Una historia de superación personal
El violinista Aaron Lee lleva al escenario la tortura a la que fue sometido por su familia por su homosexualidad en un espectáculo de escasa tensión dramática
La historia es tremenda. Un joven violinista de 17 años confiesa a su padre que es homosexual y este lo lleva a una isla a miles de kilómetros de su hogar, lo encierra en la celda dentro de una iglesia, le quita el pasaporte, el teléfono y todo aquello que pueda conectarlo con el mundo para que medite y deje de ser “maricón”. Como si eso fuera una cuestión de voluntad. El chico finge “curarse” y le dejan volver a casa, pero dos años después el padre descubre la mentira, le da una paliza brutal y lo echa de casa. El final es feliz: el protagonista supera su miseria y consigue una plaza en una gran orquesta. Una historia de superación personal.
Si no fuera porque sabemos que todo esto ocurrió de verdad en España hace 15 años y que el chico que lo sufrió está sobre el escenario en carne y hueso, diríamos que este espectáculo es una sucesión de tópicos. El relato está cargado de sentencias que parecen sacadas de un libro de autoayuda para salir del armario, incluido el título: Yo soy el que soy. Pero el hecho de saber que es una historia real amplifica su impacto y le da una potencia que no tendría si fuera ficción: no porque el argumento sea flojo, sino porque se cuenta de una manera muy simple. Es la gran baza del teatro documental, reforzada en este caso por la presencia de su protagonista en las tablas. Con nombre y apellidos: Aaron Lee, violinista madrileño de origen surcoreano, que logró vivir como quería vivir.
Lee contó su historia en un libro que publicó el año pasado y a partir de ese relato construyó el texto teatral, ayudado por Zenón Recalde, que también dirige la puesta en escena. Pero, más que un texto teatral, lo que salió fue una crónica con escasa tensión dramática, una especie de recital que combina partes narrativas a cargo de la actriz Verónica Ronda con momentos musicales interpretados por Lee al violín y Gaby Goldman al piano. Son estos tres intérpretes los que hacen que la función, más allá de la simpleza del texto, cobre emoción en varios momentos. Como la escena en la que el chico, encerrado en su celda, escucha por la radio el discurso de Zapatero el día que se aprobó el matrimonio homosexual en España. La interpretación de Verónica Ronda es intensa y demuestra una vez más su poderío sobre las tablas. Destaca también la parte en la que Lee interpreta la Chacona de Bach, que el músico compuso tras la muerte de su esposa. Lee se apropia de todo ese dolor para expresar el suyo y consigue transmitirlo con su violín mejor que con las palabras.
Yo soy el que soy. Texto: Aaron Lee y Zenón Recalde. Dirección: Zenón Recalde. Teatro Pavón Kamikaze. Madrid. Hasta el 30 de enero.
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