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Lo nuevo de Little Simz, SZA, Ryuichi Sakamoto, Sam Smith y otros discos destacados

Los críticos musicales de ‘Babelia’ seleccionan los álbumes más destacados de las últimas semanas

La rapera británica Little Simz, durante un concierto en Milan en diciembre de 2022.
La rapera británica Little Simz, durante un concierto en Milan en diciembre de 2022.Sergione Infuso (Corbis / GETTY IMAGES)

Little Simz y SZA, el mejor de los hartazgos

“Que se jodan las normas y todo lo que es tradicional”, demanda la rapera londinense Little Simz en ‘Angel’, el primer corte de su último disco, No Thank You. Se editó por sorpresa apenas ocho meses después de que su anterior trabajo, Sometimes I Might Be Introvert, se llevara el prestigioso Premio Mercury, acaso el único galardón musical basado solo en la música que aún, milagrosamente, le importa a alguien. Tres días antes, la estadounidense SZA había lanzado su segundo largo, SOS, la secuela de su aclamado debut, CTRL. Eternamente pospuesto, por fin veía la luz acompañado de una portada en la que la de Misuri recreaba una foto que le hizo un paparazi a Diana de Gales en el yate de Dodi al Fayed una semana antes de morir y del anuncio de que SZA no se veía capaz de seguir en este negocio: este será su último álbum. Dos discos magníficos, nacidos del desequilibrio emocional y el hastío con la industria, que se editaban, tal vez con propósito travieso, justo cuando todas las listas de lo mejor del año estaban cerradas.

Little Simz acaba de separar su carrera musical de la de su mánager. El disco es un apresurado ajuste de cuentas, antes de que el tema se haga bola y su salida pueda ser algo peor que un disco muy bueno. Cuenta con la suerte de tener como productor, hombre de confianza y confesor a Inflo, el cerebro detrás de Sault, un proyecto invisible acostumbrado a joder las normas y todo lo que es tradicional, que en 2022 lanzó cinco álbumes en un día. Mark E. Smith estaría orgulloso. Inflo convierte las prisas de Little Simz en nervio, lo apresurado en emocionante y lo atropellado en anfetamínico. Equilibrando casi al 50% el trabajo del productor (bases orgánicas, funk, vientos, ese soul londinense entre sofisticado y callejero) y los versos de Little Simz, el largo contiene perlas discursivas como ‘Angel’, bailables como ‘Gorilla’ y adhesivas como ‘No Mercy’. Puede tener aspecto de obra menor, pero jamás debemos olvidar que las cosas pequeñas funcionan mejor.

El desengaño de SZA parece no venir de un hecho tan concreto como en el caso de la inglesa. Lo suyo es más bien hartazgo por acumulación. Y, bueno, ha tenido cinco años para acumular. Empezó a presentar temas de adelanto de este disco en 2020. El tortuoso camino, las colaboraciones con cualquiera con quien coincidiera en un ascensor y el tiempo empleado tanto en cometer errores como en mirar para solucionarlos han redundado en un álbum muy poco cohesionado, pero plagado de temas notables. SZA es la más blanca de las divas negras. A veces, como en ‘Special’, casi suena a Radiohead. En ‘F2F’ lleva esto al extremo y se convierte en un trasunto r’n’b de Avril Lavigne o Blink-182. El resultado es la confirmación de que no hay que tener buen gusto para hacer buena música. Por el camino, un dueto con Phoebe Bridgers (‘Ghost in the Machine’) que aporta algo de colmillo y vinagre a unas letras unidimensionales. Pero es en cortes como ‘Gone Girl’, ‘Notice Me’, ‘Shirt’ o ‘Kill Bill’ en los que SZA brilla con más luz, expandiendo el sonido de su debut al baladón dosmilero y el pop r’n’b noventero. Igual hubiese funcionado mejor con media docena de temas menos y una vocación experimental de veras cuando intenta experimentar, pues se nota que está más interesada en hacer algo que ella no ha hecho antes y no tanto en buscar hacer algo que nadie haya hecho antes. De cualquier modo, qué más da. Que se jodan las normas y lo tradicional. XAVI SANCHO

Portada de ‘No Thank You’, de Little Simz (Forever Living Originals/Popstock!)

Little Simz

'No Thank You'
Forever Living Originals / Popstock!
Portada de ‘SOS’, SZA (RCA/Sony)

SZA

'SOS'
RCA / Sony

Ryuichi Sakamoto, un réquiem precoz

“De ahora en adelante, hasta que mi cuerpo se rinda, probablemente continuaré llevando este tipo de ‘diario”. Así concluía Ryuichi Sakamoto un texto sobre 12, su nuevo disco. Con la elegancia que ha demostrado durante toda su carrera, el músico japonés de 72 años afrontaba así que el cáncer rectal del que fue operado en 2021 se lo llevará a la tumba y que este podría ser su último trabajo. No es la primera vez que afronta un tumor. En 2014 le diagnosticaron un cáncer en la garganta que le retiró de los directos. Salió de ese, pero este es distinto. Este está en la etapa IV, la más avanzada, y solo podría recuperarse con un milagro. Pero mientras pueda, seguirá haciendo música. Por eso, este álbum es un diario de su estado de ánimo. Son, dice él, “bocetos” instrumentales seleccionados entre los que empezó a improvisar en su casa cuando tenía fuerzas y que titula con la fecha de grabación, algunas en 2021 y otras en 2022.

