“El abusador de mi hija está en la calle y ella sufre una anorexia severa”
El Constitucional declara nula la condena a un presunto pederasta porque la víctima no declaró Siete años después, el alto tribunal obliga a celebrar un nuevo juicio para que la menor testifique La madre de la joven, que tenía ocho años cuando sufrió los abusos, no entiende la sentencia
Mira la sentencia del Tribunal Constitucional que tiene entre sus manos sin entender nada. Ana (nombre ficticio de la madre de una niña que fue objeto de abusos sexuales) recuerda que los fallos de un juzgado de Móstoles y de la Audiencia Provincial consideraron probado que su hija, que ahora tiene 15 años, sufrió abusos sexuales cuando tenía ocho: “No entiendo por qué el agresor está libre y, en cambio, mi hija está sufriendo una anorexia severa”. Así se expresa esta mujer tras leer el fallo del pasado 7 de noviembre de la Sala Segunda del Tribunal Constitucional que anula la condena de Lucas Jerónimo G. A. como presunto autor de un delito continuado de abusos sexuales contra su hija.
Los magistrados del Constitucional consideran que tanto la titular del Juzgado número 1 de Móstoles como los magistrados de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial vulneraron el derecho del condenado a ser juzgado en un proceso judicial “con todas las garantías”, al no permitir que la menor fuera interrogada por el abogado del presunto agresor. Por eso el juicio se anuló y los magistrados requieren que la menor (que sí relató los presuntos abusos sexuales en un vídeo) declare.
“El Tribunal Constitucional va a obligar a mi hija a enfrentarse de nuevo al hombre que abusó sexualmente de ella. Y es una niña débil, que cada vez que tenía que recordar estos episodios vomitaba y aseguraba que le dolía la tripa. Fue y sigue siendo horroroso”, explica esta mujer. Ana, que tiene otros tres hijos, explica que su hija continúa “muy mal”, pese a que han pasado ya siete años de los sucesos. “No ha vencido el problema, pese a que psicológicamente la vemos un poco mejor”.
La anulación de la condena de dos años y medio de cárcel se produce pese a que el relato de la menor y todas las diligencias realizadas por la Guardia Civil y los médicos fueron consideradas “prueba de cargo suficiente”. Además, según relata el propio fallo del Tribunal Constitucional, los abogados de la defensa no dijeron nada cuando la juez de Móstoles acordó, a petición del fiscal, que la menor no respondiera a las preguntas de las partes.
Pero no es que la madre de la niña, que asegura que desconoce el mundo del Derecho, pretenda comprender los motivos jurídicos de la sentencia. Ella se queda solo con el sufrimiento de su hija: “Durante mi declaración me dieron fuerte. Su abogado me llegó a preguntar si mi hija me había dicho si le oía gemir o interpretar sonidos propios de un acto sexual. Yo me negué a contestar”, explica esta mujer, que lanza una advertencia: “Haremos todo lo posible para que se haga justicia, pero no permitiré que le hagan daño a mi hija. Que la sometan a un interrogatorio como el que sufrí yo. Porque también me preguntaron por cosas como el motivo por el cual mi hija iba a buscarle. ¡Era como si la niña, de ocho años, buscara a un hombre de 40 años para tener relaciones! Es indecente”, se lamenta Ana.
Esta mujer relata que todos los días hace “lo imposible” para que su estado de ánimo no afecte a la niña: “Si tengo que llorar salgo al jardín. Pero aun así ella tiene días muy malos. La anorexia hace que estas chicas se quieran muy poco a sí mismas. Y todo esto puede agravar su estado”, sostiene.
Sobre todo, continúa Ana, siendo consciente de que la anorexia es una enfermedad “gorda” y hay niñas “que se mueren”. “Declarar en el juicio le puede perjudicar. Pero yo espero que suelte toda esa rabia que le queda dentro. Quiero creer que todo esto va a tener un final feliz. Que le haga coger fuerza. Tiene que mirarle a la cara y decirle: no miento y me has hecho eso. Espero que le pueda servir para acabar con todo su problema”.
Durante estos años la niña ha sido tratada en una clínica especializada en la lucha contra la anorexia. “Cada vez que la cambiaban de psicoterapeuta salía llorando y nos decía que no quería volver. Lo único que queremos es que se cure y empiece a engordar, porque los médicos nos dicen que está desnutrida”.
Ana no entiende tampoco cómo un hombre que ha sido condenado a dos años y medio de cárcel, por abusar de una niña puede vivir en el anonimato, sin ingresar en prisión. “Ha hecho mucho daño. Mi hija ha caído en la anorexia y tiene problemas de osteoporosis. Se aprovechó de que su hija y la mía eran muy amigas para hacerle todo eso a ella. No hay justicia”.
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