‘ZERO’: Manuel Rodríguez dice adiós a su madre con un conmovedor solo de danza
El bailarín y coreógrafo andaluz estrena la obra más íntima y emotiva de su trayectoria

Aunque no es el único formato que trabaja, el solo abunda en la trayectoria artística de Manuel Rodríguez (Úbeda, Jaén, 45 años) y este tipo de propuestas son testimonio concluyente del discurso del creador: cuando una piensa en su obra, la figura de Rodríguez en su casi un metro noventa de estatura aparece en solitario en la memoria. Desde aquel LIMITS (2010), primer montaje que irrumpió en la escena como un atlas nuevo de singularidades y aciertos, hasta este último ZERO (2025), estrenado en España el pasado 12 de septiembre en el Centro Coreográfico La Normal (Córdoba). Es verdad que Rodríguez también ha creado interesantes piezas para más bailarines, como ENTERTAINMENT (2021), en la que comparte escenario con Paula Tato y Candela Capitán. El próximo mes de marzo, además, estrenará en el Mercat de les Flors de Barcelona Otra cosa que no es una conferencia, trabajo para seis intérpretes. También ha formado parte de agrupaciones como La Veronal, donde además de premiado y destacado bailarín ha esparcido su impronta sobre la agrupación de Marcos Morau en no pocos aspectos. Pero el trabajo en solitario casa directamente con el lenguaje dancístico de un coreógrafo que trabaja el movimiento en, desde, hacia y para su propio cuerpo, con una distinción y exigencia que le presentan como uno de los bailarines más sobresalientes y comprometidos de la escena.
ZERO, que el día 4 de octubre se verá en el espacio Pluto de Valencia y el 10 en Plataforma Santander de la capital cántabra, continúa la estela en no pocos sentidos, de esta trayectoria. Por ejemplo, en ese ejercicio de introspección que lleva a Manuel Rodríguez a preguntarse dónde comienza y termina el movimiento en sí. Por esa danza que arranca en un gesto y se toma su tiempo hasta integrar el cuerpo entero. Se da también en ZERO, y de una manera más profunda y grave si cabe, ese lenguaje corporal tan suyo, que bebe del popping que practicó de joven, pero sobre todo, es resultado de una particular suma del ballet clásico, la danza contemporánea la hip hop y las artes visuales, en las que se ha formado. ZERO se gestó este año mientras cursaba un máster de prácticas escénicas en la Universidad de Estocolmo, y con él recupera la instalación escenográfica de la que se despojó en 2022 con la obra MANU. Así, el escenario es teatro, pero también museo. Y su presencia es la de un cuerpo que padece y recuerda, pero también un artefacto artístico.
MANU, aquella obra estrenada en 2022 en los Teatros del Canal de Madrid, supuso un momento de inflexión en la trayectoria de quince años de Rodríguez. En aquel solo de autoexploración más personal con aire de ritual escénico el coreógrafo descubrió el potencial de su propia voz como instrumento de trabajo para la danza. Y en ZERO sigue explorando esta vía de sonoridad. La voz como un apéndice más del cuerpo que al coreógrafo le sirve como fuente de la que beber y también sobre la que volcar ideas. El cuerpo como un libro, que decía Peter Greenaway cuando se refería a su película The Pillow Book. Por cierto, que Manuel Rodríguez también echa mano de la caligrafía en su trabajo corporal, de una manera más clara desde aquel MANU y ahora en ZERO, y que es depositaria de su pasado en el grafiti. Pero se trata de una escritura simbólica, sin utensilios, que está representada en los movimientos de sus manos y dedos que parecen escribir en el aire palabras inacabadas (aunque algo de tinta hay en algún momento del espectáculo, como ese impactante y poético principio). Una representación gestual de los sonidos guturales y los ejercicios de respiración que se dan en la pieza. Como una escritura asémica, sin dimensión semántica, que además sitúa al bailarín como una criatura prodigiosa (en su extrañeza) por su forma de moverse. Así de único y exigente es su movimiento.
Hay algo más que hace de ZERO un montaje muy especial, en la carrera del coreógrafo y en la escena actual. Se trata del homenaje, y en varios sentidos cierre o despedida, que Manuel Rodríguez dedica a su madre, Aurora, fallecida hace ahora un año. La nostalgia y el dolor, que se muestran de manera sutil e implícita, también poética y muy presente, atraviesan una obra que es carta de amor y devoción de un hijo a su madre, desde el cuerpo, la memoria y cierto vacío. La escena final, en la que el creador gira como un cisne perdido, deconstruido, es realmente conmovedora.
Sería fabuloso y todo un ejercicio de programación coherente que este solo de Rodríguez se viera en los próximos meses en teatros de todo el territorio nacional.
‘ZERO’. Coreografía e interpretación: Manuel Rodríguez. Estreno en España: Caja Negra del C3A / LA NORMAL Centro Coreográfico, Córdoba. 12 de septiembre de 2025; 4 de octubre en el espacio Pluto de Valencia; 10 de octubre en Plataforma Santander Creativa, Centro Cívico Tabacalera; 30 de noviembre. Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (Sevilla).
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