El comienzo es realmente oscuro: temas largos con aires de réquiem, ambient crudo, atmósferas minimal con escasos arreglos interpretadas con piano y sintetizadores. Es cierto que en ocasiones parecen bosquejos, algo que potencia que la respiración del propio Sakamoto se escuche en ocasiones. Se ha comparado por ahí con discos postreros como Blackstar, de David Bowie; You Want It Darker, de Leonard Cohen, o incluso con el Skeleton Tree que Nick Cave publicó tras la muerte de un hijo, y tienen ciertas similitudes. Durante los ocho primeros temas, que se hacen duros de escuchar, pesa la seriedad. No haría falta saber todo lo anterior para darse cuenta de que algo está pasando. Pero las últimas cuatro piezas son distintas: breves, más ligeras. Hasta en los más oscuros de los tiempos hay momentos para la esperanza. IÑIGO LÓPEZ PALACIOS

Portada de ‘12’, Ryuchi Sakamoto (Milan)

Ryuichi Sakamoto

'12'
Milan

El ‘souvenir’ intacto de Iggy Pop

Hubo un momento en el que lo que hacíamos estaba lleno de rabia y podía llegar a sonar como ‘Frenzy’, el primer disparo de su mordedor nuevo álbum, parece estar diciéndole al acomodado presente musical la incorruptible Iguana. Iggy Pop, el emisario del punk con más galones en su aún musculoso pecho descubierto, resucita en Every Loser un vigoroso y libérrimo rock, que por momentos se aterciopela (‘Stroung Out Johnny’), coquetea con un posglam resultón (‘Comments’) o se vuelve pieza de cámara crooner astutamente irónica (‘The News for Andy’). Y al hacerlo, entrega un curioso y enérgico souvenir de un pasado que, en él, ha permanecido milagrosamente intacto. LAURA FERNÁNDEZ

Portada de 'Every Loser', Iggy Pop,  (Atlantic/Warner)

Iggy Pop

'Every Loser'
Atlantic / Warner

Sam Smith, homenaje a las divas pop

Dice el británico Sam Smith que su cuarto disco es un homenaje a las divas pop. Y, decididamente, lo es. Si la eufórica ‘Lose You’ recuerda a la Cher de los noventa, ‘Love Me More’ incluye pasajes funk a lo Chaka Khan y ‘No God’ apunta a las armonías vocales de Toni Braxton. Estas 12 canciones dejarán en el oyente el poso confortable de algo que ya conoce, moviéndose entre el electropop y el rhythm and blues más conservador. En cuanto al estado de ánimo, se trata de una celebración del amor sin etiquetas: las baladas desgarradoras como ‘Writing’s on the Wall’, con la que Smith ganó un Oscar en 2016, quedan en segundo plano. Lo mejor sucede en ‘Unholy’, junto a Kim Petras, arriesgada y oscura, de arranque épico y sofisticada producción. BEATRIZ G. ARANDA

Portada de 'Gloria', Sam Smith (Capitol/Universal)

Sam Smith

'Gloria'
Capitol / Universal

Marea: la muerte del rock no está aquí

Ignoren a los voceros de lo posmoderno anunciar la muerte del rock. Llevan así años y el género aguanta. Marea comienza en mayo una gira por España que reunirá por noche una media de 10.000 personas. Cosa seria la de esta banda navarra que cumple 25 años con este octavo disco. Kutxi Romero muestra una vez más una escritura alambicada, retorciendo las frases y complicando la tarea de la comprensión. Hay muerte, desamor, orgullo y lucha en sus textos. Y cuando no se sabe de qué demonios habla, siempre transmite: por esa voz quincallera y por un trato de las palabras como si fuesen espadas. La música es recia y guitarrera, y la producción resulta pulida e incluso elegante. Marea, que nació al abrigo de Rosendo, Extremoduro o Barricada, lleva ya años siendo una banda de personalidad arrolladora. Que se lo pregunten a sus seguidores. CARLOS MARCOS

Portada de 'Los potros del tiempo', Marea, (Dromedario)

Marea

'Los potros del tiempo'
Dromedario

Ron Carter tiene las notas adecuadas

La banda sonora del documental del mismo título, centrado en la trayectoria del legendario contrabajista, no es un recopilatorio ni una antología, ni sirve para ilustrar la carrera de Carter a lo largo de los años. Es más bien un álbum de recortes y momentos de los últimos años que funcionan como un muestrario en el que encontramos algunas de sus bandas recientes (Golden Striker, Foursight) o conciertos especiales como el que lo puso frente a la WDR Big Band en 2014. Pero los temas más memorables son los que documentan encuentros inéditos con músicos como Stanley Clarke, Bill Frisell, Christian McBride o Jon Batiste. No todos son redondos, pero sí únicos, con imperfecciones encantadoras y el pulso genuino del jazz interpretado sin red. YAHVÉ M. DE LA CAVADA

Portada de Finding the right notes', Ron Carter.  (In-Out/Distrijazz)

Ron Carter

'Finding the Right Notes'
IN+OUT / Distrijazz

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