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La policía iraní impide los homenajes a las víctimas de la represión

La policía detiene a varios manifestantes. -Musaví y Karrubí, forzados a abandonar el cementerio donde se celebraba un acto. -Se cumplen 40 días de la muerte de Neda Soltan, fecha que pone fin al período de luto chií

La policía iraní disuelve por segunda vez en un mismo día una manifestación en Teherán. Los actos, uno en el cementerio de Behest e Zahra, al sur de Teherán y otro en la gran mezquita de la capital, habían sido convocados por los dos candidatos reformistas derrotados en las elecciones presidenciales, Mir Hosein Musaví y Mahdi Karrubí, para recordar a las víctimas de la violencia postelectoral.

Por la mañana, unas 1.000 personas acudieron al cementerio donde están enterradas la mayoría de las víctimas de la represión de junio, incluido Musaví, que se vió forzado a abandonarlo y marcharse en coche cuando comenzaron las cargas policiales. Sus partidarios, mientras tanto, se apiñaron en torno a su vehículo y cantado "Musaví, estamos contigo". Los manifestantes comenzaron a tirar piedras a la policía cuando los agentes empezaron a rodear a Karrubí, que también asistió al acto.

Por la tarde, la situación se ha complicado incluso más. Unos 3.000 manifestantes han trtado de acercarse a la gran mezquita pero la policía antidisturbios ha tratado de impedírselo utilizando gases lacrimógenos. Algunos manifestantes han quemado cubos de basura e intentado establecer una barricada, para evitar nuevas detenciones como las realizadas por la mañana.

Musaví conseguió acercarse a la tumba de Neda Aga Soltan, la joven cuya muerte, recogida en vídeo, ha circulado masivamente por Internet y que se ha convertido en un símbolo para el movimiento opositor. Sin embargo, no logró leer los versos del Corán que son habitualmente recitados en las ceremonias de luto. Este jueves se cumplen 40 días de su fallecimiento, una fecha significativa porque supone el fin del período de luto chií. La madre de Neda Aga Soltan había anunciado que asistiría al cementerio.

La Guardia Revolucionaria iraní había advertido de que reprimiría cualquier acto público que fuera "en contra del estamento clerical", horas antes de que comenzara la ceremonia. "No estamos de broma, nos enfrentaremos a todo aquel que quiera oponerse al estamento clerical", había declarado Abdolá Aragi, director de la Guardia Revolucionaria de Teherán, citado por la agencia de noticias semioficial Fars. El líder supremo de la Revolución Islámica, el ayatolá Alí Jamenei, también había prohibido la celebración de cualquier concentración numerosa.

La policía antidisturbios había desplegado un fuerte dispositivo en torno al cementerio de Behest e Zahra una hora antes del comienzo del acto y durante la tarde tenía tomada las principales avenidas de la ciudad para impedir la concentración de los manifestantes. Como se temía, se están produciendo nuevos enfrentamientos callejeros en torno al complejo del musala. La zona que rodea a la mezquita es un conjunto de callejones, un paisaje urbano en el que las milicias basiyís podrían acorralar a los partidarios opositores.

Los últimos disturbios entre policías y manifestantes se produjeron el 9 de julio cerca de la Universidad de Teherán, cuando la policía utilizó gases lacrimógenos para dispersar a los congregados que conmemoraban el décimo aniversario de las manifestaciones estudiantiles de 1999.

La secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, urgió ayer a Teherán para que liberara a los detenidos. "Creemos que es imperativo que las autoridades suelten a los prisioneros", dijo en una conferencia de prensa en Washington junto al ministro de Exteriores británico, David Miliband. La agencia oficial de noticias iraní IRNA informó ayer de que el sábado comenzaría el juicio contra 20 imputados por los disturbios postelectorales, a los que se acusa de poner bombas, portar armas, atacar a las fuerzas de seguridad y de contactar con el partido ilegalizado y dirigido desde el exilio de Los Muyahidín del Pueblo Iraní.

Neda Agha-Soltan, una joven iraní de 26 años, momentos antes de morir tras ser disparada en el pecho.
Neda Agha-Soltan, una joven iraní de 26 años, momentos antes de morir tras ser disparada en el pecho.AFP
La policía iraní ha utilizado las porras y los gases lacrimógenos para disolver nuevas marcha opositoras en Teherán
La policía iraní ha utilizado las porras y los gases lacrimógenos para disolver nuevas marcha opositoras en TeheránAP

El Gobierno iraní 'invita a descansar' al activista Saed Hajyarian

El activista Saed Hajyarian, encarcelado durante las manifestaciones en contra del disputado triunfo electoral del presidente Mahmud Ahmadineyad en junio pasado, ha sido transferido este jueves a una casa de reposo gubernamental ante su débil estado de salud. Hajyarian debía de haber sido puesto en libertad el miércoles, según el comunicado emitido ayer mismo por el poder judicial. "Su liberación tiene lugar basándose en las últimas órdenes del jefe de la judicatura", indicaba el texto.

Sin embargo, el deterioro de la salud de Hajyarian, de 55 años y en silla de ruedas desde que en el año 2000 sufriera un intento de asesinato que le dejó parapléjico, aconsejó su traslado a esta clínica con las "adecuadas facilidades médicas", según ha revelado la agencia semipública de noticias Mehr. Sus familiares están autorizados a visitarle.

Hajyarian, que fue consejero del ex presidente reformista Mohamed Jatamí, es un destacado abogado y periodista, de quien se dice que sus investigaciones sobre la cadena de asesinatos y desapariciones de personalidades de la oposición durante la década de los noventa fue "el dedo" que apretó el gatillo en el atentado del que extrañamente salio vivo.

El disidente fue detenido junto a cientos de personas, que en su mayoría ya han sido puestas en libertad, después de las denuncias de las organizaciones de derechos humanos sobre torturas y tratos brutales en la cárcel. Según esas denuncias, dos jóvenes arrestados han muerto bajo custodia.

El principal juez de Irán, el ayatolá Mahmud Hachemí Shahrudi, pidió el lunes al poder judicial que revisara los casos de los que siguen encarcelados desde las manifestaciones del mes pasado por los resultados de las elecciones presidenciales del 12 de junio, que sumieron a Irán en su peor crisis interna en 30 años y expusieron las divisiones entre su élite gobernante.

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