmente, la obra Camelamos naquerar. Propuesta para una danza flamenca de arcángeles morenos (1976). “Fue revolucionaria y supuso la ruptura con la puesta en escena del flamenco: los cantaores, bailaores y guitarristas eran, a la vez, actores; un texto muy elaborado y entramado”, describen los autores de Pepe Heredia y Almería, que no olvidan su Macama Jonda, en la que mezcla flamenco y música marroquí.

“Le encantaba estar al calor de la lumbre” en su casa de Cabo de Gata y decía sentir más frío que los demás, sobre todo, porque lo tenía en mayor número: “el frío histórico”, el que le “propinó un juez” y el “real sembrado en los huesos”. El fuego tiene magia en el flamenco. “El propio fuego es un medio de comunicación: alrededor de la hoguera se vive y se siente. Se baila y se canta”, observan los autores, “y para el calor, agua de seltz con hielo. Lo hacía para recordar su finísima agua de Granada porque la de aquí no le gustaba”. Lo único que no estaba a su gusto en Almería.

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