Las críticas de teatro y danza de la semana: una relación maternofilial tóxica y flamenco pasional y no binario
Los expertos de ‘Babelia’ reseñan los estrenos recientes más destacados
“Los fantasmas no se sabe”, le dice Mafalda a su hermanito, “pero que las madres existen… ¡existen, Guille, existen!”. Esta viñeta ochentera en la que Quino muestra a su prodigiosa heroína consolando a su hermano pequeño, al que le acaba de caer una bronca materna descomunal por ir arrastrando los picos de una sábana limpia que se ha puesto sobre su cabeza, pudiera haberle servido de consuelo a la infeliz Maureen, coprotagonista de La reina de la belleza de Leenane, la ópera prima con la que Martin McDonagh se consagró internacionalmente, con solo 25 años, y que ahora dirige Juan Echanove en el Teatro Infanta Isabel de Madrid con Lucía Quintana, actriz magnética, y María Galiana en el papel de su madre.
Manuel Liñán es un bailaor y coreógrafo querido que en los últimos años levanta ovaciones apasionadas casi en cada teatro que se presenta. Este jueves, en el estreno absoluto de su última creación, Muerta de amor, sucedió de nuevo y la Sala Roja de los Teatros del Canal, toda en pie, se venía abajo al terminar el espectáculo. También entre escenas atronaban los aplausos y vítores hasta el punto de alargar la transición entre los cuadros que dan forma a este montaje. Y aunque el espectáculo no cuenta con el grado de impacto artístico que causó ¡Viva! (2019), que ha pasado varios años en gira, algo poco usual en la danza que no es de repertorio, se trata sin duda de un trabajo de factura esmerada, al que tal vez le sobre metraje.
'La reina de la belleza de Leenane', de Martin McDonagh
'Muerta de amor', de Manuel Liñán
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